El fiscal Juan Francisco Sandoval está nuevamente bajo ataque. En realidad, nunca ha dejado de estarlo, salvo que en esta ocasión decidieron hacer evidente que el jefe de la Feci es blanco de una operación de inteligencia.
Por Marielos Monzón
¡Cuánto le temen a Juan Francisco Sandoval!
La publicación y difusión de varias fotografías y de un audio en el que supuestamente está involucrado su hermano, es el último episodio de una serie de ataques que buscan minar su credibilidad y colocar una sombra de duda sobre su labor.
El objetivo central de esta operación es separar a Juan Francisco Sandoval de la dirección de la Feci, para terminar de desbaratar las investigaciones y procesos judiciales contra las estructuras criminales de gran corrupción, fruto del trabajo conjunto entre el Ministerio Público (MP) y la Cicig.
Con esta movida quieren darle a la Fiscal General la excusa perfecta para descabezar la Feci y, sin disimular siquiera un poquito, tienen a un ejército de netcenteros haciendo fuerza para lograrlo. Porque una de las tácticas de estos operativos de inteligencia es generar una corriente de opinión pública que favorezca sus intereses. Y está claro que las redes sociales se han convertido en el espacio perfecto para lograrlo.
A Sandoval lo tienen en la mira desde que se hizo cargo de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, sin embargo, la estrategia ha ido por pasos. Cerrar la comisión internacional y alinear al MP —que se había vuelto, en buena medida, un jugador independiente de las mafias— era prioritario. Cumplidas estas tareas, les queda debilitar y desarticular al grupo de investigadores, analistas y fiscales que han sostenido el avance de los procesos. Y lo han ido consiguiendo de distintas maneras, con presiones externas por la vía de ataques, amenazas, seguimientos, vigilancia y campañas de desprestigio, pero también a lo interno del MP desde que asumió la Fiscalía General, la “vigilante” Consuelo Porras.
Las operaciones ilegales de inteligencia son propias de Estados infiltrados como el nuestro.
Esos sótanos oscuros del poder que no se desbarataron ni con la restauración de la democracia ni con la firma de los Acuerdos de Paz siguen operando bajo la misma lógica de la época contrainsurgente: la construcción y destrucción del enemigo interno.
Estos aparatos paralelos de inteligencia que actúan al margen de la ley y que surgieron de las entrañas mismas del Estado —los Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (Ciacs)— fueron mutando y diversificándose, pero no perdieron ni su esencia ni su modus operandi: analizan el terreno y el entorno, ubican al enemigo, identifican debilidades, definen un plan, obtienen y controlan información, establecen contingencias y atacan. Lo tienen todo meticulosamente preparado. Y, además, implementan una estrategia de opinión pública para cuestionar moralmente a la “víctima” intentando confundir e instalar un discurso público y mediático en su contra.
No es distinto a lo sucedido en los asesinatos políticos de la antropóloga Myrna Mack y del obispo Juan José Gerardi. Tampoco en las estrategias de criminalización contra líderes campesinos o comunitarios, ni en lo que han tenido que padecer jueces independientes que han dictado sentencias emblemáticas en casos de graves violaciones a los derechos humanos o de corrupción, como Yassmín Barrios, Miguel Ángel Gálvez o Érika Aifán.
Los personajes involucrados en este nuevo ataque contra Juan Francisco Sandoval, incluyendo a una persona condecorada por los servicios de inteligencia militar, la manera en que se manejó la difusión del audio y de las fotografías e, incluso, los contenidos de estas “filtraciones” denotan la mano “invisible” de estas redes paralelas que quieren neutralizar a un fiscal valiente e independiente. Mi solidaridad y apoyo a Juan Francisco Sandoval.
https://www.prensalibre.com/opinion/columnasdiarias/cuanto-le-temen-a-juan-francisco-sandoval/
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