DISCURSO EN NOMBRE DE RUTH MOLINA DE CUEVAS, ANA LUCIA CUEVAS Y ROSARIO CUEVAS, ACTO DE DEVELACIÓN DEL MURO EN MEMORIA Y RECONOCIMIENTO DE LAS VÍCTIMAS DE LA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS, QUE SUFRIERON GRAVES VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS DURANTE EL CONFLICTO ARMADO INTERNO EN GUATEMALA.
-Ruth Molina de Cuevas, Ana Lucia Cuevas y Rosario Cuevas | PUERTAS ABIERTAS–
Buenos días a todas las personas aquí presentes.
Con especial dedicación y cariño a quienes, al igual que nosotras, venimos a honrar la memoria de nuestros familiares universitarios, mártires, en la incansable lucha por la dignidad de nuestro país, que caracterizó a generaciones enteras, conscientes de su compromiso por un mejor vivir, en el que la existencia, no estuviese marcada por la injusticia y la marginación.
Desde épocas remotas, la Universidad de San Carlos constituyó un baluarte y una luz para la formación de juventudes con visión y lealtad, con un pueblo sumido en la ignominia, la miseria, la violencia y la marginación.
Con dedicación, esa visión fue cultivada desde la cátedra de hombres y mujeres, conocedores de la realidad nacional, quienes desde su espacio en la academia no pararon mientes, en lo que este compromiso significaba para sus vidas y, ciertamente, su segura muerte.
No podríamos terminar de mencionar los nombres de cada uno y una de ellas. Pecaríamos al dejar a alguien sin mencionar. Pero, sabemos que entre ellas se encuentran, compañeras y compañeros que entregaron sus vidas junto a las organizaciones políticas, estudiantiles, sindicales, gremiales, campesinas y un sinnúmero de expresiones del pueblo guatemalteco, que aun a costa de su sufrimiento centenario, continuó incansable en la búsqueda de la libertad.
Las vidas de nuestro hermano, Carlos Ernesto Cuevas Molina, y de nuestro padre, Rafael Cuevas del Cid, fueron dedicadas a esa razón de ser. La construcción de alternativas pacíficas ante la ignominia y la opresión.
Nuestro padre, desde las responsabilidades institucionales y políticas en la Decanatura de la Facultad de Derecho y la Rectoría para la construcción de una universidad para el pueblo y por el pueblo, así como en la lucha inclaudicable por evidenciar la realidad de los derechos humanos en el país.
Carlos Ernesto, en su compromiso con la población estudiantil y nacional, desempeñó su trabajo en el seno de la Asociación de Estudiantes Universitarios, junto a compañeros y compañeras, que al igual que él, fueron detenidos y desaparecidos forzadamente en 1984.
Todos ellos, encontraron la muerte, el exilio y la persecución a manos de las fuerzas oscuras, que hoy por hoy, gobiernan y exprimen sin misericordia las pocas fuerzas que aún quedan en nuestro país. Así lo fue también, la vida de Rosario Godoy Aldana de Cuevas. Mujer que desde su tierna juventud dedicó su esfuerzo por los más necesitados y excluidos de Guatemala. Uniendo sus voz a la de tantas miles de personas que buscaron y buscan a sus familiares desaparecidos.
El ejército de Guatemala, en nuestro caso, dejó la marca de su ferocidad implacable, durante el régimen de Mejia Víctores, a quien la muerte permitió evadir la justicia.
Justicia, que tras más de treinta años, recayó en esbirros de la categoría de Benedicto Lucas García y permitió sentenciar por cargos de genocidio a Efraín Ríos Montt. Mínima resarcitoria para quienes por décadas hemos persistido en nuestra justa demanda de esclarecimiento de los hechos, que llenaron de horror, terror y luto nuestras vidas.
Guatemala sería otra si tantos y tantas hijas de nuestra patria hubiesen tenido la oportunidad de una vida, una que permitiera el florecimiento de nuestra cultura, su pluralidad. Que invocara el saber y el honor de nuestras múltiples potencialidades. Haciendo de este, el espacio de la primavera, tantas veces invocada como anhelo.
Hoy, vivimos en la oscuridad. Nuestros niños y niñas no pueden aspirar a un pedazo de pan diario. Las mujeres mueren desde la infancia en centros de «cuido» y en las calles violentadas en cualquier lugar. Hombres, mujeres y niños ostentan la mordaza del terror en cárceles y pueblos. El hambre, la miseria y el terror campean ante los ojos de quienes circunspectos contemplan el horror, sin inmutarse.
Hoy, en este recinto universitario, estamos lejos físicamente más no en el corazón. Confiamos en que este recinto universitario, su conglomerado aún vigente, sepa honrar lo que por acuerdo gubernamental se erige en monumento para conmemorar a nuestros y nuestras mártires universitarios. Pero no únicamente en este momento que pasará, sino en el compromiso, ojalá inclaudicable de honrar el camino de nuestros antecesores, su dignidad y lealtad con el pueblo que hace posible la existencia de esta casa de estudios y su compromiso, con la justicia, la igualdad y el despertar de nuestra querida Guatemala.
Muchas gracias.
Fotografía por gAZeta.
Ruth Molina de Cuevas, Ana Lucia Cuevas y Rosario Cuevas
Académicas e intelectuales guatemaltecas residentes en Costa Rica.
Puertas abiertas
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