El próximo domingo, es un día especial, es el día de las y los trabajadores que a diario aportan su fuerza de trabajo para que este país salga adelante y como todos sabemos, el trabajo decente y el salario digno y justo, brillan por su ausencia, porque a pesar de la existencia del Ministerio de Trabajo, no hay quién supervise las condiciones en las fábricas, especialmente en las maquilas, ni mucho menos quién proteja sus intereses, pues de hecho no se permite la creación de organizaciones sindicales.
Arribamos a esta fecha histórica en medio de un deterioro del salario que reciben quienes producen la riqueza, pues el alza incontenible del precio de la canasta básica no permite satisfacer todas las necesidades vitales, mientras a nivel gubernamental, por las exigencias empresariales, se plantea el salario diferenciado para favorecer los intereses de quienes más tienen y de las empresas maquiladoras, con el pretexto de creación de nuevas fuentes de trabajo, cuando en realidad se trata de convertir al Estado en tutelar del empresariado y no de los trabajadores, quienes ven vulnerados sus derechos.
Los trabajadores del mundo, este 1 de mayo levantarán las pancartas en exigencia de trabajo decente y salario digno, pero desgraciadamente, en Guatemala, estamos frente a un movimiento sindical debilitado y frente a una nueva ofensiva contra los sindicatos, especialmente contra el derecho a discutir y renovar pactos colectivos de condiciones de trabajo. Ojalá que este 1 de mayo, la dirigencia sindical y campesina comprenda que la debilidad del movimiento, tiene que ver con la actitud de muchos de ellos y con la dispersión de organizaciones sindicales, y hagan el esfuerzo por encontrar los puntos que les unen, y no las diferencias que les mantienen separados, pues solo la unidad hará posible el rescate de un movimiento obrero y campesino que responda a los intereses de la clase y haga frente a las embestidas patronales y gubernamentales.
Es importante levantar las banderas reivindicativas, pero lo más importante hoy, es levantar las banderas de la unidad sindical, pues nadie puede negar que la división está muy relacionada con las actitudes de la dirigencia, que cree que su organización, es la mamá de los pollitos y que a ellos les asiste la razón en todo. Hay que deponer las posiciones sectarias y los intereses personales, y hacerlo por los intereses de la clase trabajadora, del campo y de la ciudad y de los empleados públicos, que representan un alto porcentaje de los trabajadores organizados, pero que hoy enfrenta una ola de despidos y retraso en el pago de los salarios, lo cual puede debilitar las organizaciones, o fortalecerlas, si se desarrollan luchas conjuntas y unitarias por los derechos de todos los y las trabajadoras, y por la transformación del sistema injusto que prevalece.
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