jueves, 9 de mayo de 2013

Lapidarias escuchas telefónicas

En el proceso iniciado por la agresión a pobladores de San Rafael frente a las instalaciones de la mina, se utilizaron escuchas telefónicas de las comunicaciones del extranjero Alberto Rotondo, jefe de seguridad de la empresa minera y honestamente hablando, tras escuchar lo que dijo ese individuo, uno se tiene que preguntar cómo diablos el Gobierno decretó Estado de Sitio tras las protestas provocadas precisamente por la agresión que se produjo.
Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
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“Maten a esos hijos de la gran puta”, ordenó por la vía telefónica Rotondo al personal a cargo de la seguridad. Ni rosca de las babosadas que dijo el ministro de Gobernación de que se usaron armas no letales porque el jefe lo que dispuso fue categórico y nada que ver con simples acciones defensivas. “Maten a esos hijos de la gran puta” no significa que los asusten, que los disuadan o que les adviertan. Significa que hay que quebrárselos, palabras que también usó el extranjero de marras cuando le dijo a su hijo por qué se iba huyendo de Guatemala. “Me mandé a quebrar a unos hijos de la gran puta y para no tener problemas con la ley me tendré que ir un tiempo de Guatemala”, fue la explicación ofrecida por el jefe de los esbirros de la mina, término que es exacto porque no se puede hablar de otra manera de quienes actúan como los sicarios, matando por encargo.

 Pero a pesar de que en el Juzgado de Primera Instancia de Santa Rosa se escucharon esas intervenciones de llamadas telefónicas, al extranjero le dieron arresto domiciliario, para confirmar que en Guatemala las empresas mineras que han sobornado correctamente a las autoridades tienen todos los derechos, todas las garantías, todas las facilidades y toda la impunidad que haga falta para realizar su actividad extractiva. No se trata de ninguna especulación ni de suposiciones, sino de hechos totalmente probados en los estrados del tribunal, porque la orden de matar a los “perros que no entienden que la mina genera trabajo” apenas si da para ligar a proceso a un criminal y dejarlo bajo arresto domiciliario.

 Esas comunicaciones telefónicas tienen que llegar a los accionistas de Tahoe en Canadá y al mismo gobierno canadiense para que se entienda por qué hay tanto rechazo a la minería en Guatemala. Lejos de dialogar y razonar con los pobladores, traen a extranjeros para quienes los opositores a la mina son perros e hijos de la gran puta que merecen ser atacados a tiros. La gremial de minas y canteras de la Cámara de Industria tiene que pronunciarse sobre los hechos que fueron expuestos en el tribunal.

 Y que no digan que se trata de la decisión aislada de un simple jefe de seguridad, porque para tomar determinaciones de ese calibre no se puede uno imaginar que se actúe a espaldas de la superioridad. Lo que pasa es que así como el extranjero de marras, los ejecutivos piensan que los perros hijos de puta que se oponen a la mina son simplemente eso, seres despreciables que si mucho merecen la muerte a tiros. Jamás se les ha reconocido como ciudadanos que se preocupan por su comunidad y que exponen razones para objetar la explotación minera. Si ya pagaron la mordida correspondiente a las autoridades, piensan ellos, no tienen por qué andar perdiendo el tiempo en diálogos con pobladores. Para eso está el gobierno que puede hasta decretar Estado de Sitio si hace falta para asegurarles que su inversión, dentro de lo que hay que echar en cuenta la mordida pagada a funcionarios corruptos, rinda frutos.

 Indigna, de verdad, tener un gobierno que a sabiendas de la acción criminal contra su pueblo, apaña los hechos y engaña diciendo que apenas si se usaron armas no letales. El extranjero no dijo que los mataran con armas de gocha, sino simplemente que mataran a esos perros hijos de puta.
http://www.lahora.com.gt/index.php/opinion/opinion/columnas/177415-lapidarias-escuchas-telefonicas

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