No es la primera vez que algunos miembros de ese alto
organismo actúan con parcialidad.
Las declaraciones que el 20 de junio pasado dio el magistrado Roberto Molina Barreto aelPeriódico, sí rebalsan el vaso, pues un defensor de la Constitución no puede, en ningún momento, decir sin ningún grado de vergüenza que el fallo con tres votos a favor y dos en contra de Otto Pérez Molina fue por el peligro de que se rompiera el orden institucional, o sea el aspecto eminentemente jurídico no tuvo nada que ver, el apego a la Constitución que están llamados a mantener mucho menos, pues basta el rumor político intencional que se ha dado de un golpe de Estado, para que ellos voten para proteger las espaldas al Presidente que no se atreve a enfrenar en los tribunales, las acusaciones y denuncias que existen en su
Con el nuevo fallo tres a uno, que deniega el amparo al Presidente, se corrige lo actuado, pero Molina Barreto y Héctor Pérez Aguilera siguen plegados a intereses espurios que favorecen la impunidad. Aliviados estamos con magistrados de ese calibre que a un estornudo de los gringos o del CACIF, se limpian con la Constitución y dejan viendo el cielo estrellado a la población que exige la renuncia del mandatario y que por la vía legal, otros buscaban el recambio y juzgamiento para que no queden impunes los múltiples hechos de corrupción que han sido denunciados. Mucha razón tenía la presidenta de la Corte Gloria Porras de cuestionar con fervor la resolución política de sus colegas magistrados, pues no es la primera vez que algunos miembros de ese alto organismo actúan con parcialidad y basta recordar cuando en los años noventa dieron paso a la candidatura presidencial de Ríos Montt o la suspensión del histórico juicio y anulación de la condena por genocidio que dio el Tribunal presidido por la Jueza Yassmin Barrios. Los nombres de magistrados como Roberto Molina Barreto, Héctor Pérez Aguilera y María Araujo, deben ser grabados en la memoria ciudadana, pues representan un respaldo tácito a la impunidad y no a la institucionalidad y eso, lo deben tomar en cuenta los y las ciudadanas, jóvenes, hombres y mujeres que abarrotaron las plazas públicas en contra de la corrupción, por la renuncia de funcionarios responsables o cómplices y por una transformación profunda del Estado, pero para ello es necesario, hoy más que nunca, no ceder en la lucha y la presión para sentar precedentes imperecederos que futuros gobernantes deben tomar en cuenta.
Se han dado pasos importantes y se puede lograr mucho más si la presión ciudadana se mantiene para que el sistema de justicia cumpla con la grave responsabilidad de extirpar el cáncer que corroe a las instituciones del Estado y a los
partidos políticos infestados por el crimen organizado.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150702/opinion/14397/El-fallo-pol%C3%ADtico-de-la-Corte.htm
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