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sábado, 10 de diciembre de 2016

Un ritual sincréticamente racista; los inditos de la virgen


Por Sandra Xinico Batz el 09 12 2016ss
Guatemala es un país religioso. Dios está hasta en la sopa. “Reina” en el Estado, en la educación, en la política, en las instituciones, en el barrio, en el pueblo, en el cielo. En todas partes. Aunque no creamos en Dios no somos nunca ajenos a un: “Dios le bendiga”, “Dios vaya con usted”, “primero Dios”, “gracias a Dios”, “a ver que dice Dios”, “¡ay Dios!”…


Fotografía de José Orozco/La Hora
No se habla de Dios, simplemente se cree en él y ya. La libertad de religión o de creencia es la base sobre la que uno debe pensar y detenerse si se quiere cuestionar el monopolio del Dios cristiano, como quien dice “somos libres de creer” y eso se debe respetar, lo cual me parecería muy lógico si esa libertad existiera realmente… pero ¿cómo ejercer libremente nuestro derecho a creer? si estamos atiborrados de un solo dios, o sea, condicionados pues.

Compartimos con los otros países de la ahora América, el “fervor”, la “fe”, somos “el continente de Dios” y esto no es una casualidad. En nuestra historia compartida, la religión ha sido una herramienta fundamental de dominación. Es ideología. La colonia española tenía como base ideológica el cristianismo, someter en el nombre de Dios. Creer en Dios no puede ser una opción si en aceptarlo radicaba mantener la vida. La iglesia utilizaba la culpa para justificar la violencia de la inquisición hacia los indígenas, como quien dice lo merecíamos por herejes y salvajes.
La evangelización fue un canal para la imposición ideológica colonial y simbólicamente fueron posicionando a su dios. Los cerros, altares, templos y sitios importantes para los indígenas fueron destruidos, quemados y sobre estos se edificaron las ermitas y las iglesias. Los conquistadores se movilizaban en comitiva siempre integrada por religiosos quienes incluso aprendieron los idiomas indígenas para hacer llegar la doctrina de primera fuente.

Fotografía de José Orozco/La Hora
La resistencia de los indígenas era tal que aparentaban “acceder” al bautizo y a la conversión para no ser acosados mientras en la intimidad seguían manteniendo sus creencias; esto hizo que la evangelización tuviera diferentes mecanismos. Por años, se implementaron distintas estrategias de evangelización. “En México Tenochtitlán, cuando sintió que tenía superioridad numérica, Cortés terminó por tomar posesión de una parte del Templo Mayor para ponerle una cruz y una imagen de la Virgen”.
Los religiosos fueron los primeros antropólogos en estas tierras. Idearon mecanismos para introducir el cristianismo. La sustitución de dioses por la imagen de Jesús, la Virgen y los santos es evidente en la caracterización incluso física de estas. Una virgen morena de ojos achinados que se aparece en un cerro sagrado frente a un indígena, fue el ícono de la colonización religiosa (espiritual).
El sincretismo fue otro de los mecanismos. Quizá el más acertado de la colonización, porque después de todo este tiempo permanece y sigue ejerciéndose. El sincretismo vino a ser como la etapa posterior al exterminio, o sea la consolidación del proyecto conquistador en donde prevalece lo europeo sobre lo “nativo” y a esto se le llama (disimuladamente) mezcla. El sincretismo no tiene nada romántico ya que es la materialización del sometimiento: “los indios aprendieron a ser sumisos al ver que aquellos que se habían resistido o que habían intentado resistirse, sin misericordia los esclavizaban y les marcaban el rostro con un hierro al rojo vivo”… ¡así terminamos amando a Dios!
Muchas de la contradicciones tienen sentido al entender el colonialismo. Las culturas indígenas fueron sometidas con extrema violencia a un proceso de “domesticación”. Esa domesticación es recordada hasta hoy a través de una serie de rituales que se encargan de que no “olvidemos” cómo es que de seres de maíz terminamos siendo los inditos de la virgen.
La religión y la doctrina militar tienen mucho en común (y ambas fueron parte de la invasión colonial). Para ambos la simbología es muy importante: imponer a través de la imagen, de lo que se ve o es observable. Para los españoles también lo fue. Dominar lo intangible pasa por dominar lo tangible. Imponerse debe ser tajante y ahora lo seguimos viendo: una Mega-Frater o bien una “ciudad de Dios” con bandera de Guate de 985 mil quetzales.

Fotografía de José Orozco/La Hora


El racismo también necesita del simbolismo para mantenerse. El sentido de superioridad e inferioridad se marca a través de lo visible, en este caso de nuestra apariencia. La apariencia que socialmente se tiene de los indígenas responde a estereotipos racistas. El ladino sigue pensando en el indígena como irracional: me disfrazo de indio como disfrazarme de cualquier cosa. El indígena necesita no olvidar que gracias a Dios dejó de ser animalesco y que el amor de la Virgen es inmenso por los indígenas de América, a tal punto que se dejó ver por uno de ellos.
La devoción es la justificación para disfrazarse de indito. No se visten de indígenas o mayas, eso está claro, porque no se tiene consciencia de cuantas culturas indígenas hay en este país, conocer eso qué importa. Los mercados ya están abastecidos de disfraces. El 12 de diciembre, el día de la Virgen de Guadalupe, es una celebración cristiana que se desarrolla en base a lo “indígena”: el retrato de la aceptación de la ideología judeo-cristiana. Algo que tiene que ver directamente con el racismo colonial que a través de instituciones como la Iglesia cumplió su objetivo de “desidentificar a los pueblos indígenas de sus referentes principales -religión, idioma, cosmogonía y costumbres- mediante la destrucción gradual y sistemática de su pasado y de la implementación de los valores cristianos occidentales” tal como explica Marta Elena Casaús en su libro “La Metamorfosis del Racismo en Guatemala” (2002), a quien debo citar para corroborar al público que lo que digo tiene sentido ¿?
Hasta hoy no he escuchado ni una sola vez que alguien reconozca que un 12 de diciembre le hayan vestido de Achi’, Q’anjob’al, Ixil u otros. Hasta ahora la Iglesia no reconoce su responsabilidad en la historia. Mientras tanto los distintos pueblos: indígena, mestizo, ladino y otros; comparten (de las pocas cosas) su creencia en Dios ¿acaso han cambiado los tiempos?
1Stresser-Péan, Guy: El Sol-Dios y Cristo. La cristianización de los indios de México vista desde la Sierra de Puebla. CEMCA, CNCA y FCE. México 2011.
2 Ibíd.
Sandra Xinico Batz (1986, Patzún, Chimaltenango) Antropóloga maya K’aqchikel, engasada con las letras, empecinada por la historia y obstinada en que se escuche nuestra voz, la voz de los pueblos.
http://barrancopolis.com/un-ritual-sincreticamente-racista-los-inditos-de-la-virgen/

jueves, 24 de noviembre de 2016

GUATEMALA: COMUNICADO DE LAS VICTIMAS Y SOBREVIVIENTES DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO, A LOS 158 DIPUTADOS DEL CONGRESO DE REPÚBLICA

RED NACIONAL DE VICTIMAS
CONSEJO NACIONAL DE VICTIMAS
MOVIMIENTO NACIONAL DE VICTIMAS Q´ANIL TINAMIT

A LOS 158 DIPUTADOS DEL CONGRESO DE REPÚBLICA.

A 20 años de la firma de los acuerdos de paz, el Programa Nacional de Resarcimiento no cuenta con presupuesto y recursos suficientes para atender a las víctimas que durante el conflicto armado interno sufrieron graves violaciones los derechos humanos, y provoco grandes daños y  pérdidas materiales que profundizo la pobreza en las victimas.

La Comisión para el Esclarecimiento Histórico –CEH- estableció que la magnitud del daño y la gravedad de las violaciones a los derechos humanos ocurridos durante el conflicto armado interno en Guatemala, produjo más de 200 mil víctimas fatales, 45 mil personas desaparecidas, un millón y medio de desplazados que para salvar sus vidas abandonaron sus viviendas, tierras y pertenencias, 669 masacres; el 83% de la población afectada es de origen maya.

El Programa Nacional de Resarcimiento –PNR- fue creado para resarcir esas violaciones y daños provocados y se estableció que para poder cumplir con dicho compromiso el presupuesto anual debía ser no menor a los 300 millones de quetzales.

 A trece años de creado el PNR, nuestro balance del cumplimiento de los Acuerdos de Paz sobre los derechos de las víctimas del conflicto armado interno es negativo. Consideramos que el Estado no ha mostrado suficiente voluntad política ni capacidad para cumplir con los compromisos adquiridos, ni proteger los derechos de las víctimas y los sobrevivientes del conflicto. Todos los gobiernos posteriores a la firma de la paz han ido relegando la agenda de la paz a un segundo plano, y han priorizado su propia agenda política que ha respondido básicamente a los intereses clientelares de los gobiernos de turno.

Los pocos avances en materia de verdad, justicia y reparación se han logrado gracias al compromiso aislado de algunos funcionarios públicos, a la persistente lucha de las organizaciones de víctimas y de derechos humanos, y al apoyo de la comunidad internacional.

Lo más preocupante es que el Estado sigue sin resolver los problemas estructurales que dieron origen al conflicto armado, entre estos la desigualdad y la pobreza, el racismo y discriminación, la militarización del Estado y la sociedad, la falta de acceso a la tierra y vivienda, y en general la falta de políticas de educación, empleo y salud. Mientras estos problemas no se resuelvan no se garantiza la sostenibilidad de la paz y la democracia.

Las víctimas y sobrevivientes del conflicto armado nos hemos acercado muchas veces a los funcionarios del actual gobierno, pero no vemos un compromiso serio para cumplir con las demandas de las víctimas, de las mujeres y los Pueblos Indígenas. Nos preocupa el debilitamiento del Programa Nacional de Resarcimiento, que cuenta con poco presupuesto y falta de visión estratégica para impulsar una política integral de reparación para las víctimas.

Ante dicha situación hemos demandado al Estado ante las cortes nacionales y ante los organismos internacionales de derechos humanos.  Públicamente pedimos al Procurador de los Derechos Humanos que condene al Estado por la conducta levisa de los funcionarios de no garantizar el derecho a la reparación digna y que tutele los derechos a la vedad, la justicia, reparación y no repeticion

La base para resarcir dignamente a las víctimas es que el Estado (los poderes; ejecutivo, judicial y legislativo) reconozca y honren los acuerdos de paz; el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario; en particular las resoluciones y sentencias emanadas de la PDH y la CIDH respectivamente.

Demandamos a los diputados del Congreso de Republica la Republica aprobar un presupuesto que garantice el resarcimiento digno. Recuerden señores diputados que somos ciudadanos que votamos cada cuatro años y que hemos estado en la plaza y en las calles exigiendo nuestros derechos.

Guatemala, 24 de noviembre de 2016

jueves, 17 de noviembre de 2016

GUATEMALA: EN EL MARCO DEL 20 ANIVERSARIO DE LA FIRMA DE LA PAZ, LAS ORGANIZACIONES DE VICTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO, MANIFESTAMOS.


LA RED NACIONAL DE VICTIMAS
EL CONSEJO NACIONAL DE VICTIMAS
EL MOVIMIENTO NACIONAL DE VICTIMAS Q´ANIL TINAMIT
EN EL MARCO DEL 20 ANIVERSARIO DE LA FIRMA DE LA PAZ

MANIFESTAMOS:
A LA OPINIÓN PÚBLICA NACIONAL E INTERNACIONAL

En el presente año, las organizaciones de víctimas del conflicto armado interno realizamos consultas en cinco regiones del país para evaluar el grado de cumplimiento de los Acuerdos de Paz, particularmente con relación a la búsqueda de los desparecidos, la implementación de las recomendaciones de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), el acceso a la justicia y la reparación digna. En las consultas participamos más de 400 representantes locales de organizaciones y comités de víctimas de las zonas más afectadas por el CAI, que son Chimaltenango, Alta Verapaz, Baja Verapaz, El Quiché, Huehuetenango y la Costa Sur.
En general nuestro balance del cumplimiento de los Acuerdos de Paz sobre los derechos de las víctimas del conflicto armado interno es negativo. Consideramos que el Estado no ha mostrado suficiente voluntad política ni capacidad para cumplir con los compromisos adquiridos, ni proteger los derechos de las víctimas y los sobrevivientes del conflicto.
Todos los gobiernos posteriores a la firma de la paz han ido relegando la agenda de la paz a un segundo plano, y han priorizado su propia agenda política o han utilizado al Estado para responder a sus intereses personales.
Los pocos avances en materia de verdad, justicia y reparación se han logrado gracias al compromiso personal de algunos funcionarios públicos, a la persistente lucha de las organizaciones de víctimas y de derechos humanos, y al apoyo de la comunidad internacional. Lo más preocupante es que el Estado sigue sin resolver los problemas estructurales que dieron origen al conflicto armado, tales como la desigualdad y la pobreza, el racismo y discriminación, la militarización del Estado y la sociedad, la falta de acceso a la tierra y vivienda, y en general la falta de políticas de educación, empleo y salud. Mientras estos problemas no se resuelvan no se garantiza la sostenibilidad de la paz y la democracia.
Las víctimas y sobrevivientes del conflicto armado nos hemos acercado muchas veces a los funcionarios del actual gobierno, pero no vemos un compromiso serio para cumplir con  las demandas de las víctimas, de las mujeres y los Pueblos Indígenas. Nos preocupa el debilitamiento del Programa Nacional de Resarcimiento, que cuenta con poco presupuesto y falta de visión estratégica para impulsar una política integral de reparación para las víctimas.
Consideramos que falta de compromiso del actual Gobierno nos obliga a demandar al  Estado ante las cortes nacionales y ante los organismos internacionales de derechos humanos. Públicamente pedimos al Procurador de los Derechos Humanos que condene al Estado por la conducta lesiva de los funcionarios de no garantizar el derecho a la reparación digna y que tutele los derechos de las víctimas a la vedad, la justicia y la reparación.

Guatemala, 16 de noviembre de 2016

FOTOREPORTAJE:
 ENTREGA DEL RESULTADO DEL ANÁLISIS DE LAS CINCO REGIONES DEL PAÍS SOBRE EL INCUMPLIMIENTO DE LOS ACUERDOS DE PAZ ENTREGADO A LOS REPRESENTANTES DE LOS TRES PODERES DEL ESTADO. 
Fotos Arturo Albizures
David Sentes en representación de la Vicepresidencia  de la República recibe el documento.

Ángel Pineda en representación de la Presidenta de la Corte Suprema.

Rotman Pérez en representación de la Fiscal General
Diputado Edwin Maldonado
Miguel Itzep Representante de las organizaciones de victimas del Conflicto Armado Interno
Miguel Itzep solicito al Procurador General para que se levante una denuncia contra el estado por violar los derechos humanos al no hacerse presente frente a los delegados. "El objetivo principal por el cual se consebio el esfuerzo de montar el encuentro era precisamente que los presidentes de los organismos del estado, los tres poderes, rectificaran el compromiso ante la memoria de las victimas y ante los delegados presentes.
Creemos nosotros que la ausencia del señor presidente de la república, el señor presidente del congreso y la presidenta del organismo judicial, lo vemos con mucha tristeza y con mucha pena, esto no genera una confianza hacia las victimas que reclaman justicia"



En el marco de los 20 años de aniversario de la firma de la paz, el cambio de la rosa de la paz se dedico a las victimas del conflicto armado interno, un grupo de mujeres fueron las responsables del cambio de la rosa para dignificar la memoria de las victimas del genocidio.