Publicado por ODHAG, en memoria de los mártires desaparecidos y sobrevivientes del movimiento sindical Guatemalteco.
Investigación de:
Miguel Angel Albizures y Edgar Ruano Najarro
El 8 de junio de 1977, pareciera que fue ayer, a esta misma hora, sonó insistentemente el teléfono de la histórica CNT, para paralizar nuestros cuerpos, para confundir por un momento nuestro
pensamiento, para golpearnos en lo más profundo del corazón obrero, para sacudir nuestras conciencias y volvernos de golpe a la realidad guatemalteca, donde pensar ha sido un delito que se paga con la vida.
¡López Larrave acaba de ser ametrallado! ¿Está con vida? Sí, lo trasladaron al hospital, acaba de suceder. Iremos para allá, hay que llamar a la prensa, a los sindicatos, sacar un boletín, reunir al CNUS, localice a fulano, a zutano, a mengano, avísele a…
La fatal noticia llegó de inmediato a las fábricas de la Avenida Petapa, regresó por la Aguilar Batres, se fue a la Roosevelt y siguió camino al cordón industrial del Atlántico, a Xela, a Huehue, a Escuintla, y a aquellos rincones donde había obreros y campesinos organizados. Fue un tiro al corazón de la clase obrera, que reconocía en Mario López Larrave al más humilde y destacado laboralista guatemalteco, que había estado junto a ella, en sus momentos de dolor y de alegría, en los grandes momentos de triunfo y en los sinsabores de la derrota.
Aun a 10 años de distancia la figura de López Larrave se yergue dignamente en la vista pública de calzado Incatecu, y su palabra jurídica, clara y convincente, resuena en las salas de trabajo y en el propio ministerio, donde defendió valientemente los intereses de los trabajadores. Innumerables enseñanzas, escritas y con su ejemplo nos legó López Larrave a quienes tuvimos el honor de conocerlo. A la clase obrera guatemalteca corresponde recoger tan valiosas enseñanzas de quien, sin haber sido un obrero, ofrendó su vida por los trabajadores. Llegará el momento en que la clase obrera podrá rendir un justo homenaje a quien la burguesía quienquiera sepultar en el olvido.
Esos eran los pensamientos expresados por quien hoy rememora, a 32 años de aquel vil asesinato, la gran figura del “licenciado”. Aquel que recorría los sindicatos, las fábricas, la sede de la CNT, la FASGUA y del CNUS, con la misma tranquilidad y parsimonia con que recorría las aulas y los pasillos de la Universidad de San Carlos, donde compartía su sabiduría y sus conocimientos con todos, con los estudiantes universitarios y con los líderes sindicales.
Cualquiera que piense en Mario López Larrave no puede sustraerse de la existencia de una fundación que lleva su nombre y donde se enseña a pensar, a conocer los derechos de los trabajadores, a trabajar las luchas sindicales y populares. Asimismo, la Biblioteca el Ministerio de Trabajo lleva su nombre. Pero muchos ni siquiera lo conocieron, sólo han escuchado de sus andanzas.
Mario López Larrave nació el 7 de abril de 1929 y se casó con Elsa Cordón, con quien procreó dos hijos. El 8 de junio cuando fue asesinado ya había cumplido 48 años de edad y estaba dejando para las nuevas generaciones los escritos sobre sus conocimientos y experiencia en la defensa de los derechos de los y las trabajadoras.
Desde su juventud, en las aulas de la Facultad de Derecho, López Larrave fue dirigente estudiantil y miembro del consejo del periódico Nuestra Lucha, publicación del grupo estudiantil Frente Unido de Derecho (FUD), al cual pertenecía. Se graduó de Abogado y Notario en 1958, año en que muchos de los nuevos abogados sólo buscaban cómo poner su negocio y ganar dinero. Él no, él se interesó en el derecho laboral, en cómo defender a los trabajadores de los patronos que los explotaban y esquilmaban.
Como profesional se quedó dando clases en la Facultad de Derecho, de la cual fue Secretario y Decano. Durante su gestión como Decano se creó la Escuela de Orientación Sindical y creó la Práctica y Secretaría de Derecho Laboral del Bufete Popular. Desde entonces también se comenzó a estudiar la materia de Derecho Procesal del Trabajo, adicional a los dos cursos que ya existían sobre Derecho Sustantivo del Trabajo.
Combinó el ejercicio profesional y docente con la asesoría a los sindicatos, como a los trabajadores del Ingenio Pantaleón, Incatecu (la única huelga declarada legal en Guatemala en aquella época), y muchos otros. No de balde los trabajadores del Sindicato de Incatecu, cuando publicaron su “Breve Historia del Movimiento Sindical Guatemalteco”, escribieron lo siguiente: “El Sindicato de Trabajadores de la Compañía Guatemalteca INCATECU, S.A., se honra en publicar el presente trabajo, como una muestra de admiración y reconocimiento al gran maestro y asesor, licenciado MARIO LÓPEZ LARRAVE, quien jugara un papel preponderante en el éxito de nuestro conflicto laboral, finalizado en esta fecha. Guatemala, agosto 4 de 1975.”
Escribió varios libros y artículos sobre temas relacionados con el derecho laboral, pero también con la historia del movimiento sindical, la libertad sindical, el derecho de huelga, el proyecto del nuevo Código de Trabajo.
López Larrave decía que “la pérdida de la fe en la ley y en quienes la aplican conduce a las medidas de hecho”, sentencia que sigue siendo válida en tanto la falta de aplicación del derecho laboral y la connivencia con los patronos violadores de derechos humanos es la causa principal de los conflictos laborales.
Asimismo, señalaba que “la unidad de la clase obrera, en alianza con la clase campesina, es el camino [para la transformación de la sociedad]”. Las cámaras patronales saben perfectamente quién fue Mario López Larrave, como lo saben los abogados que en aquella época temían enfrentarse al laboralista Larrave, porque él era el verbo de la clase obrera que con su elocuencia, apegada a derecho, los dejaba sin argumentos cuando intentaban retorcer las leyes y violentar los derechos inalienables de los trabajadores.
http://www.odhag.org.gt/pdf/Movimiento%20sindical%20Guatemala.pdf
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