Miguel Ángel Sandoval |
Las previsiones eran catastróficas. De una parte se decía que los conservadores defensores de los corruptos e impunes y sus resortes en el poder, iban a desencadenar la represión, especialmente por el cambio en el ministerio de gobernación. Contaba en la idea de una posible salida represiva, el incidente del jueves en el congreso, pero queda demostrado que la firmeza y serenidad de las movilizaciones son un disuasivo a las prácticas represivas. En esa perspectiva se puede afirmar que hay maduración democrática del país. De otro lado, se dudaba por muchos observadores, de la capacidad de convocatoria de las organizaciones sociales, sobretodo, por la ausencia del CACIF en los convocantes, pero especialmente, por su abierta oposición.
A ello se sumó la campaña desatada por los canales de Ángel Gonzáles y las radios de esa corporación. En donde un discurso sobre las acciones “violentas” en los alrededores del Congreso la noche del jueves anterior se convirtió en la punta de lanza de esa ofensiva. En síntesis, el discurso de que 2017 no era 2015, el rechazo del Cacif, la tozudez gubernamental y la campaña mediática, hacia dudar a medio mundo. No obstante, la plaza se vio rebalsada por los miles y miles que salieron a las calles.
No discuto si fueron más o menos miles, solo digo lo que vi. La plaza a las 11am estaba casi llena y no dejó de recibir gente durante el resto del día. Solo entrada la tarde noche, y una fuerte lluvia mermaron un poco esa presencia masiva. Pero la historia del paro nacional no termina con la plaza rebalsada, con las calles inundadas de gente y las redes sociales desatadas. Hay algo más.
Especial mención a la masiva participación estudiantil. Miles y miles de sancarlistas, y de otras universidades colmaron las avenidas de la capital. Fue la primera aparición pública de la renovada AEU y hay que decirlo, en la mejor tradición de esta agrupación estudiantil. A tono con la demanda del país. Fue estremecedor.
El paro fue nacional a juzgar por todos los reportes que durante el día se fueron recibiendo vía la TV independiente. De acuerdo con esos datos y las imágenes en tiempo real, solo dos departamentos no forman parte de los reportajes. Baja Verapaz y Petén... En el resto de departamentos hubo fuertes movilizaciones de gente, trabajadores, campesinos, estudiantes, pueblos indígenas, ciudadanos comunes, en Alta Verapaz o Jutiapa, San Marcos o Chimaltenango. En suma, en toda la geografía nacional.
El hecho de que fuera un paro nacional sin los empresarios rompió un mito más. Ya antes se había roto el mito de los empresarios como buenos y puntuales contribuyentes fiscales, o empresarios honorables, como quedo evidenciado en los casos que destapo la Cicig como el de cooptación del estado y otros. En esta ocasión quedo demostrado que los sectores sociales populares si pueden convocar a un paro nacional y al mismo tiempo, colocar en el imaginario del país una agenda política.
Las demandas de la jornada quedaron puestas sobre la mesa nacional con total claridad: a) renuncia de los 107 diputados, b) renuncia del presidente, c) reforma a la LEPP. Durante el día, los diversos grupos que participaron dijeron de una forma u otra las mismas demandas. Con firmeza, con coherencia, a nivel nacional. Lo escuche en Jutiapa, Jalapa, Puerto Barrios, Chiquimula, Zacapa, Retalhuleu, San marcos, Quetzaltenango, Totonicapán, Suchitepéquez, en fin, en todo el país.
Y dato novedosísimo en varios departamentos se vio a municipios sumarse al paro nacional. Se superó la idea de la capital como único centro político y en el #20S las demandas se dijeron en casi todos los departamentos y una cantidad de municipios. En pocas palabras, un enorme movimiento social que no cabe en las propuestas pírricas de dialogo de los empresarios, menos en el cascaron del Foro Guatemala.
Estos son los datos duros de un día como el 20 de septiembre. En esta ocasión se rompió el espacio casi coto cerrado de las elites, se planteó un nuevo escenario que deberá de ser tomado en cuenta por todos los sectores del país. Es por ello que el congreso de la república no tiene ningún rol a desempeñar salvo el que la sociedad le dicte. Es el caso del antejuicio al presidente que deben conocer ya. El Cacif, o el foro Guatemala, no pueden pues no gozan de legitimidad, plantear fórmulas de dialogo sin las mayorías sociales o peor, sin tomarlas en cuenta, olvidando que son propuestas que se expresaron en todo el territorio nacional.
Es lo mismo con el gobierno que carece de la menor legitimidad para intentar superar la crisis abierta por su ineptitud, con llamados vacíos a diálogos sin posibilidades, sin contrapartes y sin resultados.
Y desde otra perspectiva, vimos el ocaso del sistema de partidos políticos que luego de tanto error cometido, de tanto fraude, de tanta corrupción a la sombra de las campañas electorales, está en el límite de su existencia. Pero lo más grave es que no son referente de nada de futuro, de nada positivo. Son expresión de lo que la gente quiere expulsar de sus vidas y procesos.
Otro de los datos a retener de la jornada del 20S, es que el planteamiento de una ANC aparece con claridad como un paso a dar, como un proceso indispensable, solo que se tiene una percepción fundada, de que el tiempo de la misma no llega aún, pero que debe llegar en medio del actual movimiento social, en las actuales condiciones del país.
En síntesis, el 20S se inscribe en la mejor vertiente del proceso que se inicia en su fase de demostraciones masivas en abril de 2015, con mayor madurez ciudadana, con mejor comprensión de sus posibilidades y capacidades. Quizás y esto es lo más destacable, que no hay en la condiciones actuales, temor por un nuevo periodo de adormecimiento o de expectativa sin movilización. Me parece que la sociedad guatemalteca y no las élites tradicionales, luego del 20 de septiembre y su impacto nacional, está a la altura de ser el actor de los cambios que el país demanda.
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