Julio Cesar del Valle |
“Ahí donde la alegría y la capacidad de vivir están dentro de uno mismo”.
“Antes, a pesar de todo habían sueños, por suerte”. “La gente ahora ya
no se atreve a soñar, porque soñamos en aquel momento, porque
levantamos la voz y nos dieron penca, porque nos atrevimos a pensar y nos dieron penca.” Ruth del Valle
Julio César fue secuestrado el 22 de marzo de 1980, día de la elección del Rey Feo – en las festividades de la Huelga de Dolores–, y apareció esa misma noche torturado y asesinado. Lo secuestraron junto con dos compañeros Iván Alfonso Bravo Soto, de Medicina, y Marco Tulio Pereira Vásquez, de Ciencias Económicas, iban a ver la edición del “No Nos Tientes”. Según informaciones de la prensa, fueron agarrados al medio día. La familia del Valle Cóbar recibió una llamada alrededor de las 7 de la noche, donde les indicaban que había aparecido el carro con tres personas.
Tomado del libro “Era tras la vida por lo que ibamos...” ODHAG
SEMBLANZA
JULIO CÉSAR DEL VALLE CÓBAR
Nombre del estudiante: Julio César del Valle Cóbar
Fecha de nacimiento: 6 de abril de 1958.
Fecha de la desaparición: 22 de marzo de 1980.
Ocupación: Estudiante y dirigente estudiantil.
Cargo dentro del movimiento: Presidente del Honorable Comité de Huelga de todos los Dolores y miembro del Grupo PRAXIS Centro de estudios: Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Nombre de la persona entrevistadas: Ruth del Valle
Relación o parentesco con estudiante: Hermana.
Ocupación: Dirigente estudiantil de la época y, en
la actualidad activista de Derechos
Humanos.
CONTEXTO Y ANTECEDENTES (personales y generales)
LA GÉNESIS
Julio César del Valle Cóbar, nació el 6 de abril de 1958 en la Ciudad de Guatemala. El 22 de marzo de 1980 fue capturado, torturado y asesinado junto con Iván Alfonso Bravo Soto, estudiante de Medicina, y Marco Tulio Pereira Vásquez, estudiante de Ciencias Económicas. Ellos iban a ver la edición del “No nos tientes”, periódico de la Huelga de Dolores. En ese momento Julio César era estudiante del 5º. Semestre en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Don José Cecilio del Valle Castillo y doña Dora Julia Cóbar Castillo eran sus padres. Él era el mayor de cuatro hermanos del matrimonio del Valle Cóbar.
La familia siempre fue ampliada, vivían con ellos la abuela y una tía soltera, que había participado directamente en la crianza de los hijos; había una relación muy sólida como familia, quizá por eso no se desquebrajó cuando Julio César fue asesinado.
El padre había vivido los finales de la época revolucionaria, por lo que siempre en la sobremesa del almuerzo se hablaba de la revolución, pues don José Cecilio era un ferviente admirador del Dr. Juan José Arévalo.
Julio César procedía de una familia de clase media, de padres nacidos fuera de la ciudad, pero que se habían trasladado a la ciudad, los dos con profesión de nivel medio, Peritos Contadores, y la madre además era maestra.
Julio César –como todos sus hermanos– estudió la primaria en el Colegio Bella Guatemala, los básicos y diversificado en la Escuela Normal Central para Varones, siendo abanderado todo el tiempo. Finalmente pasó a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde estudió hasta el 5to. Semestre.
En los inicios de los años setentas, al momento en que Julio César ingresa a la Escuela Normal para estudiar su secundaria, se encontró con un ambiente de lucha porque empezaban las huelgas magisteriales, en las cuales se involucró desde el principio, pues por ser muy buen estudiante no se iba a conformar con cualquier cosa, era lógico que no se iba a conformar con el país que tenía, un país de miseria, un país de injusticia.
Ruth reflexiona, al hablar de la actividad político-estudiantil de su hermano: “Considero que esto es algo que a mi papá le ha costado asimilar, ya que fue él quien nos inculcó a todos ese espíritu democrático, por lo que de algún modo él sentía que tenía responsabilidad en lo que pasó, no de que lo hubieran matado, sino de que Julio César hubiera escogido ese camino.”
Algunas veces los hermanos del Valle Cóbar discutían con su papá cuando él les pedía que no se metieran a las luchas sociales, pues le decían que él les había inculcado eso y no podía esperar hijos mediocres, a lo que don José Cecilio protestaba, según recuerda Ruth, “Si yo sé que las cosas hay que cambiarlas, pero por qué tienen que ser mis hijos los que se metan.” No obstante ella afirma “yo siento que mi papá, en el fondo, asumía con orgullo la cuestión.”
Los esposos del Valle Cóbar inculcaron en sus hijos el hábito de la lectura , les compraban enciclopedias. Julio César era el mayor de los cuatro hermanos, tres años mayor que Ruth, después vienen los otros dos hermanos con poca diferencia. Julio dirigía los juegos: “...jugábamos uno que le decíamos “el Huevo”, todos nos acurrucábamos y éramos un huevo, teníamos que pensar qué iba a salir de ese huevo, siendo en algún momento mitología griega (...) cada quien se inventaba que era uno de los dioses, por lo que teníamos que conocer la historia de cuál dios era, a qué se dedicaba, convirtiéndose en un juego muy intelectual.” Esto hizo que el grupo se introdujera muy fácilmente al mundo de la lectura y, de esa manera, conocer qué había pasado, más todo el estímulo del padre, obviamente ese espíritu democrático se filtró en Julio César.
Julio César tenía un liderazgo natural, que se combinaba con que era muy buen estudiante y fue abanderado toda la vida. Había sido Boy Scout, estaba en el equipo de Voley Ball de la Normal, tocaba saxofón en la banda de la Normal, había estudiado judo cuando era adolescente, ¡hacía de todo! Siendo una persona de las que se metían a todo, le facilitó que la gente lo viera como ejemplo.
Julio César entra en el 70 a la Normal y en el 74 fue Presidente de la Asociación de Estudiantes; luego de eso, al entrar a la Universidad, llega ya con un espíritu de mucha participación y va ocupando espacios de participación en el Grupo Praxis, al que se incorpora en la Facultad de Economía, que era parte de la Alianza de Grupos Universitarios FRENTE, donde asume un papel protagónico llegando a ser presidente del Honorable Comité de Huelga de Dolores a segundo año de su ingreso a la USAC.
Julio César era muy conocido y estaba ya bastante controlado por las fuerzas de seguridad, porque estando él en la secundaria, el 10 de marzo de 1976, después del terremoto, los estudiantes estaban trabajando en asentamientos –apoyando y organizando– y en el asentamiento “Niño Dormido”, por la colonia Bethania, la policía les hizo una emboscada. “Ellos estaban repartiendo propaganda pero empezaron a repartirla de afuera para adentro y el lugar es un caracol, es una espiral, cuando llegaron abajo –al centro del asentamiento– alguien le avisó a la policía, ésta los cercó y dieron muerte al estudiante de 4º. año de la Escuela de Comercio, Carlos Eduardo Alvarado Chuga e hirieron a Tania Palencia Prado. Capturaron a los otros compañeros entre ellos Rubén El Bombero, a Emma Molina Theissen y Julio César. A pesar que eran menores de edad se les trasladó directamente a la Granja Penal de Pavón”.
En esa ocasión la madre de Julio César, quien trabajaba como Tesorera del Organismo Judicial, realizó unos contactos con personal del organismo judicial y como una deferencia la ayudaron trayéndolo de Pavón cuando fue liberado por falta de pruebas, después de un mes de estar presos. Entonces la familia lo sacó para Costa Rica con el fin de proteger su vida, pero a los tres meses Julio estaba desesperado y decidió que regresaba al país, porque no quería seguir allí.
Este hecho seguramente llamó la atención de las fuerzas de seguridad sobre él, porque además continuó teniendo una participación muy activa. Siguió estudiando y se graduó en la Normal. Obtuvo un carro que llevaba a todos lados, era un Volskwagen escarabajo, “color amarillo semáforo escandaloso”. En esa época, poca gente del movimiento tenía carro, pero también “mi hermano era un tipo físicamente grande, no pasaba desapercibido”.
EL MOMENTO TRÁGICO DEL SECUESTRO, TORTURA Y MUERTE.
LA PASIÓN / EL MARTIRIO
Julio César fue secuestrado el 22 de marzo de 1980, día de la elección del Rey Feo –en las festividades de la Huelga de Dolores–, y apareció esa misma noche torturado y asesinado. Lo secuestraron junto con dos compañeros Iván Alfonso Bravo Soto, de Medicina, y Marco Tulio Pereira Vásquez, de Ciencias Económicas, iban a ver la edición del “No Nos Tientes”. Según informaciones de la prensa, fueron agarrados al medio día. La familia del Valle Cóbar recibió una llamada alrededor de las 7 de la noche, donde les indicaban que había aparecido el carro con tres personas. La familia nunca logró esclarecer lo sucedido “¡Por supuesto que con las fuerzas de seguridad era imposible esclarecer los hechos!” indicó Ruth.
Foto: Mauro Calanchina |
Se especuló en la prensa que este hecho criminal era una reacción del Ejército de Guatemala por el asesinato del Coronel Máximo Zepeda Gómez, que había sucedido tres días antes, pues los hechores dejaron pintadas las siglas del PGT en el carro de este oficial. En esa época los estudiantes universitarios eran tildados de ser miembros del PGT.
Cuando agarraron a Julio César, Iván Alfonso y Marco Tulio, los responsables dejaron una manta en el carro de Julio (en el que se conducían al momento del secuestro) con unas pintas que decían “así morirán todos los del PGT”. Por esto se asocia que el secuestro de los jóvenes pudo ser una reacción del Ejército ante la muerte del Coronel Zepeda. Algunas personas dicen que salió gente del ejército de cacería para vengar la muerte del Coronel y encontró al grupo de estudiantes.
Cuando fue la muerte de Julio, Ruth estaba en la elección del rey feo. Su papá fue a la morgue cuando recibieron la llamada telefónica, luego ella llegó a la casa y se enteró de lo sucedido, yéndose para la morgue. Ella se fue a la morgue porque existía la probabilidad de que reconociera a los otros dos compañeros, lo cual fue así.
Al día siguiente llegaron los otros dos hermanos más pequeños de Julio y Ruth, quienes estaban en una excursión en el volcán, también a ellos les afectó muchísimo no haber estado en un momento tan duro para la familia.
Cuando fueron avisados de la muerte de Julio, la familia llamó a una familiar, quien apoyó sacando los libros de Julio César, porque la familia tenía la certeza de que iban a catear la casa, como siempre sucedía.
Foto: Mauro Calanchina |
Doña Dora Julia fue el sostén de la familia en ese momento, porque don José Cecilio y los hermanos de Julio César estaban muy afectados. Ruth tuvo la responsabilidad de avisar sobre el hecho a todos los compañeros, porque conocía a los otros dos compañeros asesinados con Julio César. Ambos tenían a sus familias fuera de la ciudad y se temía que los enterraran como XX, por lo que se decidió avisar a los Decanos de las Facultades de Medicina y de Económicas (unidades en las que estudiaban) para que reclamaran los cadáveres.
El Doctor Rolando Castillo Montalvo, Decano de Medicina, fue a reconocer a Iván Alfonso, mientras Ruth le avisaba telefónicamente a los hermanos. Asimismo, Ruth encontró a un hermano de Marco Tulio Pereira que vivía en la ciudad.
En esa época era imposible realizar alguna gestión judicial para que se investigaran los hechos. Incluso, cuando la madre de Julio César quiso conseguir copia del acta de la autopsia, le dijeron que no la pidiera. Por ello no se presentó ninguna demanda. Tampoco se obtuvo mayor información, en una ocasión se dijo que había un chiclero que los había visto cuando los detuvieron en el centro, pero no se supo más.
CONSECUENCIAS FAMILIARES Y SOCIALES RESURRECCIÓN Y APOCALIPSIS
Este hecho fue muy difícil para la familia del Valle Cóbar, “... el día que enterramos a mi hermano mi papá amaneció con un derrame, además este crimen había significado la desintegración física de la familia.”
A la familia le cambió la vida, en ese momento los compañeros de la Universidad, independiente pero coincidentemente con sus papás, decidieron que Ruth se fuera de la casa. Así, fue a vivir con la ex esposa de don José Cecilio y uno de sus medios hermanos, familia con la que siempre habían mantenido comunicación. Este hecho la aisló físicamente de su familia y de sus hermanos, aunque su papá la pasaba viendo todas las mañanas, después de ir a dejar a su mamá al trabajo.
Ruth narra, respecto a este momento que le tocó vivir, “Este hecho sí nos distanció en algún sentido, por la distancia física, pero con la otra parte de la familia hubo una acogida enorme, y hay que decir que el núcleo del Valle Cóbar siempre fue visto como ejemplo de toda la familia, por todos lados siempre fuimos bien vistos, lo que nosotros hacíamos era lo que estaba bien, por lo que nadie nos condenó por lo que había pasado. Nosotros no tenemos la experiencia de los parientes que ya no le hablan a uno, que se distancian, que no quieren que llegues a la casa; al contrario, todo mundo quería ver a dónde me iba a ir, demostrando mucha solidaridad, tanto conmigo como con toda la familia.”
A los tres meses de estar fuera de la casa, Ruth consiguió un trabajo en la Universidad, ya que le era difícil estar sin salir, aunque sí cambió sus hábitos, dejó de ir a los mismos lugares y se ausentó de los espacios que tenía, lo que le permitió terminar su mandato en la Asociación de Estudiantes Universitarios –que había asumido el 22 de mayo de 1979–, a pesar de que a Julio César lo mataron en marzo de 1980. Ella era parte del primer secretariado de AEU que continúa después de la muerte de Oliverio, Secretario General asesinado en octubre de 1978.
Ruth continuó estudiando durante el año de 1980, todavía hizo el primer semestre de 1981, pero tuvo que dejar la Universidad a fines de del 81 cuando secuestraron a su amiga Emma. Después de vivir donde su hermano y en una casa de huéspedes, alquiló una casa con su amiga Lucrecia, a donde llegaba Emma –quien ahora vivía fuera de la ciudad–, ya que “a nosotras no sólo nos unía la relación que Emma y Julio mantuvieron, sino que a la vez habíamos estudiado juntas en Belén y organizamos la Asociación y la CEEM”, indica Ruth. Y con la familia había una afinidad muy grande. Ruth veía en Lucrecia la hermana mayor que no tenía “...además que todo el trabajo político lo hicimos juntas, nos involucramos al mismo tiempo”.
Emma Molina Theissen era novia de Julio César en el momento que fue asesinado, incluso para ese año tenían pensado casarse entre sus cumpleaños, ya que él cumplía años el 6 y ella el 17 abril.
REVISANDO EL ALBUM DE FOTOS FAMILIAR, RECORDANDO A JULIO CÉSAR
Julio César era el guía de sus hermanos, en cierta ocasión un sacerdote maya le dijo a Ruth que Julio César era un “alma vieja”. “Él era muy dulce, muy cariñoso, algo melcochoso, expresivo en su afecto con todo el mundo, no por ser hombre era distante”, indica Ruth. Ella también recuerda que incluso su papá y los tíos lo abrazaban. Julio era de pocas palabras, no platicaba mucho pero sus intervenciones eran muy sabias. Era muy reservado y de pocos amigos, pero la gente que lo trataba le tomaba mucho cariño y respeto, nunca se metía en pleitos, en chismes, nada de esas cosas.
A Julio César, además, le gustaba leer sobre historia, escuchar música clásica y boleros de Los Panchos. Era el único de los hermanos que fumaba, aunque no fumaba en la casa, no por que no supieran o no lo permitieran sus padres, sino por respeto. No tomaba, de repente algún trago social, siendo característico entre los hermanos. No era muy amiguero, sus grupos de interacción eran pequeños, pero quienes se hacían sus amigos lo eran por toda la vida.
Cuando se hizo el REMHI, la familia no quiso presentar el caso. Para la familia, tal vez en el año 1999 ó 2000 fue la primera vez que se sentaron a hablar del asunto, el nombre de Julio estaba “auto prohibido” en la casa. La foto de Julio no se puso en la sala, sino en el cuarto de la madre; no se hablaba del tema en absoluto, como una defensa ante lo doloroso de esas heridas.
Ruth comenta que cada vez que se sienta a hablar del hecho con su otro hermano, lloran, porque es muy difícil recordar sin dolor.
Ruth reflexiona “Definitivamente la gente deja vacíos, si bien es cierto nadie es imprescindible, la gente siempre deja vacíos, dejan tareas sin hacer, aunque siempre medio mundo las asume. En el ámbito universitario se asumieron las responsabilidades que Julio César tenía; sin embargo no era fácil, ya que nadie tenia el carácter que él tenía.”
Ruth compartió la siguiente anécdota: “Recuerdo una vez que estaban los compañeros haciendo una manta, pintando las caras de ellos en la Asociación y cuando estaban pintando la manta y no les salía (...) precisamente Jaime, un primo nuestro, lo primero que se le ocurrió decir fue que fueran a llamar a Julio César para que les fuera a pintar la manta, ya que él tenia mucha habilidad para el dibujo.” Esas eran cosas que nadie exteriorizaba, Jaime aún recuerda ¡Cómo lo voltearon a ver todos los compañeros!, porque todos pensaron que estaba haciendo esas bromitas negras. Jaime dice “...mirá, era auténtico, yo lo que pensaba era por qué el Canche no está aquí para ayudarnos a hacer las cosas ¿Dónde anda?”
Julio participaba en teatro estudiantil con el grupo “Nalga y Pantorrilla”, ahí también se sintió el vacío. Definitivamente él era una persona muy querida, y se sintió el vacío de la amistad, el vacío del cariño. El vacío afectivo realmente fue muy fuerte para el movimiento estudiantil, durante esos años. Durante el año 1980 no hubo día en que no se enterrara a alguien, cada día estaban matando a alguna persona, cuenta Ruth “...por ejemplo, el día que enterramos a Julio, recuerdo haber visto a Hugo Melgar el hijo de Hugo Rolando (quien estudiaba conmigo en medicina), ese día él me abrazó y me dijo –Saber en qué próximo entierro nos vemos–, sin saber que ese día mataban a su papá y fue a quien enterramos al día siguiente.” Esto muestra lo convulsionado de este período, que no permitió que el movimiento estudiantil y sus distintos grupos tuvieran un proceso de reflexión, mucho menos para tener duelos y de esa manera sentir los vacíos.
Ruth sigue narrando “En ese momento se nos acabaron las bromas, ‘la de la foto del afiche’, que consistía en que todos entregaban fotos, para cuando pasara algo ya se tenía la foto para el afiche.” Tanto Ruth del Valle como Fernando García bromeaban de cómo querían que fuera su afiche.
Estos acontecimientos no pudieron ser vistos con indiferencia, tal vez para algunos sectores de la sociedad ¡Puede ser! y es donde nace el famoso calificativo “En algo andaría metido”, el que quizás funciona con sindicalistas, con líderes, con adultos.
¡El problema de los estudiantes es que la mayoría eran jóvenes y muchos murieron adolescentes! siendo menores de edad, incluso; lo que genera un impacto en la sociedad, lo que sensibiliza simplemente por el hecho de que eran patojos.
“Luego cuando empieza el momento en que la gente se iba a la guerrilla y que murieron en la guerrilla, ya se convierte en otra la situación, saliendo ya las frases: –Son patojos que los agarraron de carne de cañón– o cualquier otra cosa. Pero en este caso eran estudiantes, eran jóvenes, además que en esa época se tenía dentro del movimiento una disciplina, tanto para el estudio como para el movimiento. Se demandaba que teníamos que ser buenos estudiantes para ser buenos dirigentes y así poder exigir de los demás estudiantes con fundamento, al punto de presionar para que ningún dirigente universitario perdiera las clases, pidiendo que si no podían asignarse los cinco cursos, se asignaran tres o cuatro pero que tenían que estar estudiando.” Indica Ruth.
Por ejemplo, Ruth cuenta que cada vez que encontraba gente jugando Ping Pong en la Asociación de Ciencia Política ¡Después de todo lo que había pasado! Llegaba a sacarlos casi “a sombrerazos” para que fueran a recibir clases.
La mayoría de los dirigentes siempre tuvieron buenos promedios y, por lo mismo, siempre eran pocos los estudiantes que no se graduaban. ¡No se diga en la secundaria! donde si se pierde un año lo sacan del instituto. “Por muy malos estudiantes que fueran, ya que sí había unos algo lentos o no muy bien dotados, todos ganaban. Esto los hacía ver realmente como unos patojos sanos, deportistas, no como ahora que muchos son mareros que la gente los ve en la calle y les tiene miedo. En es tiempo todos hacíamos deporte, yo recuerdo a Abel Domingo Soberanis, siempre andaba con su tablero de ajedrez o jugando Basquet Ball.”
En la Escuela de Vacaciones se daban clases, siendo la mayoría estudiantes de secundaria, pero eso no evitaba que se apoyara a los demás compañeros.
Por todo ello había un reconocimiento social, el hecho de que se describiera a esa generación como los “Muchachos”. Había gente que se acercaba para preguntar “¿Qué dicen los muchachos de tal cosa?” lo que implicaba todo un reconocimiento a estos jóvenes, Incluso catedráticos pedían su opinión, gente mucho mayor, porque de alguna manera, ya se veía que “los muchachos” eran los que estaban, en ese momento, defendiendo el país y los que estaban junto a los sindicatos, a los campesinos en esas movilizaciones que se hicieron.
Para la Resurrección
El movimiento estudiantil fue visto como blanco de la represión, por que ya existía una política contrainsurgente y ésta implicaba no sólo eliminar a las masas que podían ser un respaldo para la guerrilla, sino sobre todo al movimiento estudiantil y universitario en general, estudiantes, profesionales, trabajadores, etc. Fue visto como un enemigo porque de ahí salían las ideas. “Pero las ideas no las podían combatir con ideas, porque no tenían esa capacidad”, “como no podían combatir esas ideas, por eso mataron a tanta gente”.
El análisis político que se ha logrado hacer en Guatemala nos dice que por un lado eliminan en la ciudad todo el pensamiento y por otro lado el liderazgo popular. Al eliminar el liderazgo y el pensamiento no habría eco en la ciudad para cuando ellos empezaran a realizar las masacres en el campo, garantizándose que no existiría una voz que pudiera denunciar y solidarizarse con los campesinos. Como había sucedido años atrás con el acompañamiento y solidaridad a grupos de obreros y campesinos, en la marcha de los Mineros de San Ildefonso Ixtahuacán, Huehuetenango, marcha que constituyó un hito histórico, ya que movilizó a más de un millón de personas en solidaridad, así como el acompañamiento en la toma pacífica de la Embajada de España.
“Los efectos de la guerra están presentes, se perdieron generaciones de pensadores y soñadores. Además de eso, creo que ahora la juventud tiene muchos vacíos con relación a la de hace 20 años, ya que antes aún había un sueño, en donde todavía la gente quería soñar, no se daba por vencida.También la guerra de 36 años nos dejó con el espíritu quebrado, la gente ahora ya no se atreve a soñar”.
“La nueva generación de jóvenes está involucrándose en las maras, donde existe un alto nivel de descomposición social y de marginación, lo que también es parte de los efectos de la guerra. Sin embargo, desde la perspectiva de los que se han metido a tratar de ayudarlos, no se ha conocido la experiencia del pasado, el recuperar esa experiencia para vivir una nueva. Lo que no quiere decir repetir lo de antes, porque eso realmente no se puede. Pero sí construir sobre la base que ya existe, es mejor que construir sin base. Ya que eso implicaría hacerlo en la arena y allí, la primera marea alta se lo lleva. Entonces se hace más dramático, porque ellos no conocen el pasado, no les ha interesado conocerlo, creen que pueden hacer un movimiento apolítico, desde la perspectiva de los intereses de la juventud, pero sin identificar los intereses reales de la juventud.”
“Por lo que ni hay un mensaje de cambio, ya que al final cuando a esta juventud, que es el futuro del país, también le interesa qué va ser cuando se casen, de qué van a trabajar, si van a poder estudiar en la universidad, si tendrá que irse a trabajar al interior el que se gradúe de maestro o si va a pasar a vender hot-dog, por que no va a conseguir trabajo, aunque muy maestro sea, pero igual haciendo lo que sea, yo me imagino que eso también les interesa a los jóvenes ahora”.
“Actualmente el que ahora haya maras tiene mucho que ver, con la pérdida de la perspectiva, no encontrando donde orientar toda la capacidad, toda la creatividad humana, además es en la juventud donde está muy desarrollada”.
“Ahí donde la alegría y la capacidad de vivir están dentro de uno mismo”.
“Antes, a pesar de todo habían sueños, por suerte”. “La gente ahora ya
no se atreve a soñar, porque soñamos en aquel momento, porque
levantamos la voz y nos dieron penca, porque nos atrevimos a pensar y
nos dieron penca.”
Fotos Archivo COMUNICARTE 30 AÑOS, Memoria, Verdad y Justicia 1990 - 2020
Gracias por mantener viva la memoria de nuestro pasado reciente. Por recordarnos que la lucha sigue por una Guatemala distinta, un país para todas y todos.
ResponderEliminarInteresante conocer las ideas de nuestros martires lastima que toda esa valentia ha quedado muy atras, ya que ahora se conforma una con vivir el dia a dia viviendo con el temor que nos hacen sentir los grupos de maras, como nos hemos dejado ya que ewcuerdo en esos años 80 como los jovenes salian en defensa del pueblo y cuidado quien se atrvia a subir el pasaje de los buses urbanos gloriosos esos tiempos dificiles si por tanto estudiante secuestrado y asesinado pero era una Guatemala que luchaba por sus derechos
ResponderEliminar