Por: Miguel Ángel Albizures
El próximo martes es 25 de febrero, para muchos no dice nada la fecha, porque carecen de memoria o porque intencionalmente quieren olvidar los crímenes del pasado y no sería raro que algunos de ellos deseen que se repitan, desconocen que en el 2004 el Congreso aprobó el Decreto 06-2004 que crea el Día Nacional de la Dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado Interno y dice que debe conmemorarse en instituciones autónomas y descentralizadas, en los establecimientos educativos y oficinas públicas y privadas para honrar la memoria de las víctimas. En 1999 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico sacudió al pueblo con la entrega de su informe Memorias del Silencio que contiene la tragedia que el pueblo vivió a lo largo de muchos años. Algunos critican que desenterremos el pasado, pero no podemos vivir con la carga de ocultar y ocultar día tras día la verdad de los hechos criminales que sucedieron, pues muchos de los responsables aún están vivos y en puestos de poder.
Lo anterior viene a cuenta porque hoy en día está circulando una foto de un niño, sostenida por un adulto, se trata de él mismo hace ya muchos años, pero lleva en el recuerdo los hechos acontecidos en 1983 y dice: “ese soy yo a los tres años más o menos, madre estoy buscándote desde el fondo de mi alma” dice que fue secuestrado y llevado al Hogar Elisa Martínez y después fue trasladado a otro país y creció con una familia extranjera. “Soy otra víctima de la estrategia genocida de los años ochenta” que regresa a su país en búsqueda de sus familiares.
Es pues, uno de los más de cinco mil niños detenidos desaparecidos durante el conflicto armado interno, época en que allanaban una casa se llevaban a todos. A los adultos los asesinaban y a los niños, cuando tenían la suerte de sobrevivir, los metían a un hospicio o casa especial para posteriormente hacer negocio con ellos vendiéndolos a familias extranjeras. Quizá, lo más cruel de todos los hechos, hemos dicho en otras oportunidades, es la desaparición de las personas, pero cuando se trata de miles de niños que fueron vendidos como cualquier mercancía, es un crimen que no tiene nombre. Los gringos o los europeos sabían de dónde venían esos niños que compraban, pero querían hijos y poco les importó lo que sucedía en Guatemala. Aún recuerdo a los grupos de extranjeros que se arremolinaban a finales de los años ochenta y noventa, en un “prestigioso” hotel de la ciudad de Guatemala, donde se hacía la entrega de niños.
Este 25, las organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos y las que dedican sus esfuerzos y recursos al reencuentro de familias separadas por la persecución del Ejército en los años del conflicto armado, saldrán a las calles para conmemorar la entrega del informe e insistir en la búsqueda de la niñez desaparecida y que se aplique la justicia a los responsables, por eso insisten en que no debe haber, ni olvido ni perdón.
https://elperiodico.com.gt/opinion/2020/02/20/25-de-febrero-y-la-ninez-desaparecida/
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