Cómo olvidar a Oliverio que era una promesa del futuro arrancada de tajo e impunemente por los esbirros del luquismo.
Por: Miguel Ángel Albizures
El día de mañana, en la Universidad de San Carlos, se rendirá un justo y merecido homenaje a los mártires universitarios con la inauguración de un monumento a su memoria, siendo a su vez un recordatorio más de la bestialidad con que actuaron los militares en aquellos aciagos años de persecución y muerte a la inteligencia. Pues desde la retrógrada mentalidad de los militares, cualquier estudiante o catedrático, sobre todo si pertenecían a la San Carlos, se convertía en un elemento subversivo, al que se debía “cazar” y matar. Y así como no olvidamos a nuestros mártires, jamás olvidaremos a quienes los asesinaron y jamás podremos estar de acuerdo con una institución armada que sigue al servicio incondicional de los poderes más oscuros, los cuales han decidido el destino del país, porque tal como está sucediendo hoy contra líderes comunitarios, en cualquier momento vuelven a sus andadas y desatan la persecución y muerte a la inteligencia, a los sindicalistas, a los periodistas o religiosos.
Todavía tengo vivo el recuerdo del licenciado Mario López Larrave, de su entrega al servicio de los trabajadores o de Santiago López Aguilar, en la Escuela Orientación Sindical, o la última vez que encontré en una destartalada camioneta de esas que venían de la zona 5, al licenciado Manuel Andrade Roca y nuestra conversación sobre los criminales hechos que estaban aconteciendo. Cómo olvidar a Oliverio que era una promesa del futuro arrancada de tajo e impunemente por los esbirros del luquismo, a Leonel y a Robin García o, a Carlos Cuevas, desaparecido y después asesinada su esposa, Rosario de Cuevas junto a su hijito que según ellos, los criminales del ejército, podría ser un futuro subversivo y había que arrasar con la semilla. Así fueron asesinados o desaparecidos Amílcar Farfán, Julio Cesar del Valle o el licenciado Bernardo Lemus, o los nueve estudiantes ametrallados en pleno paraninfo universitario, donde también quedaron cuatro estudiantes heridos, así eran las bestias humanas que derramaban la sangre de estudiantes sin importar el lugar, disparaban y disparaban o secuestraban y secuestraban desapareciendo a miles de personas.
No da el espacio para tantos nombres, pero solo el diario de la muerte da cuenta de 183, que ellos mismos registraron, quién sabe cuántos diarios similares existían y desaparecieron para cubrir sus crímenes y a los responsables, muchos de ellos aún vivos e impunes y otros que han muerto sin pagar sus crímenes. Ahora quieren desaparecer todo lo que tenga relación con los Acuerdos de Paz o los crímenes del pasado como el Programa Nacional de Resarcimiento, la Secretaría de la Paz y hasta la Comisión Presidencial de los Derechos Humanos, y creen que cambiando nombres o responsables se olvidan sus intenciones de tender un manto sobre ese pasado tenebroso. Ni los salvajes crímenes del pasado ni los criminales serán olvidados y algún día se hará justicia.
https://elperiodico.com.gt/editorial-de-hoy/2020/10/29/la-inteligencia-silenciada/
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