Miguel Ángel Albizures elPeriódico 23/3/2017
El asesinato de cualquier ser humano debe indignarnos y el peso de la justicia debe caer sobre los responsables, pues de lo contrario hechos como los sucedidos en los dos centros de San José Pínula, volverán a suceder. La masacre de 40 niñas y adolescentes; la muerte de los monitores, de los policías y las heridas a varios de ellos, son condenables y debe alertarnos de otros crímenes que preparan, pues su capacidad operativa está demostrada ya que no se trata solo de las pandillas de la zona 18 ni Salvatrucha, sino atrás de ellos hay mano peluda que pretende mantener en zozobra a la población.
Con los hechos acontecidos en el presente mes, la pretensión es generar terror y callar las voces que se pronuncian en contra del sistema, la corrupción o las críticas contra el gobierno y diputados. Por ello, se desarrollan las campañas contra la CICIG, la fiscal general, los jueces, el procurador y en contra de los periodistas y medios que ponen sobre el tapete la injusticia histórica que vivimos.
Si uno analiza más detenidamente el surgimiento de las pandillas y su accionar, nada tiene que ver con lo que sucede actualmente, siguen, por supuesto, sembrando la zozobra en los barrios populares y en algunas partes del centro de la ciudad. Quienes viven en las grandes residencias, en las mansiones, están a salvo de su presencia y los medios de comunicación, casi sin excepción, se encargan de señalar a la Mara 18 o Salvatrucha de todos los crímenes que suceden sin tomar en cuenta quiénes mueven los hilos, de dónde vienen las órdenes, quiénes proporcionan las armas y quiénes pagan, no solo a los sicarios para que cometan los crímenes, sino hasta a los abogados que les defienden. Los titiriteros no viven en los barrios populares, los hilos hay que buscarlos en Mariscal Zavala donde hoy viven muchos de los detenidos por corrupción y sus nexos con el crimen organizado; vienen de las filas del Ejército en donde hay oficiales en activo y retirados que mantienen esos vínculos y tratan por todos los medios que el sistema de justicia no funcione, ni se depure, ni se fortalezca. No faltan entre los titiriteros, los del poder económico que les interesa que nada cambie, que todo siga igual, que el pueblo esté atemorizado para que no toque la raíz de los problemas. Desgraciadamente hay que aprovechar las desgracias para reflexionar y actuar, para transformar lo que necesita ser transformado. El Sistema Penitenciario y los centros de rehabilitación de la niñez y adolescencia, necesitan cirugía mayor. Los planes de Gobierno deben apuntar a terminar con la exclusión. El desarrollo del país debe llevar al desarrollo humano, a erradicar las causas profundas que provocan el hambre, la desnutrición y muerte de niños y madres que no tienen nada que comer. La sociedad hoy, debe manifestarse por un cambio estructural que en el mediano y largo plazo, cambie la mirada triste y suplicante de la niñez que merece un mejor futuro. La lucha social debe apuntar a la desaparición de los poderes ocultos.
http://elperiodico.com.gt/opinion/2017/03/23/ofensiva-de-los-poderes-ocultos/
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