Foto: cronica.com.gt |
Miguel Ángel Albizures
Mañana es Día del Periodista, y no será la primera vez que los comunicadores vean oscurecer su día desde temprano, pues los nubarrones han estado presentes todo el año, unas veces cobrándose la vida de colegas que, haciendo uso de su derecho a informar y opinar, escribieron páginas gloriosas, o se refirieron a los poderes del Estado, carcomidos por las mafias que, instaladas bajo su sombra, tratan de corromper o deshacerse de los elementos dignos, comprometidos con su profesión y con el pueblo.
En medio de la amenaza de promulgar una ley mordaza, están también los cambios a la Constitución de la República para dar paso a la reelección presidencial; la disolución de la Corte de Constitucionalidad, sacar o paralizar a la CICIG y al PDH y otros pasos dictatoriales o fascistas, que suponen la continuidad de esbirros en el poder y, prácticamente, la toma total del Estado por las mafias, que pavonean en el recinto parlamentario, en el organismo Judicial y en el poder Ejecutivo, dominado por los arquitectos y ejecutores de lo más granado del intelecto que tenía el país, durante aquellos trágicos años, en los cuales muchos periodistas tuvieron que abandonar el país para salvar su vida. Algunos pudieron regresar, otros jamás lo hicieron, o murieron lejos de la patria, anhelando volver a ella, como el gran escribiente Manuel José Arce o Arqueles Morales, que muy pocos recordamos, pero que llevaba en su pecho un pedazo de Guatemala.
El 30 de noviembre, día instituido por la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) desde 1948, y oficializado por Decreto 47-72 del Congreso de la Republica, la APG realiza un acto especial para resaltar la importancia del periodismo en la vida nacional, denunciar las arbitrariedades que sufre la prensa nacional y homenajear a quienes han caído cumpliendo con su deber de informar, exigiendo el respeto del derecho del pueblo a expresarse libremente, aspecto que jamás entenderán los diputados del oficialismo o los que se venden por un plato de lentejas y promueven todo tipo de leyes para restringir derechos que han costado la vida de millares de guatemaltecos.
El derecho a la libre expresión, no es una dádiva de ningún gobierno, pues todos, de una u otra forma, han tratado de restringirlo, pero el periodismo guatemalteco lo ha defendido frente a gobiernos militares, dictatoriales y represivos, o frente a gobiernos con careta de democráticos, pero igual de intolerantes a las críticas o a las investigaciones publicadas, que ponen al descubierto los altos índices de corrupción de los funcionarios.
Pero quieran o no, en medio de los nubarrones de violencia, la mayor parte de periodistas continuará defendiendo los derechos del pueblo y sacando la cara en defensa de aquellos jueces, fiscales o magistrados que, en medio de las amenazas, también cumplen con su invaluable función de aplicar la ley y encarcelar a quienes se han aprovechado de los recursos del pueblo o de sus puestos para cometer crímenes de lesa humanidad.
https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/11/29/dia-del-periodista-entre-luces-y-sombras/
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