La CIDH dice que el MP criminaliza a operadores de justicia y defensores de derechos humanos.
Por: Haroldo Shetemul
Quién lo iba a decir que, a su edad, la fiscal general nos deleitaría con un video en el que muestra sus dotes declamatorias. Durante 17 minutos, Consuelo Porras nos recuerda aquellos actos de primaria cuando las niñas recitaban, con ademanes sobreactuados, aquel poema de “por aquí pasó una pava, chiquita y voladora, en el pico lleva flores…”. Solo que esta vez no era una función lírica, sino un discurso político en el que deja constancia de que tiene una fijación ¿freudiana? con el presidente Bernardo Arévalo. La señora, que entre sus virtudes tiene haber plagiado su tesis doctoral, se dice víctima de una conspiración dirigida por el mandatario para tomar el control del Ministerio Público (MP). En su perorata, muestra su ardor porque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no se anduvo con rodeos para tacharla, a ella, como un elemento nocivo para la democracia del país.
Porras desata una cacería contra el presidente Arévalo y varios funcionarios de gobierno.
En su alocución, Porras dijo que es intachable, más que eso, intocable. Ella dice que actúa con objetividad e independencia, tan así que hasta le extendió un certificado a Alejandro Giammattei, cuando este era presidente, de que el MP no lo investigaba por ningún hecho de corrupción. Qué es eso de que la CIDH la señale de andar criminalizando a operadores de justicia, defensores de derechos humanos, periodistas, estudiantes y profesores, entre otros. No, eso es falso, ella solo evita perseguir a sus amigos corruptos. Dice que hay un patrón de ataques y falsas acusaciones en su contra, principalmente porque está velando por los derechos humanos de todos los guatemaltecos. Bueno, quizá esto lo dice porque hasta ella entiende que el procurador de Derechos Humanos, José Alejandro Córdova, solo sirve para cobrar su salario, crear plazas en esa institución para los diputados y guardar silencio con los hechos de violaciones flagrantes de derechos humanos, como es el caso de Jose Rubén Zamora, una de las víctimas de Porras.
Tan “objetiva” es la fiscal general que en la mayor parte de su discurso se lanzó a la yugular del presidente Arévalo, al que acusó de irresponsable por no atender los problemas económicos, políticos, sociales y de infraestructura. La verdad es que Porras parecía una candidata en campaña. ¿No será que está ensayando para ser la próxima presidenciable del lado oscuro? O quizá mucho antes quiere asaltar la Presidencia. Con la ayuda de la Corte de Constitucionalidad (CC) ahora busca la inmediata destitución, ipso facto, del procurador general de la Nación, el secretario general de la Presidencia, el ministro de Finanzas y el secretario de Comunicación Social de la Presidencia. Pero no se conforma con eso, también le pide a sus cuates de la CC el inmediato encausamiento penal de Arévalo, lo que significaría iniciar el proceso para despojarlo de su inmunidad presidencial.
La magia de la edición digital de su discurso le permite a Porras lucir fuerte y firme, tal como dice el lema que se inventaron para el MP. En el fondo se sabe que está acorralada, muy afectada porque en su propia cara la delegación de la CIDH plantea que se requiere un examen independiente de la Fiscalía General, debido a su evidente falta de objetividad ampliamente difundida y su impacto en los derechos humanos. Bien se dice que las fieras heridas son más peligrosas. En tan solo 17 minutos, la señora de los lentes sobre el cabello pasó de presentarse como víctima a transformarse en la victimaria que ahora quiere concretar el golpe de Estado contra el presidente Arévalo. No soporta que este mandatario haya denunciado que ella secuestró el padrón electoral, el cual podría ser utilizado en forma ilegal para fines espurios. Eso no lo perdona y por eso no le importa violar el derecho constitucional a la emisión del pensamiento que tenemos todos los guatemaltecos, incluyendo el presidente y sus funcionarios.
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