martes, 24 de abril de 2012

Opinión: Visitarán la otra Guatemala


Visitarán la otra Guatemala

El programa Tengo algo que dar.
Los próximos 28 y 29 de este mes, más de cinco mil jóvenes entusiastas, quizás conmovidos por la situación de pobreza y extrema pobreza que vive un alto porcentaje de la población guatemalteca, abandonarán sus cómodas viviendas para convivir con los que nada tienen, siendo su objetivo, tal como lo expresó uno de los promotores de la iniciativa, conocer “Una Guatemala distinta de la que nos tocó ver, pero también sentir esa realidad para despertar, primero la conciencia, y luego la participación”. El programa lo desarrollarán en 15 departamentos del país y con el lema “Tengo algo que dar”.

Van a tratar de conocer la Guatemala hambrienta y desnutrida que les heredaron sus padres, quienes nunca quisieron hacer algo o soltar algo, de lo mucho que acumulan, para transformarla. Se enfrentarán a una realidad que llora sangre, eso que en los años setenta conocieron las alumnas del último año de Magisterio del Colegio Belga, en Uspantán y otras regiones del Quiché, lo que motivó que varias de ellas perdieran la vida, y por lo cual continúan siendo acusadas de terroristas varias monjas.

No es pues, la primera vez que se realiza un programa de esa naturaleza, ni fue por un par de días, que igualmente son loables, sino que se pasaban casi todas sus vacaciones de fin de año. Ese programa, según me cuentan, fue retomado en 1999 y nuevas generaciones de estudiantes siguen realizando sus misiones a diversos pueblos, como hoy las emprenderán jóvenes de estratos sociales a los que no les falta el pan diario, ni el techo, ni la cobija ni nada. Conocerán esa Guatemala, que conoció el italiano Giovanni Cocciro que el 21 de abril declaró a Prensa Libre, con lágrimas, desesperación e impotencia: “No puedo ir a dormir al hotel ni comer tranquilo después de ver cómo están aquí. Es una experiencia difícil de olvidar, pues he visto un pueblo que está en la miseria, pero con gran dignidad”.

Debe ser difícil para quienes les reciben, darles un lugarcito a quien saben que todo lo tienen, y ojalá respeten esa dignidad y esa humildad de un pueblo que ha soportado de todo y que tiene que realizar marchas y protestas para no seguir siendo olvidado. Esperamos que ese sea un primer paso de esta generación de jóvenes para comprender Guatemala, pero también para que reaccionen y eviten que sus hijos, en el futuro, realicen misiones similares.

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