“QUEREMOS SER TESTIGOS DE LA VERDAD” (cfr. Juan 18,37)
Los obispos de Guatemala, queremos ser testigos de la Verdad, como Jesús, nuestro Maestro. Por ello, al finalizar nuestra Asamblea Plenaria, compartimos con este comunicado, algunas preocupaciones, desconciertos y deseos que nacen de nuestro corazón de pastores al ver la realidad de nuestro país.
Nos preocupa constatar esa falta de rumbo que muestran los organismos del Estado: el sistema político vive bajo la dictadura de la corrupción y pone en gravísimo peligro su existencia, pues mientras su credibilidad delante del pueblo ha disminuido enormemente, la desconfianza y desencanto hacia él han aumentado.
El Congreso de la República sigue su carrera hacia el abismo, al haber elegido una Junta Directiva, cuyos miembros fueron firmantes del así llamado “Pacto de corruptos” y mostrarse reticentes a hacer las reformas necesarias al sistema electoral y de partidos políticos, exigidas por el pueblo, sin tomar en cuenta elementos importantes que desde el año 2015 se habían formulado en las “mesas de trabajo y discusión”, para elaborarlos.
El organismo judicial no está a la altura de lo que debe ser, cuando en diversos casos se atrasan los procesos judiciales o algunos de sus miembros, emplean recursos reñidos con la ley, sin ética alguna y ceden a sobornos o amenazas, olvidando que son súbditos del imperio de la Ley.
El organismo ejecutivo toma algunas decisiones que muestran su incompetencia para dirigir el país o sencillamente, no las toma para resolver los problemas crónicos de la población guatemalteca en temas como la atención en la salud y la desnutrición crónica infantil, en la educación formal, en la infraestructura vial, en las reformas al sistema penitenciario, en la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de drogas, personas y armas.
Nos preocupa el aumento del empobrecimiento de la mayoría de la población, el flujo migratorio hacia el Norte de América, el aumento de las deportaciones de nuestros paisanos, la problemática agraria.
Nos preocupa la violencia, las extorsiones y la existencia de redes políticas y económicas ilícitas que fortalecen la impunidad y sostienen la corrupción, aprovechándose del modelo económico vigente en favor de su enriquecimiento, como también , la conflictividad social, la polarización de la sociedad y las acciones de poderes escondidos que irrespetan la ley.
Nos desconcierta la falta de cohesión y articulación de los sectores sociales, empresariales, académicos y religiosos para levantar al país del profundo agujero en el que ha caído. Sobre cualquier interés particular o de grupo debe prevalecer el amor por Guatemala.
Desconcierta también la indiferencia de muchos cristianos, que se encierran en su “mundo religioso”, cerrando los ojos delante de tantos “Lázaros” que están a sus puertas.
Desconcierta que muchísimos guatemaltecos no caigan en la cuenta de esta situación.
Deseamos que las comisiones de postulación para elegir el próximo Fiscal General de la Nación y el Contralor General de Cuentas, cumplan con la gravísima responsabilidad de elegir a personas con valores éticos, capacidad profesional y académica, proyección social y vocación de servicio al pueblo.
La responsabilidad del presidente de la República en el nombramiento de estos funcionarios será motivo de juicio por parte de Dios y de la historia.
Ante este panorama descrito, de modo breve y limitado, los Obispos de Guatemala, desde nuestra identidad de Pastores y ciudadanos responsables, reafirmamos nuestros deseos y compromiso de colaborar desde nuestras diócesis y vicariatos, a transformar esta realidad dramática.
Por ello urgimos y exhortamos a todos los guatemaltecos, hombres y mujeres, a unir y coordinar esfuerzos para lograr un país que viva la solidaridad en la verdad y en la realización eficaz del Bien Común.
Todos, como ciudadanos y cristianos, debemos cumplir con nuestra propia responsabilidad para hacer presente en la sociedad, comunidades y familias, el Reino de Dios, que es justicia, verdad, libertad y solidaridad.
Hacer que en nuestro país la voluntad de Jesús se cumpla: “he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (cfr. san Juan 10,10) es posible. Lo garantiza la verdad de su presencia entre nosotros.
No existe ninguna razón para perder la esperanza pues Dios nunca defrauda ni abandona a su pueblo.
Al finalizar este comunicado ponemos nuestros deseos, compromiso y esperanza en las manos de la santa Madre de Dios, para que Ella con su intercesión, los transforme en una hermosa realidad.
Guatemala de la Asunción, enero 19 del año 2018.
+Gonzalo de Villa y Vásquez
Obispo de Sololá – Chimaltenango
Presidente
Conferencia Episcopal de Guatemala.
+ Domingo Buezo Leiva
Obispo Vicario Apostólico de Izabal
Secretario General
Conferencia Episcopal de Guatemala.
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