Foto Asociación COMUNICARTE
LOS NIÑOS SIGUEN MURIENDO DE HAMBRE ANTE LA MIRADA ANGUSTIOSA DE LOS PADRES.
Por: Miguel Ángel Albizures
Sin decir agua va, el precio de los productos de la canasta básica y los combustibles se siguen disparando, afectando a grandes grupos de población. Es preocupante la falta de políticas gubernamentales para el combate de la inflación y los efectos que esta provoca en la población más desposeída y en aquellos hogares donde miles de trabajadores se han quedado sin empleo como consecuencia de la pandemia.
Cada vez más, aumenta el número de niños en las calles pidiendo ayuda y hasta hombres y mujeres que esperan se les dé unos centavos para llevar algo que comer a sus hogares. Fácil es decir “ese debería buscar trabajo en vez de estar pidiendo”, pero la realidad es otra, las fuentes de empleo escasean y el hambre aumenta, como también la delincuencia, que es consecuencia de la necesidad y la falta de políticas de empleo, pues al sector empresarial le importa poco, media vez pueda explotar inmisericordemente a hombres mujeres y hasta niños que le mantienen la producción.
En el Congreso se aprueba un exorbitante presupuesto para el próximo año; el diputado de oposición Carlos Barreda denunció que “el Gobierno tiene en caja y en bancos Q28 mil millones”, mientras lo más preciado del país, los niños, sigue muriendo de hambre ante la mirada angustiosa de los padres, que no solo no tienen para la comida, mucho menos para gastos médicos y medicina, porque estos están por las nubes, sin que haya un control efectivo de los precios de los productos.
Supuestamente vivimos en una democracia, pero la democracia del hambre y la impunidad que se fomentan impunemente desde las altas esferas de gobierno, con la complicidad del poder económico, a quien solo le interesa aumentar sus ingresos. Es cierto que también preocupa que la gente no protesta por estas medidas; pero también es cierto que el Gobierno se encamina hacia la consolidación de una dictadura que se ha iniciado tratando de silenciar a periodistas y medios de comunicación que ponen en evidencia la corrupción y la impunidad, que alcanzan niveles escandalosos. La violación a los derechos humanos es un hecho, el derecho al trabajo y al salario digno son una utopía en el país, así como el derecho a la alimentación, a la vida, a la libre expresión o a la organización y resistencia, cuando esos derechos son violentados o conculcados como sucede actualmente.
El Gobierno y el poder económico han coincidido en que el mísero salario mínimo se mantenga sin ningún aumento, mientras la canasta básica rebasa los Q3 mil mensuales y tiende a un aumento implacable, sin que se implemente un estricto control de precios. Es pues la democracia para que unos puedan hacer lo que les viene en gana y la dictadura para la mayoría del pueblo, que sigue viviendo al día. Ojalá y por lo menos se implementen políticas que rescaten de una muerte segura y por hambre a la niñez que sufre las consecuencias de la situación que vivimos.
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