1981: Septiembre negro
Por Miguel Ángel Albizures -
Una familia desaparecida en tres días consecutivos.
No podía creerlo, la noticia me llegó de golpe y una ráfaga interminable de recuerdos se amontonaron en mi mente. Mario Azmitia Molina, el secretario particular del arzobispo Mario Casariego, mi amigo de antaño, mi compañero de sueños y esperanzas, aquél que había conocido a principios de la década de los sesenta en la Juventud Obrera Católica, el joven que hacía teatro en las veladas juveniles y que tomaba su guitarra para entonar las canciones que a él le llegaban al alma, aquel que en los actos cómicos que participaba hacía reír a carcajadas al público juvenil, había sido secuestrado y desaparecido mientras buscaba a sus hijos que, en esa semana, habían corrido la misma suerte a manos de los esbirros del gobierno de Lucas García.
El 19 de septiembre fue secuestrado su hijo Mario Federico Azmitia Dorantes, de 22 años, y el 21, Dora Clemencia Azmitia Dorantes, de 23 años, casada, embarazada y, que se supone, pudo dar a luz en una de las tantas casas clandestinas y de tortura que se utilizaban en ese tiempo y que parece vuelven a reactivarse, también fue detenida desaparecida, sin que hasta al momento se sepa del paradero de ellos. En tres días seguidos de septiembre negro, habían golpeado y desarticulado la familia Azmitia Dorantes y provocado efectos en los sobrevivientes, difíciles de narrar, y quienes hoy exigen al Estado la aplicación de la justicia a los responsables.
Tragedias de esta naturaleza no se superan fácilmente pero hay quiénes lo siguen justificando y defienden los actos despiadados de un gobierno criminal.
Este gobierno aceptó ante la Comisión Interamericana de DDHH, la responsabilidad del Estado en los hechos y se comprometió a dar seguimiento y apoyar las acciones del Ministerio Público para esclarecerlos, así como a “contribuir a impulsar el procesamiento de los autores materiales e intelectuales de la desaparición de los integrantes de la familia Azmitia Dorantes...”. Quisiéramos saber qué hace el Ministerio Público, qué seguimiento le dan otras instituciones del Estado al cumplimiento de la persecución penal, pues hasta el momento nada, absolutamente nada, se ha hecho. ¿Quieren nombres para hacer interrogatorios? Ahí están los personajes todopoderosos de esa época como German Chupina Barahona y Pedro García Arredondo, que tuvieron a su mando las fuerzas sanguinarias que secuestraron, torturaron y desaparecieron a millares de guatemaltecos. ¿Se hará algún día justicia en este país?
25 de septiembre de 2006, Fuente: www.elperiodico.com.gt
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