Bueno,
no solo en Guatemala, y también tiene rostro de mujer. Pero ayer la muerte tuvo
rostro de infancia olvidada, y no es alegoría ni nostalgia de las fechas de fin
de año. La muerte se mostró desnuda y retadora
y caminó sobre los vertederos donde llora el hambre de los parias. Cuatro niños que asesinó un
Gobierno dictador. Cuatro niños en tan solo unos minutos encapsulados en sopas
instantáneas. No, no es culpa de la pobreza de sus padres, no es descuido de su
madre (y tía), estas muertes como todas
las demás son responsabilidad del Estado fallido que está pudriendo el
país. -Es esta gente la que emigra a
buscar sustento a Estados Unidos, ¿cómo nos atrevemos a juzgarlos? Los
castigamos si se van, los ignoramos si se quedan-.
Un
Estado corrupto, asesino, dictador. Un presidente genocida, una vicepresidenta
altanera y onza. Diputados repugnantes que cada segundo de sus vidas deshonran
la Patria. Togados que hacen la Constitución de la República su papel higiénico. Estas muertes que nos deberían doler a todos
son apenas la punta del témpano.
Ya
estuvo bueno de decir: “que Dios los tenga en su gloria,” “pobrecitos, oraré
por el descanso de sus almas,” “padres irresponsables.” Le pregunto a usted
“hermano” que ora todas las noches y que dice que Dios tiene el control de
todo, ¿le irá a ayudar a esa familia
para que pague el entierro de sus niños o cree que orando Dios hará aparecer
dinero en el basurero y con eso comprarán las cajas? O aplaudirá si el
presidente sale en rueda de prensa aprovechando la consternación –como cuando
el asesinato de las alumnas del INCA-
diciendo que comprará las cajas y que le dará una casa a la familia.
Ya ni
arrepentirse es bueno, ese voto regalado a Otto Pérez Molina y a su banda de
corruptos, violadores y genocidas tuvo que ser negado, él no tenía que ser
presidente del país, tendría que estar en la cárcel pagando su condena por
genocidio, pero así de inconsecuentes somos los guatemaltecos que premiamos a
los ladrones, aplaudimos a los que
utilizan muy bien el arte del tráfico de influencias, alabamos a quienes más
dinero roban, a quién mejor sabe nadar en aguas turbias. –Y hablo de los que
por lo menos tuvieron educación media que no debería ser tan fácil engañarlos,
aunque no es engaño es deslealtad porque
no creo que no puedan utilizar sus dos dedos de frente-.
Y ahora
nos quejamos de la culateada que nos están pegando, pero si nosotros la pedimos
a gritos, hasta votamos para que nos la dieran, querían mano dura pues ahí
está. Mano dura con sangre seca, con la memoria de miles de asesinados y
desaparecidos, con el dolor de miles que se vieron obligados a emigrar. Mano
dura querían pues ahí está, no les tiembla la mano para lavar dinero, vender la
tierra y acabar con lo poco que le queda a Guatemala. Tenemos el gobierno que
nos merecemos, ¿quejarnos?, ¿para qué? Ya está instalada la dictadura militar.
Querían chafas pues ahí están, con todo y orejas, ojetes y manos peludas. No se queje, ahora ponga el hocico para que
se lo partan con el rabo del fusil. ¿Sueno abusiva? ¿Mi lenguaje les ofende?
¿No es hocico es boca? Pues ponga la boca para que le amellen los dientes a patadas.
Aplaudamos
la burla de un teleférico en el Centro Histórico. Aplaudamos una pista de
hielo. Festejemos las Luces Campero. Afanémonos con la burla de “21 días de dar
felicidad.” Lloremos con los rencuentros de emigrantes que patrocina Pepsi,
¡qué descaro! Sigamos creyendo en los reportajes de “emigrantes exitosos” que publican
en los medios. Sigamos enjuiciando a los que se van. ¿Y quienes nos quedamos? ¿Qué hacen por el
país quienes se quedan? ¿Con qué autoridad moral señalan a los que se van?
Es por
demás, todos y cada uno de nosotros somos responsables de que Guatemala esté en
el agujero, unos por hacer y otros por callar.
Todos
cada uno en su nivel, en sus circunstancias y en sus burbujas.
Me pregunto sin ilusión:
¿Guatemala será capaz de cambiar? ¿Seremos capaces los guatemaltecos de
despertar? ¿Cuándo, cuándo?
Y usted lector, ¿cree
que despertaremos? Yo creo que ni a culatazos.
En Guatemala la muerte tiene rostro de
infancia, de miseria y de mujer. Y quien opine lo contrario es porque “está
bien parado” en una burbuja exclusiva ya sea de apatía o de comodidad a
causa de lamer botas todos los días en
los tres tiempos de comida y sus
refacciones. ¡Buen provecho! De postre la rutinaria ensartada. Qué vulgar estoy sonando últimamente, parezco
vendedora de mercado.
Ilka Oliva Corado.
Diciembre 04 de 2014.
Estados Unidos.
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