Foto: COMUNICARTE |
A 40 años del día mas negro de nuestra historia, a 40 años de luto silencioso, a 40 años de dolor, a 40 años de preguntar ¿Valió la pena?
Rabinal, Baja Verapaz 15 de septiembre de 1981…
En memoria de los que morimos ese día……
En la lejanía se escucha quejumbroso y fúnebre un lamento arrancado de una marimba de sones que cumpliendo con la costumbre amaneció en el corredor del cabildo municipal, es 15 de septiembre y la patria debe ser honrada, celebrada, colocada en el sitial de honor. Los ojos de los marimbitas no están en las teclas, ni sus oídos en las notas que arrancan pedazos de su alma perdida, el eco seco de un balazo petrifica el espíritu cruzándoles la mente sacudiéndolos en un helado estupor. El eco seco del balazo rebota de cabeza en cabeza, ahí donde el miedo empieza, se repite, como la sal al chisporrotear sobre el comal. Los marimbitas no paran de tocar, tocar es la única forma de saber que están vivos.
Un redoblante, como el de los judíos de semana santa anuncia el desfile que encabeza el lábaro patrio, no hay bandas de guerra, solo hay guerra.
Los patojos marchan, un dos, un dos, un dos. Es muy temprano y ya hay bolos en las banquetas. Los espectadores del desfile miran los bolos tirados, una nube gris se asoma en sus ojos, un temblor se apodera de ellos, y sudorosos clavan sus ojos en el desfile que pasa, pasa y pasa, nadie ve donde va su patojo, solo quieren que esto termine.
Mama! Mama! Hay muchos bolos tirados en la calle. Ay Dios mijo, no son bolos, son muertos…
Es medio día en un pueblo sin tiempo, sin aire, el sol quema, las palabras secas no salen, los pasos titubeantes llevan a los patojos de regreso, patojos sin estreno, entre esos patojos va Solin, su madre lo espera en casa con la comida caliente, y el alma en un hilo. Solin participó en el desfile, sin estreno, sin zapatos, y con los pies desnudos va camino a casa, apresurando el paso pasa por el cementerio, el camposanto, la tribuna del campo, súbitamente el suelo lo recibe en sus brazos, absorbe rápidamente su sangre, el sol coagula entre sus dientes un hilillo rojo. Su madre invadida por un sentimiento frio, doloroso, sigue soplando el fuego, espera verlo entrar por la puerta.
Es hora de arriar la bandera, solo unos pocos parados frente al cabildo entonan tímidamente un himno nacional que se esfuma sin sentido. Al lado, unos camiones de estaca, cual si fueran leños cargan a los bolos, unos sobre otros, sin nombre, sin apellido, solo con la muerte dentro.
Así nos mataron, nos mataron a todos, a unos con balas, a otros con miedo. Hoy estamos muertos en esta vida, en perpetuo desasosiego, sabiendo que el ser humano, no es humano, sino inhumano.
La marimba sigue sonando lejos, metida dentro del alma, los rezos de los cofrades entre candelas de cebo se elevan al cielo en espirales de copal pon, el adufe y el violín desgarrando el alma arrancan de sus entrañas pedazos de muerte, pedazos de vida.
Ellos ya no están y nosotros tampoco porque ya no somos lo que fuimos ni fuimos lo que somos.
40 años precisamente han pasado, y sabe, hoy también morimos abandonados en la pandemia, el culpable, el mismo.
Nada cambio con tanta sangre, nada, nada.
un recuerdo que se guarda en la memoria...
En Homenaje a tantos paisanos asesinados por el ejercito de Guatemala.
NUNCA MAS EN MI RABINAL QUERIDO
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