jueves, 10 de octubre de 2013

Los pasos de animal grande. No le damos importancia a los retumbos que anuncian el peligro en este país.

Miguel Ángel Albizures
La catastrófica situación del país en lo económico, en lo político y en lo social, no es algo que podamos ignorar, pero parece que nos seguimos durmiendo en los laureles y, como siempre sucede, no le damos importancia a los pasos de animal grande que retumban a nuestra espalda, anunciándonos el peligro que se cierne sobre los sectores más beligerantes de esta sociedad y de este país, que no pasa de ser una república bananera, con el agregado de la minería que impone sus condiciones de exploración y explotación de unos recursos que nunca les han pertenecido, pero que han encontrado bondadosos gobernantes que se los ofrecen y se los entregan a cambio de migajas.

Al igual que a inicios del siglo XX, cuando la United Fruit impuso condiciones de semiesclavitud y se apropió de extensas tierras, hoy podemos hablar de reducidos grupos que hacen y deshacen a su antojo en el país. Tenemos a los militares en el poder y copando las principales instituciones que les generan beneficios; el poder económico que, como siempre, disfruta las mieles del poder e impone  sus condiciones.

El crimen organizado y los narcos, en donde personajes de los dos primeros participan descaradamente y son utilizados por el Gobierno para lanzar cortinas de humo ante las problemáticas que pueden estallarles en pleno rostro, y el poder transnacional, detrás del cual están los inversores nacionales y el Gobierno que hace del país su paraíso para la inversión con el pretexto del “desarrollo”, que no es integral, sino, como siempre, en beneficio de unos pocos.

Las pésimas condiciones laborales de la clase obrera y campesina que se traducen en bajos salarios, unido al alza considerable del precio de la canasta básica, provoca aumento de la desnutrición infantil y el hambre en el país, que no se combaten sino fomentan a través del acaparamiento y la corrupción, la criminalización de los conflictos sociales como negación a los derechos de petición y de protesta de sectores desposeídos, y el peligro real de restringir el derecho a la libre expresión ante las críticas casi generalizadas de los medios, a la corrupción de funcionarios y a la ineficaz conducción del Gobierno. Si a ello agregamos el asalto que preparan a las instituciones de justicia y al Tribunal Supremo Electoral, en poco tiempo tendremos un Estado navegando en la impunidad, pero alucinante para quienes han parcelado el país y se benefician de sus recursos. Por ello, hacen falta formas organizativas y de respuesta que detengan los pasos de animal grande, o nos aplastarán y seguirán desfalcando las arcas nacionales.
Opinión: elPeriódico, 10 de octubre de 2013

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