Ilka Oliva Corado |
¿Cuántas veces vos has sentido en
tu corazón ese palpitar del amor a la cepa? ¿Cuántas veces te aguaron los ojos
las coplas que te recuerdan a los mártires, desaparecidos, a los que dieron la
vida por ese mismo sueño que vos también abrazás?
¿En cuántas
ocasiones has viajado en el tiempo a reencontrarte con las utopías del otrora?
¿Cuántas veces has hecho tu refugio a la evocación de la coraza?
Cuántas
veces te has sentido defraudado. Cuántas veces viendo la tarde caer has pensado
en lo que pudo ser, en lo que el país que amás se ha convertido. ¿Has sentido
la agonía de no poder abrazar el viento? Las manos fuertes de los compañeros,
de las mocedades, de los que ya no están. ¿Cuántas veces el amor te ha
derrumbado mientras se instala en tus poros? El amor a lo que fue, a lo que
pudo haber sido, el amor a los que están ausentes. El amor a los pueblos
marginados.
Cuántas
veces has hablado solo imaginando una amena charla con las memorias de los
respiran en el tiempo. En el tiempo que se estancó en esa otra historia no
contada. Recóndita en una fosa clandestina. Con los que se volvieron vendaval,
tierra y cordillera. Con los que florecen en la flor silvestre. Cuántas veces
una casita de adobe vuelta poesía te ha recitado su pesar. ¿Cuántas veces has
querido renunciar? Cuántas veces tu alegría ha llorado de tristeza en su
soledad.
¿Cuántas
veces te ha abatido la traición de los pérfidos? Cuántas veces una fotografía
añeja, macilenta en el paso del tiempo ha acariciado tu ideal. Te ha recordado
el porqué de tus pasos, el por qué de tu consecuencia, de tu entrega, de tu
sacrificio, de tu cansancio, de tu lucidez. De tu coraza libertaria. ¿Cuántas
veces has llorado sintiendo la brisa acariciando tu piel? ¿Cuántas veces has
levantado una copa y brindado a la salud de los que ya no están? ¿De los que
por soñadores les arrebataron la vida?
Qué has
sentido cuando mirás a una mujer descalza vendiendo en la puerta de un mercado.
Cuando mirás a un campesino llorando desolado porque le arrebataron la tierra y
la semilla. Cuando ese niño lustrador corre atrás tuyo implorando lustrar tus
zapatos. Cuando la adolescencia se pudre en las fincas de los patrones
oligárquicos, perdiendo los sueños entres los surcos. Qué sucede cuando la
miseria de tu pueblo te llora al oído. Se abraza a tu espalda. Se acuesta en tu
cama. Se instala en tu piel.
Qué sentís
cuando esa flor de asfalto florece. Cuando el aguacero llena de ríos las
callejuelas de las barriadas, llevándose casas y vidas. Cuando mirás la
represión con la que desalojan los asentamientos. Cuando a una niña le
arrebatan la inocencia, ¿qué sentís? ¿Cuándo el cuerpo de una hermana aparece
torturado y desmembrado? Qué sentís de saber que en ese basurero pestilente
viven familias completas y se alimentan de desperdicios y de mierda. Es mierda
tuya.
De sienten
los rostros descubiertos denunciando la impunidad y exigiendo justicia, qué
sienten los que van a poner el pecho. Qué siente el obrero con el azote del
sistema que los desangra. El proletario con la marginación. Que siente el
campesino sin sus montañas. Qué sienten los niños que trabajan a deshoras.
¿Cuántas
veces te has visto solo en un callejón oscuro? ¿Tocando una puerta que nunca se
abrirá? ¿Cuántas veces has cantado aquella canción a pulmón abierto? La canción
que cantabas con los que ya no están. Cuántas veces los versos de un poema te
han desnudado acariciando tu sonrojo, sorbiéndote la vida.
Cuántas
veces el dolor del otro lo has hecho propio, cuántas veces tu apatía te ha
denunciado frente al espejo lo mismo que tu descaro y tu olvido. ¿Conocés el
amor vos? El amor a la conciencia, a la convicción, el amor que te mueve,
dirige tus pasos, el amor a esa montaña que están devastando, a la flor que se
seca siendo un botón. Ese amor que despabila. El amor que encausa. Que inspira.
¿Cuántas
veces has nadado a contracorriente? ¿Cuántas veces has postergado lo urgente y
lo necesario por lo redundante? Nadie dijo que sea fácil, la consecuencia duele
en el tuétano, muele los huesos, nos rasga la piel. Pero sin
consecuencia, sin ideales, sin conciencia, sin amor de nada sirve la vida. De
qué nos sirve un país tan hermoso y abundante como Guatemala si por egoístas y
avaros lo despedazamos. En dónde está el respaldo y la fidelidad. En qué rincón
escondimos nuestra humanidad.
Guatemala
es un sueño impostergable, es de aquí y ahora, no de algún día será. No del
futuro, no del mañana. Es de hoy.
La
Guatemala que soñamos es realizable, se puede palpar, se deja acariciar por
nuestros anhelos. Qué sea el comienzo de nuestro despertar como pueblo y
sociedad. Que este sea el punto de partida, con nuestros mártires, con nuestros
desaparecidos, con nuestra Memoria Histórica. Con esas ganas de reverdecer, de
verla retoñar, de verla floreciente, fresca y viva. Plena.
Que el
miedo sea historia de otro tiempo. Que las calles vuelvan a gritar
consignas, que la alegría vuelva a nosotros. Aportemos en nuestros campos.
Somos granos de arena, hojitas, semillitas. Unos con la experiencia otros con
la juventud. Aquí es tan importante el obrero como el letrado y el campesino.
Seamos capaces de cambiar el rumbo, de recobrar la integridad. De hacerle honor
a la sangre roja. Rojo fuego, rojo vida, rojo llama encendida.
Seamos
capaces de hacer florecer las utopías. Por los que ya no están, por los que están
y por los que vienen. Para que en Guatemala Nunca Más.
Salú
muchades. Salú por la ilusión.
Ilka Oliva
Corado. @ilkaolivacorado.
Abril 26 de
2015.
Estados
Unidos.
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