LA FATAL NOTICIA DE SU ASESINATO LLEGÓ DE INMEDIATO A LAS FÁBRICAS DE LA AVENIDA PETAPA.
Por: MIGUEL ÁNGEL ALBIZURES
Hoy hablamos del Pacto de Corruptos, pero en los años setenta hablábamos del pacto de los empresarios con los militares y la extrema derecha, comandada por Mario Sandoval Alarcón. De corrupción e impunidad no se hablaba nada, pero flotaba en el ambiente el enriquecimiento ilícito. Por esa época reinaba el terror impuesto por ellos y la vida de grandes personajes o de simples activistas sociales dependían de ellos. Ese clima de terror no hubiera sido posible sin el asesoramiento y los recursos de Estados Unidos, que ha sido el responsable de la situación que vivimos ayer y seguimos padeciendo hoy, y no solo nosotros, sino que todos los pueblos latinoamericanos saben quién, por la fuerza, sofocó las luchas por la libertad y la democracia.
En ese contexto político y social, no muy diferente al actual, un ilustre abogado laboralista, Mario López Larrave, fue asesinado, un 8 de junio de 1977, a petición del pacto empresarial de la época; de eso ya hace 44 años, pero parece que fue ayer cuando sonó insistentemente el teléfono de la histórica Central Nacional de Trabajadores, para paralizar nuestros cuerpos, para confundir por un momento nuestro pensamiento, para golpearnos en lo más profundo del corazón obrero, para sacudir nuestras conciencias y volvernos de golpe a la realidad guatemalteca, donde pensar ha sido un delito que se paga con la vida.
La fatal noticia de su asesinato llegó de inmediato a las fábricas de la Avenida Petapa, regresó por la Aguilar Batres, se fue a la Roosevelt y siguió camino al cordón industrial del Atlántico, a Xela, a Huehue, a Escuintla, y a aquellos rincones donde había obreros y campesinos organizados. Fue un tiro al corazón de la clase obrera, que reconocía en Mario López Larrave al más humilde y destacado laboralista guatemalteco, que había estado junto a ella en los grandes momentos de triunfo y en los sinsabores de la derrota.
Aun a 44 años de distancia, la figura de López Larrave se yergue dignamente y lo recordamos en las vistas públicas en donde su palabra jurídica, clara y convincente, resonaba en las salas de trabajo y en el propio ministerio defendiendo valientemente los intereses de la clase obrera.
Mario López Larrave nació el 7 de abril de 1929 y cuando fue asesinado ya había cumplido 48 años de edad, dejando un legado inmenso a las nuevas generaciones, sus enseñanzas, diversos libros y su ejemplo de sencillez y entrega. Es a la clase obrera de hoy a quien corresponde recoger esa historia y las valiosas enseñanzas de quien, sin haber sido un obrero, ofrendó su vida por los trabajadores e insistió en que “la unidadde la clase obrera, en alianza con la clase campesina, es el camino para la transformación de la sociedad”. Ojaláy así sea, pues será el mejor y justo homenaje que se debe rendir a quien la oligarquía, el ejército y la ultraderecha quisieran sepultar en el olvido. Hoy, la más amplia alianza y unidad es imprescindible porque quienes hoy están siendo juzgados por los crímenes cometidos en el pasado, amenazan con la vuelta a esa época en que terminaron con valiosas vidas como la de Mario López Larrave.
https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/06/10/homenaje-al-digno-asesor-de-obreros/
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