jueves, 29 de mayo de 2014

Contemplación o acción Nuestras sociedad es imprevisible, nunca se sabe qué va a suceder.



Miguel Ángel Albizures

No sabemos hasta cuándo la población tome plena conciencia del tipo de gobierno que tenemos, al que poco o nada le importan la Constitución o la independencia de poderes. No es casual la existencia de una Corte de Constitucionalidad sometida, un Congreso obediente y Comisiones de Postulación ad hoc a sus intereses. Hoy  la emprende contra la Academia intentando, sin llenar requisito alguno, tomar el control de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) tratando de imponer un director, pues como bien lo señala la comunidad académica de Flacso,  “esta acción representa un segundo intento de intervención gubernamental a la Flacso Guatemala, así como una afrenta a las ciencias sociales independientes en el país…/ Rechazamos de manera contundente los intentos de intervención que atentan en contra de las instituciones democráticas, el libre pensamiento y la autonomía académica”. Ya vemos como está la Universidad de San Carlos y el tipo de asociación de estudiantes que tenemos. La autonomía es solo un decir, pues falta librar una intensa lucha para rescatarla.  

Por ello, no es raro que el gobierno pretenda una continuidad de dos años en el poder o la reelección, pues la sociedad sigue indiferente, pero también sabemos que nuestra sociedad es imprevisible, nunca se sabe qué va a suceder, pues pasa indiferente a hechos que ameritan una respuesta inmediata y contundente y no mueve un dedo. Otras veces la espontaneidad de sus reacciones se deja sentir por aquello que parece simple y que podría pasar sin que nadie haga nada, pero se arma el jaleo y hace temblar a más de un funcionario. Suceden montón de cosas en la comunidad sin que se haga nada, pero en un momento dado, un supuesto ladrón, violador o un alcalde se ve rodeado por una muchedumbre enardecida dispuesta a todo, a enfrentar a las autoridades a pedradas, quemar edificios o carros policiacos. En La Puya, la gente estaba enfrentando a la Policía con alabanzas a Dios, pero después que volaban las primeras bombas lacrimógenas y sintieron los garrotazos, empezaron a volar las piedras; es ahí donde cobra  validez la expresión que la violencia trae más violencia o provoca la violencia. Lo peor de todo es que sea el Estado el que usa la violencia contra las comunidades y que sea en defensa de intereses  empresariales. No es la primera vez, ni es la última, pues cuando un gobierno se convierte en guardián de los intereses transnacionales y del poder económico nacional, lo único que se puede esperar de él es su intento de someter a golpes a los sectores críticos y descontentos o académicos, e irse convirtiendo poco a poco en un temible dictador, tipo Ubico.      La presencia espontánea de jóvenes frente al edificio del Ministerio de Gobernación, después de la agresión policiaca a las mujeres en La Puya,  es una muestra de ello. La juventud no está dispuesta a ver con indiferencia la violencia contra quienes defienden los recursos naturales y la vida. Por eso hay que pasar de la contemplación a la acción, o tendremos dictadura quién sabe cuánto tiempo.

http://www.elperiodico.com.gt/es/20140529/opinion/248302/

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