SERÁ LA HISTORIA LA QUE LE HAGA JUSTICIA, PERO NO MORIRÁ MIENTRAS LAS PERSONAS QUE LE CONOCIMOS LE RECORDEMOS
Por: Miguel Ángel Albizures
Mucho se puede decir de la vida política de Álvaro Colom Caballeros; muchas pueden ser las críticas de su gestión en diferentes instituciones públicas y privadas y en el ejercicio de la Presidencia de la República, pero hay que reconocerle que no fue como el común de los políticos, altaneros, prepotentes, creídos, demagogos... por el contrario, Colom trató de hacer realidad las palabras con las que inició su discurso después de ser juramentado como presidente: “Ahora comienza el privilegio de los pobres... y la solidaridad que el pueblo de Guatemala estaba esperando”.
Y fue así como impulsó diversos programas de atención a la población de menores ingresos, sin que por ello se limitara al asistencialismo: Mi Familia Progresa, Fontierras, comedores solidarios, huertos familiares y otros, dándole especial importancia a la educación con el impulso de las escuelas abiertas e impulsando las becas solidarias. Muchas de las mujeres que fueron beneficiadas con los huertos familiares, se organizaron y trabajaron en pro de sus comunidades. Muchos de los jóvenes que se capacitaron en las escuelas abiertas, lograron impulsar proyectos económicos o se colocaron en empleos técnicos.
Colom trató de hacer un gobierno al servicio del pueblo, pero como siempre sucede en Guatemala, los mandamases son otros e impiden cualquier esfuerzo de desarrollo que afecte sus intereses. Ejército y poder económico son quienes deciden los destinos de este país, incluso contra la voluntad de cualquier presidente; basados en sus propios intereses, son capaces de impedir la construcción de una Guatemala justa y democrática.
No recuerdo como conocí a Álvaro, pero compartí con él diversos momentos, incluso en su paso por la presidencia; siempre fue el hombre sencillo, amable, bromista, reflexivo, al que no se le subieron los humos cuando lo eligieron presidente; por el contrario, quiso desde ahí impulsar el reconocimiento a los pueblos indígenas, no solo con programas sociales, sino cambiando la Granadera por el Rey Quiché y colocando la bandera de los cuatro pueblos, lo que le valió muchas críticas de falsos patriotas, discriminadores y racistas. Y no solo fue un “gesto simbólico”, recuerdo que Álvaro siempre hablaba de la Cosmovisión Maya, en la cual también se había adentrado.
https://elperiodico.com.gt/opiniones/opinion/2023/01/26/alvaro-colom-la-sencillez-erguida/
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