Paulo Alvarado
OPINIÓN - PRESTO NON TROPPO
Difícil recordar; difícil olvidar. Difícil, también, decir la verdad; incluso, difícil mentir. Más difícil, hacer justicia; muy difícil, no buscarla. Memoria, Verdad y Justicia. Un lema que se aplica a la necesidad de enmendar toda una historia, la historia de América Latina. Es el nombre, al mismo tiempo, de una muestra cinematográfica que desde 2010 busca descorrer algunos de los velos que ancestralmente se han utilizado para esconder el conocimiento y la comprensión de la realidad de estas tierras. Un camino que ha recorrido el cineasta alemán Uli Stelzner, para llegar a miles y miles de guatemaltecas y guatemaltecos. Con nosotros ya ha compartido nueve de estos festivales cinematográficos y, desde hace dos décadas, sus películas.
La importancia del cine como una herramienta educativa, profundamente influyente en la vida de millones de personas, no se puede desestimar. Sobre todo, si el cine es documental y no puede valerse de recursos propios de la ficción, de todas maneras necesita guardar una visión poética que, sin desvirtuar la realidad —con frecuencia, muy cruda y dolorosa—, logra trasladar esa realidad al espectador solo cuando cumple con el postulado de constituirse en obra de arte. Si a esto le agregamos las condiciones totalmente inadecuadas que imperan en nuestro medio para el emprendimiento de cualquier iniciativa cultural, se comprenderá la dificultad que enfrentan los realizadores para crear un cine guatemalteco relevante y de muy alto nivel. Una demostración pequeña, aunque significativa, de esa relevancia, tuvo lugar el viernes por la noche en uno de los centros generadores de cine en el país, la Casa Roja. Se proyectaron dos cortometrajes prácticamente desconocidos, producidos hará ya medio siglo. Es el caso de la documental francesa “Alerta Guatemala” que incluye filmación de personalidades como Carlos Guzmán Böckler, Adolfo Mijangos y el entonces primer mandatario, Julio César Méndez Montenegro. Es el caso, asimismo, de la cinta “Todo Berlín está en tus Ojos”, rodada en la antigua República Democrática Alemana, sobre el poeta y militante revolucionario Otto René Castillo.
Fue ocasión, también, de rememorar la labor de documentalistas como el fallecido Alfonso Porres, Sergio Valdés Pedroni y, muy urgentemente, Boris Hernández y Arturo Albizúrez. Guatemala requiere de personas como Boris y Arturo, a la cabeza del proyecto Comunicarte, con una faena de producción y recopilación de más de un centenar de documentales y materiales fílmicos desde la década de 1990. Ahora son ellos y Comunicarte, quienes requieren de Guatemala. Mas, ¿estamos en la capacidad de entender que cuando hablamos de la lucha por recuperar la memoria, por evidenciar la verdad, por alcanzar la justicia, no hablamos de una lucha entre entes celestiales ni fuerzas sobrehumanas? Hablamos, con tristeza, de la lucha de unos seres humanos contra otros. El mejor ejemplo lo proporcionan siempre las instituciones armadas. En ninguna época, en ningún lugar, los ejércitos han sido aliados de sus pueblos. Su rol histórico, en cualquier circunstancia que nos tomemos el trabajo de investigar, ha sido el de constituirse en un enemigo común que, por ironía, brota de esa misma población, con la connivencia de aquellos que pueden salir beneficiados. Tal como lo señala Guzmán Böckler, en un momento de la documental francesa, es esa indisposición que exhibe nuestra sociedad —en especial sus clases altas— para cuestionarse y poner en duda sus verdades convenientes, a pesar de una memoria que persiste y de una justicia de la que estamos muy apremiados, y que el cine pone ante nuestros ojos.
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