sábado, 29 de marzo de 2014

21 años de ejemplo de lucha indígena y campesina


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En el 21 aniversario de lucha y resistencia del Consejo Cívico de organizaciones populares e indígenas de Honduras -COPINH-, saludamos desde la Convergencia Nacional Maya Waqib´ Kej de Guatemala, estos años en los que han sido parte de la construcción indígena y campesina, en especial del pueblo Lenca de nuestro hermano país mesoamericano.
El COPINH, ha aportado a las reivindicaciones de las poblaciones indígenas de toda el Abya Yala, velando por los derechos humanos de los pueblos, así como de la creación de propuestas que encaminan a la búsqueda de una vida más justa.
Durante sus 21 años, ha sido objeto de persecución y represión por parte del Estado Hondureño así como de las grandes transnacionales por la imposición de un modelo fascista, autoritario y depredador, rechazando y luchando contra la imposición de una dictadura del capital nacional y transnacional que se está llevando a cabo en todo Mesoamérica.
Este sistema capitalista neoliberal y de muerte ha impulsado megaproyectos que afectan negativamente a las comunidades de los pueblos de la región, utilizando nuevas formas de represión e intimidación a las comunidades y organizaciones que se oponen a estos proyectos.
El COPINH a pesar de la criminalización y represión de la cual ha sido objeto, mantiene sus ideales activos que le dieron vida, de una manera más fortalecida continúa en la lucha por las causas libertarias de los pueblos originarios de Honduras y de todo el resto del mundo.
Como Convergencia Nacional Maya Waqib´ Kej reafirmamos nuestro compromiso con nuestras hermanas y hermanos hondureños para seguir trabajando desde el pensamiento y la cosmovisión maya, que buscan realizar las transformaciones estructurales de nuestros territorios que nos conduzcan al Buen vivir.

El Buen Vivir



Luis Galicia
Investigador de AVANCSO

En los últimos años se viene mencionando como alternativa al desarrollo del modelo de acumulación capitalista vigente el concepto del “Buen Vivir” como modelo de convivencia fraternal, respetuoso y solidario con el resto de los seres humanos y de respeto y cuidado a la naturaleza. El Buen Vivir o “Sumak Kawsay” se entiende como “un modelo de vida o desarrollo más justo, sostenible y sustentable, más ecológico” señala la organización sudamericana Fundación Cambio por la Vida. Los preceptos del Buen Vivir se han recogido incluso en las constituciones de Bolivia y Ecuador y fundamentan el diseño de las políticas públicas de esos gobiernos. Sus orígenes se remontan a ancestrales cultura sudamericanas como la Quechua, la de los Aymará y la Guaraní. Pero ¿qué significa el Buen Vivir en Guatemala? Y ¿Cómo se construye?

En un foro desarrollado por Plataforma Agraria hace pocos meses sobre el tema de las “Alternativas de producción en unidades productivas familiares para el Buen Vivir” dos familias campesinas dieron su testimonio al respecto, habiendo destacado las palabras de doña Coni Fuentes de la Comunidad Nueva Candelaria, El Tumbador, San Marcos, quien señaló que: “Antes la situación era precaria porque no teníamos un pedacito de tierra donde sembrar, donde cultivar o donde vivir. Trabajábamos con los terratenientes, en la finca, donde usaban grandes cantidades de agroquímicos que dañaban nuestra salud. Tenía que ir a trabajar toda la familia, aunque sólo le pagaban a mi esposo, pero era la única forma que teníamos para conseguir para el alimento diario. Era un trabajo de explotación en donde se trabaja de sol a sol.”

“Por eso nos organizamos y mediante la lucha pudimos conseguir un pedacito de terreno para sembrar, al principio, los mismos productos que sembrábamos con el finquero, pero ya en lo propio después pudimos agregar más productos. Desde que accesamos a la tierra vimos un cambio. Un cambio para pensar y producir nuestros propios alimentos porque la tierra es un medio para mejorar nuestra calidad de vida”.
Con el tiempo “hemos aprendido a cuidar el terreno y hacer barreras vivas, acequias para proteger los suelos, porque lo primero que hay que hacer es mantener la tierra fértil para poder cultivarla. Hemos logrado sembrar toda clase de cultivos: bananos, naranjas, toda clase de cítricos, verduras, porque se busca no sólo vivir del mercado. Porque el mercado trae bastante químico y lo que nosotros sembramos es orgánico. Nosotros mismos hacemos nuestros abonos. Es feliz compartir esto porque uno con la familia se va al campo a trabajar y logramos convivir en familia sin contaminación. Nosotros hemos conseguido esa meta, pero no nos debemos quedar allí, no, es de seguir porque es por el bienestar de nosotros y de muchas familias más porque llegan a comprarnos. Nos sentimos felices porque nosotros compartimos lo que hemos logrado con las familias que lo necesitan y tal vez no tienen una orientación de cómo vivir mejor. Porque vivir mejor no es sólo comprar en las despensas, no, vivir mejor es sembrar nuestros propios cultivos, nuestras propias semillas para sostenernos”.

Del relato de doña Coni resulta clara la importancia del acceso a activos productivos y de la organización para que las familias rurales del país, principalmente indígenas y campesinas, tengan la posibilidad de desarrollar su potencial y capacidades para tener una vida mejor y, en el camino, tener la capacidad de proveer de alimentos no sólo a su familia y familias vecinas, sino también para los mercados de poblaciones pequeñas, medianas y grandes. Facilidades para la organización, acceso a activos productivos, cuidado del medio ambiente y atención a las comunidades campesinas e indígenas según sus necesidades, tal y como lo que prevé la iniciativa de Ley 4084 que se encuentra engavetada en el Congreso de la República de Guatemala, por lo que urge su aprobación tal y como lo hemos venido solicitando las organizaciones nacionales que planteamos que otra manera de desarrollo es posible.

Guatemala, marzo del 2014.

viernes, 28 de marzo de 2014

Caso Polochic Carta Abierta a Presidente Otto Perez Molina de Guatemala

Carta Abierta a Otto Perez Molina, Presidente de la República de Guatemala
Señor Presidente,
En el marco del tercer aniversario de los desalojos violentos ocurridos en el Valle del Polochic en 2011 y del segundo aniversario de la Marcha Campesina, Indígena y Popular en  marzo 2012 quisiéramos expresar lo siguiente:
El 19 de octubre usted entregó públicamente los títulos de propiedad a las primeras 140 familias desalojadas en el Valle de Polochic.
Este hecho histórico se logró con el esfuerzo de las comunidades del Valle del Polochic, con el apoyo de las organizaciones y comunidades de la Marcha Indígena, Campesina y Popular, la Campaña Vamos al Grano -CRECE- , Oxfam Internacional y las 107.000 mil firmas de ciudadanos y ciudadanas de 55 países en el mundo.
En los meses que siguieron se efectuó el primer traslado de 30 familias a la finca San Valentin y se han tenido varias reuniones de seguimiento  en la Secretaria de Asuntos Agrarios - SAA- y FONTIERRAS donde se acordó una hoja de ruta para el segundo traslado de 110 familias a la finca Sáctela y la búsqueda de otras fincas para el resto de familias. Sin embargo hasta la fecha los avances han sido mínimos. Preocupa mucho esta situación ya que hoy por hoy quedan todavía 739 familias en condiciones infrahumanas. Las familias desalojadas siguen padeciendo graves estados de indefensión evidenciada, entre otros aspectos, en el 54% de la niñez menor de 5 años que sufre de desnutrición crónica.[1]
De la manera más atenta le recordamos la vigencia de las medidas cautelares (MC 121-11) emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos -CIDH-, de la Organización de Estados Americanos -OEA- en junio de 2011 a favor de las familias desalojadas, las cuales consisten en: garantizar la vida y la integridad física de las familias; implementación de las medidas de asistencia humanitaria, incluyendo alimentación y albergue a los miembros de las comunidades desplazadas; necesaria investigación de los hechos de violencia ocurridos y que generaron la situación que hoy atraviesan dichas comunidades.
Ante esta situación, las organizaciones y comunidades de la Marcha Indígena, Campesina y Popular, Campaña Vamos al Grano Guatemala - CRECE y Oxfam Internacional reiteramos nuestra solidaridad con las familias desalojadas y le pedimos poner especial atención en agilizar el proceso de compra de fincas, traslado y reasentamiento digno para todas las 769 familias desalojadas en el Valle del Polochic. Estamos seguros que usted cumplirá con sus palabras expresadas el 19 de octubre del 2013 durante la entrega de los títulos a las primeras 140 familias, cuando dijo:
“Lo que nosotros decimos no son promesas, lo adquirimos como compromisos, y yo personalmente no voy a descansar hasta ver a esas más de 700 familias en un lugar que sea propio y que tengan un techo digno y los recursos para vivir como se merecen”
Esperamos contar con su compromiso y acción para garantizar el acceso a tierras y agilizar el proceso para cumplir con las familias desalojadas en el Valle del Polochic.
Atentamente,
Las comunidades del Valle del Polochic, las organizaciones y comunidades de la Marcha Indígena, Campesina y Popular, la Campaña Vamos al Grano -CRECE- y Oxfam Internacional
Guatemala, 27 de marzo de 2014

Cc: Comisión Interamericana de Derechos Humanos -CIDH-, Organización de Estados Americanos -OEA-, Comisionado James Cavallaro, Relator para Guatemala de Organización de Estados Americanos -OEA-.,Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos -OACNUDH-, Delegación de la Unión Europea en Guatemala, Misiones Europeas en Guatemala, Misión de Suiza, Misión de Noruega, Amnistía Internacional, Guatemalan Human Rights Commission, Brigadas Internacionales de Paz, Fondo  de Tierras, Secretaria de Asuntos Agrarios, Sistema Nacional de Dialogo, Procuraduría de los Derechos Humanos -PDH-, Comisión Presidencial para los Derechos Humanos -COPREDEH-, Instancia de Análisis Contra Ataques a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos del Ministerio de Gobernación, Fundación Guillermo Toriello, Unidad de defensoras y defensores de DDHH -UDEFEGUA- .

miércoles, 26 de marzo de 2014

Ahora sí los bomberos.


“Seguimos orando por ustedes ” dice esa parte de la sociedad que encuentra en la fe el pretexto perfecto para curar la angustia cuando es ajena o  más bien para sentir que está haciendo algo por los demás y no cargar con el peso de la culpa,  es decir la indiferencia.

Con lo acontecido en el mercado La Terminal mucho se ha dicho  poco se ha hecho, típico de Guatemala, nuestra tan vapuleada idiosincrasia.

Éstas letras no tratan de la pérdida en ese mercado, ni del dolor de las personas que vieron convertirse en cenizas lo único que tenían para sobrevivir, mi letra de hoy trata de la peste que somos como sociedad.

Culpamos a otros siempre, evadimos responsabilidad y juramos ser buenas y buenos guatemaltecos solo porque no tomamos un arma y vamos a asaltar a cualquier  que se nos atraviese en el camino , cuando lo cierto es que somos un lastre por donde quiera que nos miren o nos miremos. Intentamos ocultarlo todo el tiempo con nuestra doble moral.

Y un claro ejemplo es la situación perenne de los  bomberos, cierto es que los gobiernos que hemos tenido han sido una  boñiga, ni hablar del actual que tiene sangre en las manos, pero ese es tema aparte hoy hablo de nosotros, de nosotras.

Las y los bomberos son héroes todos los días pero con la desgracia del incendio en el mercado la vida les dio la oportunidad de  ser percibidos y elogiados, hipócritamente alabados.  Son personas que arriesgan sus vidas las veinticuatro horas del día, todos los días del año lo de ayer para ellos fue un día de gajes del oficio. Todos los días apagan incendios sin tener agua al alcance, salvan vidas  en accidentes automovilísticos sin tener  el recurso material.

Cuando un alud aparece son ellos los que se lanzan al rescate de sobrevivientes y de los cuerpos. Cuando  hay balaceras son ellos los que asisten a los heridos. Ellas y ellos van y vienen y somos incapaces de percibirlos porque el derecho de nuestra nariz no nos lo permite, porque somos azadones.

¿Buscaba héroes? ¿Heroínas? Pues ahí están y son de carne y hueso, deje de estar alabando deportistas mediocres que son parte de  la industria del entretenimiento sobornado. Cómprese una playera que diga “bombero, bombera”  si no existe pues mándele a hacer y si quiere póngale nombre así como venden las de los equipos de liga internacional. Bombero voluntario. Bombera Municipal. Y sienta el orgullo de tener heroínas y héroes que son parte del cambio.

Como toda bulla que se termina al tercer día –como la goma- la alharaca por alabar  la labor que realizaron las y los bomberos en el incendio del mercado La Terminal   ya está agonizando, será ceniza como los mismos escombros del mercado. Volveremos a nuestra realidad tan parca  y desabrida, tan pútrida y ensimismada y con ella el anonimato de los bomberos   habidos y por haber.

Como la vida es un aprendizaje constante no dejemos pasar las lecciones sin haber aprendido de éstas, ojalá que de ahora en adelante cuando miremos una o un bombero pidiendo colaboración monetaria en un semáforo no les tiremos el carro, la moto o la camioneta encima y todavía con tal descaro y prepotencia  los insultemos por estarnos quitándonos  el tiempo.

Ojalá que cuando vayan esas ambulancias pidiendo espacio en la carretera porque llevan una emergencia les dejemos la vía libre para que transiten,  en lugar de hacer lo de siempre. Lo de siempre que no necesita nombre porque ya tiene muchos.

Cuando vea una o un bombero extiéndale la mano y dígale que agradece su entrega y su conciencia –la que usted no tiene- que se siente  una persona honrada  de poder estrechar su mano. Mínimo haga eso.
Y si la conciencia le da deje de comprarse una hamburguesa y done ese dinero para que ellas y ellos puedan tener los recursos materiales para velar por usted y por quien necesite de primeros auxilios.
Empecemos por el principio y démosles  las gracias por arriesgar sus vidas para salvar la de otros.  Atrevámonos a reconocer que en Guatemala hay héroes y heroínas  y no precisamente salen en televisión. 

Después del principio hay otras medidas que serían de beneficio  - en todos los ámbitos habidos y por haber- si tuviéramos la capacidad de reacción, memoria, dignidad, decencia, sed de justicia  y el brío pero hablar de eso es gastar pólvora en sanates.


Ilka Oliva Corado.
Marzo 25 de 2014.
Estados Unidos.


martes, 25 de marzo de 2014

Más que cenizas en La Terminal.


Solo quien ha sido y es vendedor, vendedora de mercado sabe el dolor que están sintiendo las personas que tenían sus locales en La Terminal y que se convirtieron en ceniza. Dolor agrio que se vive en la invisibilidad de un sistema y de una sociedad de mierda. El resto podrá criticar el proceder de los bomberos, de la mala organización, de la falta de agua, del mal gobierno. Podrá decir que  lamenta mucho lo que está sucediendo. Que pobre gente, que ojalá se recupere pronto. Que Dios los cuida. Que sabrán salir adelante.  Los racistas y clasistas podrán maldecir que las llamas no consumieran el mercado en su totalidad. Pero el dolor, el dolor crudo solo lo siente quien ha visto pasar la vida desde un puesto de mercado.

No es la primera vez que se incendia –o que provocan los incendios- La Terminal,  he visto arder en llamas a ese mercado en muchas ocasiones a lo largo de mi vida, lo vi de niña, de adolescente y mujer. Lo sigo viendo como la heladera que soy y mi sentimiento es de vendedora de mercado, no puede ser otro. Mi sentir es el mismo de quienes le roban horas al día para buscarse el sustento en el vaivén de un mercado. La Terminal de mis avatares, cuánta historia y cuánta esencia esconden sus pasillos, interminables  vivencias de gente que se atreve a enfrentar la adversidad en un país tan descabal.

No sé cuántas veces me han dicho en mi vida que tengo boca de vendedora de mercado y lejos de ofender me honran:  porque no tengo solo la  boca, también  el cansancio, el hambre, el desasosiego, la frustración, la urgencia, el contratiempo tocando a mi puerta. Tengo mis hombros exhaustos, mis lágrimas secas y el ímpetu de no agachar la mirada y continuar de frente desafiando la inequidad. Porque ésa es mi realidad,  porque soy mercado, porque eso es el mercado, porque imperceptible a los ojos de quien no sabe –o no quiere- mirar, viven miles que también se atreven a soñar. La mujer que escribe estas letras fue, es y será vendedora de mercado.

El mercado tiene su propia atmósfera, única, sui géneris.  Una cosmovisión que pocos entienden y perciben. Se puede ver la solidaridad humana en toda su expresión  en un mercado, ahí nadie está por encima de nadie,  nadie se queda sin comer, ahí sobran hombros y lealtad. Sobra la valentía.  Si alguien cae hay diez pares de manos ayudándole  a que se levante. Si alguien  no tiene para el pasaje ni  qué decirlo , siempre hay alguien que le ofrece lo de su almuerzo  del día siguiente para que  suba en ese autobús y vaya donde tenga que ir sin preguntarle para cuándo lo devuelve.

Cuánto le debo yo al mercado. Cuánto a las personas que le dan vida. En el mercado La Terminal mi papá trabajó de cargador de bultos cuando recién llegamos a vivir a la capital, La Terminal me vio de  transformarme de niña  a mujer,  todos los lunes a las cinco de la mañana ya estaba adentrándome en sus corredores, buscando la fruta para hacer los helados. Conozco ese mercado como la palma de mi mano.  Inicié cuando tenía 8 años de edad, iba sola con mi costal de manta y fue el último mercado que caminé antes de emigrar. No podía irme de mi país sin despedirme de una de mis querencias más añejas. Le debo mi fascinación por las líneas de tren a la ferrovía que lo atraviesa. Al igual que ellos mis días comenzaban a las tres de la mañana y terminaban a las doce de la noche.

Ese mercado donde no solo fui a comprar sino donde aprendí de su singular proeza, donde desde niña conocí el esfuerzo de miles que despiertan el día antes de que el gallo cante. Pluricultural, multilingüe y multiétnica así es  La Terminal.

Es injusto y desconsiderado que alguien se atreva a tildar de culpables a los y las vendedoras de ese mercado por el incendio que bomberos sin los recursos necesarios no pueden apagar, culpable es esta sociedad miope, que cuando habla es para criticar no para ser parte del cambio. Culpable es este sistema que a los ricos los hace más ricos y a los pobres más pobres.

Cuánto cuesta en los hombros de un vendedor, vendedora  de mercado poder proveer de techo, alimento y educación formal a una cría, a sus crías. Cuánto cuesta evadir las miradas que calumnian, señalan, enjuician, desacreditan el esfuerzo íntegro de quien tiene que buscar debajo de las piedras  las herramientas para sobrevivir porque diariamente le son arrebatas.

No es un solo un incendio que se llevó las cosas materiales, no. Es un incendio que se llevó el esfuerzo de vidas enteras trabajando  a deshoras, ahí donde quienes venden en su mayoría son migrantes que buscaron sustento en la capital y que abandonaron sus terruños. La mayoría analfabeta pero con una dignidad que hace temblar a cualquier egresado de universidad.

Se podrá realizar un análisis profundo de esos que entregan impresos los gobiernos, la gente que sabe de sociología, antropología, inclusive  psicología, medicina también, haciendo un recuento de los daños materiales y resabios  emocionales entre los afectados y atreviéndose a recomendar tales o cuales procedimientos para prevenir o para lidiar.

Pero nadie absolutamente nadie que no haya vendido  en un mercado por más conciencia que tenga, podrá jamás sentir el dolor y la desolación que están viviendo esas familias en este momento ni los tiempos que están por llegar. Nadie que no haya crecido ni vivido en la invisibilidad. Característica especial de quien vende en  un mercado es que solo los mismos vendedores conocen sus nombres reales , porque si es mujer esta sociedad clasista y racista la llama María y la trata de vos y si es hombre lo llama Juan y lo trata de vos, eso cuando le quiere poner un nombre de lo contrario lo llama por el producto que vende. Yo vendía helados y me dicen hasta el día de hoy heladera, pocas personas saben mi nombre.

Pocas personas de las que ya están realizando un análisis del incendio sea como tema de conversación a la hora de la refacción, en la parada de bus, a la hora del almuerzo, o como parte de su trabajo, han pensado en las y los vendedores del mercado La Terminal como personas que tienen un nombre, una vida, una ilusión. Si acaso se estará pensando como un conglomerado de “pobre gente pero es necia porque no se sale de ahí” “saben que no hay seguridad, ni agua, ni infraestructura” “eso les pasa por querer estar ahí amontonados”.

Por supuesto que  lo soñado es que ese mercado no esté en las circunstancias en que ha sobrevivido durante décadas, no solo ese sino todos los mercados de Guatemala que tiene características en común. Mi letra de hoy no es para hablar del sistema ni de esta sociedad.  ¿Qué traerá el mañana para quien hoy amaneció con su sustento vuelto cenizas? ¿Quién que hoy critica les dará de vuelta su puesto de mercado?
Nadie, absolutamente nadie.  Pero aun así saldrán adelante porque lo han hecho toda la vida por generaciones enteras, si de algo saben es de adversidad. Para hablar de un hombre o de una mujer de mercado hay que lavarse la boca con arenilla roja y piedra poma. No cualquiera tiene la honra de enfrentar honestamente tanta inequidad.

 Mi letra de hoy es el dolor invisible e incuestionable que solo sentimos quienes hemos visto pasar la vida en un puesto de mercado.  Mi letra de hoy es para las Marías y Juanes  habidos y por haber en los mercados del mundo entero.  Porque Marías y Juanes soy yo.
Porque de las cenizas resurgirán en retoño de encinales, porque la raíz tiene de nombre: dignidad. A ustedes mi letra, mi amor y mi lealtad siempre.

Ilka Oliva Corado.
Marzo 25 de 2014.
Estados Unidos.



Apolonia.



Llegamos a  Matamoros  después de atravesar Guatemala y México. Éramos 40 de ese viaje  y en la puerta de la casa nos entregó el coyote que venía con nosotros desde El Salvador nos dijo que ahí quedábamos  en manos de otros polleros que nos pasarían a Estados Unidos y que allá serían otros lo que nos entregarían a nuestros familiares.
 La casa estaba rodeaba de hombres armados, vestidos de negro y tenían de esas armas que les dicen cuernos de chivo, cuando entramos  vimos que había más gente alrededor de unas cincuenta personas que estaban encadenadas de pies y manos, todas sin ropa los hombres solo en calzoncillo y las mujeres en sostén y blúmer, nos  ordenaron que nos quitáramos la ropa y nos pusieron las cadenas. En las habitaciones tenían a menores de edad, varios niños y adolescentes.

Soy de El Salvador de un departamento llamado La Libertad en el grupo veníamos hondureños, guatemaltecos y salvadoreños todos nos juntamos en Tapachula cerca del río Suchiate el coyote ya había quedado así con cada uno pero nadie sabía cuántos éramos solo nos había dicho que había más gente de otros países.  Emigré porque me separé de mi esposo que me pegaba mucho y violó a mi niña mayor que tiene trece años, no es su papá pero sí el de mis otros cuatro niños. Ella es producto de una violación que me hizo un hermano de mi papá cuando yo tenía catorce años, mi familia no quiso denunciarlo y así se quedó. Tengo veintidós  años de edad.

Mi esposo tiene orden de captura pero se desapareció  y ni su familia sabe en dónde está. Me vine a buscar un futuro para mis hijos porque no quiero que se queden analfabetas como yo, no quiero que tengan la misma suerte por eso preferí dejarlos. Es bien dura la vida cuando no se tiene estudio cualquiera se aprovecha de la situación.

En la casa nos encadenaron de pies y manos y nos dijeron que  nuestra suerte había cambiado. Intentamos resistirnos cuando llegamos pero no pudimos porque tenían a muchos hombres con  armas de fuego apuntándonos.  Nos violaron a todos a hombres y mujeres.

Nos tuvieron veinte días ahí y durante ese tiempo llegaban hombres y les pagaban para poder violarnos, no estoy segura pero creo que   diez dólares por veinte minutos.  Por los niños pagaban más creo que treinta. Era un infierno eso porque los pobres niños lloraban tanto y gritaban pero les tapaban la boca con pañuelos que les amarraban. Solo un tiempo de comida al día nos daban que era un pan tieso y un vaso de agua.  Estábamos en la sala ahí nos tenían todo el tiempo y cuando llegaban esos hombres nos mentían de dos en dos en las habitaciones y ahí nos violaban,  a los veinte minutos entraban otros, nos rotaban pero siempre durante el día nos violaban de diez a veinticinco hombres.

A los hombres también los vendían por ellos pagaban quince dólares y los dejaban una hora con cada cliente, también encadenados para que no hicieran nada.
Para ir al baño solo nos dejaban dos veces al día, una en la mañana y otra en la noche.   A los que ya tenían 20 días se los llevaban y los cruzaban  a Estados Unidos.
Cuando llegó nuestro turno  ya había llegado otro grupo de unas sesenta personas y ellas se quedaron en las mismas circunstancias que nos tocó a nosotros.   Nos subieron a carros de doble tracción y en la frontera otro coyote nos cruzó, del lado de Estados Unidos ya en Texas nos esperaba un grupo de polleros que nos subió   a un camión de mudanza y nos llevó a  una casa-bodega.

Tres días nos estuvieron violando y después llamaron a nuestros familiares para pedirles dos mil dólares más  y les dijeron que si no los tenían para el día siguiente nos iban a matar.  El dinero tenían que llevarlo para el día de la entrega.  De uno en uno nos iban entregando.  A mí me esperaba un primo y me entregaron en el estacionamiento de un centro comercial. De ahí viajamos en carro hasta Nueva York.
Así llegué a Estados Unidos ya llevo seis meses viviendo aquí y trabajo en una fábrica empacando cubiertos desechables. Me pagan a seis dólares la hora y trabajo de doce a catorce  horas dirías de lunes a viernes y los fines de semana limpio oficinas ahí me pagan a cinco dólares la hora, trabajo de ocho a once horas cada día.
Vivo en el apartamento de mi primo, ahí renta otra familia más. El apartamento es de dos habitaciones cada familia tiene tres hijos y usan un cuarto para cada una, comparten la sala  y la cocina, yo duermo en un sillón en la sala. 

Estoy ahorrando para pagar el dinero que presté a mi primo para poder llegar a Estados Unidos, son doce mil dólares eso costó la cruzada. Estoy enviando dinero a mi mamá para la escuela de mis hijos y sueño con comprarles una casita juntar para poner un negocio y regresarme, estar aquí no es vida.

Ilka Oliva Corado.
Marzo 24 de 2014.
Estados Unidos.