-Ruth del Valle Cóbar / HILANDO Y TEJIENDO: MEMORIA Y DERECHOS HUMANOS–
Ruth del Valle |
Jacobo Árbenz Guzmán, quien llegó a ser presidente de Guatemala, tenía orígenes suizos. Amó entrañablemente a esta patria, por la que dio su vida, tras de un largo exilio producto de su derrocamiento por las fuerzas estadounidenses.
Mauro Calanchina, el fotógrafo suizo-italiano que a inicios de los años 70 abandonó su tierra en el Ticino para buscar un mundo mejor, llegó a Guatemala a inicios de la década, cuando las luchas populares se incrementaban y la represión de los regímenes militares cobraba las vidas de los dirigentes. La guerrilla del oriente y del nororiente había sido “derrotada”, sus filas diezmadas, su capacidad de combate disminuida. Las organizaciones populares se reorganizaban y lanzaban sus consignas, defendiendo los derechos humanos de la población.
Mauro llegó y se quedó en Guatemala. Se enamoró de esta tierra, de sus colores, de sus olores, de su gente y de su lucha. Tanto así que entregó su vida a la construcción de una Guatemala democrática, en paz, solidaria, socialista. Su vida no fue solo detrás del lente, su vida se complementó en el frente de batalla. Mauro fue coherente con sus sueños y sus pensamientos. Fue un verdadero comunista.
El exilio, la huida, la clandestinidad, lo llevaron lejos… pronto volvió a esta tierra para continuar sus luchas y sus batallas en Guatemala. Salvó la vida, salvó muchas de sus fotografías cuando allanaron su estudio y secuestraron a sus colegas.
Pero hubo un infiltrado que no percibió, uno que por años fue haciendo un trabajo clandestino, una labor de zapa, que fue diezmando la fortaleza física de Mauro… un cáncer, la herencia de los dolores internos, de las rabias contenidas, de las angustias vividas, de los gritos no expresados. Un cáncer que se instaló y que, cuando Mauro se dio cuenta, ya había tomado control de su cuerpo, pero no de su mente ni de su corazón.
Cuando Mauro resultó enfermo, sus compañeros le hicimos varios homenajes en Guatemala, porque sentíamos que era el momento de comenzar a despedirnos de sus ojos inquisidores, de su sonrisa a media boca, de su cigarro permanente, de sus colochos despeinados. La respuesta fue incalculable. Desbordaban los salones y las exposiciones. Recuerdo aquel homenaje en el Musac y en el Centro Cultural de España, llegó tan tarde que pensamos que no llegaría. Mauro era conocido por llegar tarde… pero siempre a tiempo.
Así fue su cita con la muerte, llegó tarde pero a tiempo. Falleció el sábado 27 de septiembre a las 4 de la mañana (hora de Suiza), es decir el viernes 26 de septiembre a las 8 de la noche (hora de Guatemala). Mauro llegó a tiempo para estar al día siguiente (el 28 de septiembre) junto a todos aquellos comunistas, militantes del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) y de la Juventud Patriótica del Trabajo (PGT) que nos antecedieron en el camino, que fueron asesinados o desaparecidos por las hordas militares, que han estado y seguirán estando en alguna parte velando por este sueño de construir una Guatemala solidaria, de paz y democracia para todos.
La historia y la memoria del movimiento social y popular en Guatemala no está completa sin las fotografías de Mauro, sin su presencia permanente en todas las marchas, en todas las protestas, en las banderas a media asta en la USAC, en los entierros con claveles en alto.
Mauro no se fue, nunca podrá irse; hoy lo recordamos con el corazón a la izquierda y el pensamiento comprometido. Fue a encontrarse con Oliverio, Ciani, Interiano, Baiza, Colindres, Danilo, Julio César, Iván Alfonso, Marco Tulio, Julio Alberto, Marilyn, Carlos Ernesto, Edgar Raúl, Aura Marina, Edgar Fernando y tantos otros que están “allá”, esperándonos.
Fotografía del archivo de Ximena Morales.
http://gazeta.gt/otro-suizo-en-guatemala-mauro-calanchina/
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