miércoles, 18 de mayo de 2016

Con la “Guatemala profunda”. Pues sin las mayorías del agro ningún poder puede llamarse democrático.


MARIO ROBERTO MORALES*
El 22 de abril pasado, Guatemala atestiguó una colosal Marcha por el Agua convocada por dos grandes organizaciones campesinas. El 11 de mayo, el país se vio de nuevo sacudido por los paisanos rurales movilizados en un Paro Nacional, dirigido por otras dos grandes agrupaciones del agro. A ninguna de estas poderosas expresiones del descontento de las mayorías respecto del modelo económico neoliberal, le dieron los medios de comunicación una cobertura siquiera cercana a la que le suelen dar a percances de tránsito, notas rojas, revoluciones de colores y carteleras de farándula y diversión enlatada. En Guatemala esto es “normal”, porque aquí la prensa –con contadísimas y honrosas excepciones– está al servicio del capital corporativo transnacional y de su socia minoritaria, la atrasada e inculta oligarquía local.
Las cuatro organizaciones que convocaron a estas dos magnas movilizaciones no han convergido nunca en una unidad de acción. Si lo hicieran, paralizarían del todo la economía oligárquica. Tal es el poder del campesinado organizado que protesta por la corrupción del sistema, reivindicando el derecho al agua al oponerse a las hidroeléctricas que desvían los ríos y desertifican con ello grandes regiones habitadas por las pobrerías del campo. También se oponen a la minería en gran escala y se posicionan en contra del cultivo intensivo y extensivo de la palma africana y de la caña de azúcar, porque dañan el ambiente e impiden que los campesinos siembren alimentos básicos para su subsistencia y para garantizar una estable seguridad alimentaria interna.
Estas cuatro organizaciones y las dos acciones multitudinarias que hicieron en menos de un mes, expresan el estado de desesperación de la “Guatemala profunda”. Y aunque tales organizaciones no convergen en una unidad de acción, tienen el denominador común de no estar financiadas por la cooperación internacional, de modo que la motivación de sus extendidas movilizaciones tiene que ver con una raigal conciencia de clase de sus miembros y con sus legítimas aspiraciones de cambio estructural, dentro de una economía oligárquica que les niega el acceso a la tierra, a la salud, la educación y los servicios básicos.
En esta época de desesperanza ciudadana, abundan las propuestas para crear un instrumento político de mayorías que democratice el capitalismo desoligarquizándolo, y que modernice el Estado haciéndolo probo, eficiente, fuerte y libre de los inveterados clientelismos y mercantilismos oligárquicos de siempre. Resulta obligado que forme parte esencial de estos esfuerzos la “Guatemala profunda” organizada –esa que realizó la Marcha por el Agua y que provocó el Paro Nacional–, pues sin estas mayorías agrarias ningún poder puede llamarse democrático.
En tanto que democratizar el capitalismo implica que haya más pequeños y medianos empresarios y más asalariados (agrícolas, industriales y comerciales), la pequeña burguesía y las capas medias necesitan superar la ideología oligárquica y pensar según sus intereses de clase particulares –no según los oligárquicos–, y converger con las reivindicaciones de la “Guatemala profunda” en un proyecto unitario de país que enarbole un interés nacional interclasista e interétnico. Esto les exige enfocarse en denunciar y erradicar la corrupción del sistema más que la de los políticos, pues éstos son el resultado y aquélla la causa estructural de los problemas económicos. ¡Converjamos ya!
www.mariorobertomorales.info
http://elperiodico.com.gt/2016/05/18/opinion/con-la-guatemala-profunda/

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