sábado, 20 de mayo de 2017

LADINO (Parte IV – final)

Sandra Xinico Batz
Existe una reafirmación de la identidad ladina como “lo ladino”. Eso “ladino” sigue sin tener claro su origen como concepto (que ya en este espacio expusimos que es extranjero), pero si tiene claridad en lo que “quiere” creer que es, o sea su composición y características que parten principalmente de que al reconocerse como tal (como ladino) está diferenciándose (intencionadamente) del indígena a partir de la negación de que lo nativo (de una o varias maneras) forma parte de su historia y Constitución.

Quiere proyectarse así, aunque no se percate de que ese “quiere” en realidad no es la capacidad de decidir qué identidad proyectar sino es el resultado de un proceso histórico colonizador y por ende impositivo. Este colonialismo sigue haciendo que se vea como europeo en tierras “americanas”, que está ahora acá, pero que en realidad no se sienta de acá porque es de allá (de origen). Se identifica como blanco, como patrón del indio que será siempre su empleado porque este es incapaz de acumular capital.

Las ciudades, o sea lo urbano, es lo suyo. Lo rural siempre es indígena y sinónimo de atraso. Para el ladino, lo indio es homogéneo, pues todos los indígenas le parecen igual y sus idiomas no son idiomas sino dialectos o lenguas, desconociendo incluso que idioma y lengua tienen el mismo nivel y en realidad no es una forma peyorativa para minimizar los idiomas “no oficiales” como suele hacerlo al darle sentido o uso erróneo a la palabra.

El ladino sigue calificando de analfabeta al nativo (que habla su idioma originario y además habla español), pero pasa su vida sumergido en el monolingüismo a pesar de estar rodeado de más de una veintena de idiomas diferentes. Cree fielmente que lo extranjero siempre es lo mejor, aunque le sea tan desconocido porque lo único que conoce del extranjero es lo que consume de estos localmente.

Sigue creyendo que es preferible ser pobre que indio porque el dinero no da la “clase”, aunque las élites que le gobiernan y a quienes les atribuye glamur, precisamente por cuestión de clase no se identifican como ladinos, pues es de mal gusto para su origen criollo.

Se considera chapín (y de sangre) aunque una vez más, como lo ladino, no tenga claro el origen del concepto, aunque sí del significado que le quiere adherir: 100% guatemalteco. Su Guatemala es suya y no del indio, pero cuando le conviene, porque todo lo “negativo” que pase en esta se la atribuirá siempre a la existencia (aún) de los indios de los cuales se disfrazarán cuando esto pueda implicarle algún beneficio, como la bendición de la Virgen de Guadalupe.

¿Le parece que exagero? Visite Wikipedia (sí, así de simple) que define que “en Guatemala, la población ladina tiene reconocimiento oficial como grupo étnico, e incluye tanto a la población mestiza, como a la población de ascendencia indígena que se considera mestizada culturalmente” y luego pregúntese cuántos cientos de jóvenes consumen esta “información”.

Lo ladino es racista. ¿Se seguirá considerando ladino?
http://lahora.gt/ladino-parte-iv-final/

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