Otramérica
La Corte de Constitucionalidad (CC) de Guatemala ordenó el pasado 20 de mayo repetir el juicio contra el ex dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt a partir de las sesiones del 19 de abril. Con esta decisión anuló la parte más importante: la sentencia condenatoria a 80 años de prisión por genocidio y crímenes de guerra. A sus 86 años es el primer gobernante latinoamericano en ser juzgado por genocidio en su propio país.
Organizaciones de derechos humanos de siete países de América Latina (Argentina, México, Honduras, Perú y Nicaragua, Costa Rica, El Salvador) convocaron a finales de mayo a un “Plantón internacional en solidaridad con Guatemala” en repudio a la anulación de dicha sentencia, en apoyo a las víctimas del genocidio y para condenar la impunidad que se pretende imponer en este caso.
Mientras en la capital de Guatemala iniciaban la “Marcha por la Justicia” se celebraron acciones espejo simultáneas frente a las sedes de la embajada o consulados de este país centroamericano en Buenos Aíres, Ciudad de México, Managua, Lima, Tegucigalpa y San Pedro Sula -norte de Honduras-.
La marcha, que según los organizadores reunió a más de 5.000 personas el pasado 24 de mayo, partió de la Cámara de Comercio, recorrió las sedes de la Corte Suprema de Justicia, la Corte de Constitucionalidad (CC), y el Parlamento y concluyó en la Plaza de la Constitución. Al término de la marcha las autoridades ancestrales Ixiles entregaron un memorial con firmas de varias comunidades del área Ixil exigiendo a la CC que quede en firme la sentencia contra Ríos Montt. Así mismo, organizaciones de Derechos Humanos que han acompañado el proceso del juicio dieron un posicionamiento político en el que se dice que hay que hacer valer la sentencia y piden que revoquen el fallo.
David Oliva, miembro de la organización HIJOS Guatemala y del Centro de Medios Independientes (CMI) se encargó de retransmitir en stream esta marcha en la capital que él considera histórica y la más grande en el país que aborda el tema de la memoria y el desenmascaramiento de la impunidad en el sistema de justicia. “Hoy hay más gente que el día en que Guatemala se movilizó en repudio al asesinato de Monseñor Gerardi” –obispo guatemalteco y defensor de derechos humanos asesinado el 26 de abril de 1998, dos días después de la publicación del informe “Guatemala: Nunca más” que recogía testimonios los crímenes cometidos durante la dictadura.
Oliva nos aclara que la sentencia a Ríos Montt todavía está en firme e insiste en que lo que toca ahora es defenderla porque es un avance político y jurídico tanto para Guatemala como para otros países. “Los testigos, todos los sobrevivientes que pasaron ya a declarar, no son juguete de un sistema de justicia impune y corrompido”- comentó. En este sentido se pronunció también Pilar Maldonado colaboradora de AJR -Asociación Para La Justicia y Reconciliación- quienes iniciaron este proceso de juicio hace 13 años: “La consigna es que definitivamente la sentencia está dada y vamos a defenderla y ese fallo de la CC no puede detener la justicia en Guatemala. No estamos en disposición de repetir el juicio porque es una falta de respeto para las victimas Ixiles y otras regiones que también fueron victimas de genocidio”.
En 1998 empezó un legítimo proceso judicial que se concretó a finales de enero del 2012. En 2013, los pueblos indígenas han pasado por el proceso judicial que el sistema les impone para denunciar lo que les sucedió pero paralelamente, la cúpula empresarial del país se posicionó en contra de la sentencia contra Ríos Montt, como lo hizo el CACIF -Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras- cuando se declararon en sesión permanente hasta que se votara la sentencia. Según Oliva, eso muestra claramente la cara de quienes financiaron el genocidio en Guatemala, de quienes dieron las ordenes y el dinero.
Según Nelton Rivera, activista pro derechos humanos y miembro de Prensa Comunitaria, la vinculación entre genocidio, memoria histórica y la defensa de la tierra actual están íntimamente relacionadas así como lo están los grupos económicos que se sumaron a retrotraer la sentencia con los grupos políticos alrededor de las familias tradicionales y los grupos que lograron construir poder político y económico a partir de la guerra. “Están involucrados todas las expresiones que están dentro de los partidos políticos de la derecha, crimen organizado, narcotráfico, las familias tradicionales y ahora, de grupos económicos transnacionales”.
Hablamos con Andrea Ixchiu Hernández, joven maya quiché perteneciente a los 48 cantones de Totonicapán -región Sur-Occidental de Guatemala- justo cuando pasan por la Corte Suprema de Justicia. Nos lee las mantas que ve: “genocidio se escribe con G de gobierno militar”, “Podrán volver a juzgarles pero nunca serán inocentes”, “Rios de Sangre Montt”, “Si hubo genocidio”, “Mi corazón es Ixil”.
Ixchiu nos comenta que hoy los pueblos salieron para exigir al sistema de justicia que cumpla con su trabajo y encarcele al Ríos Mont por el genocidio que cometió entre 1982 y 1983 y “reivindicamos que no estamos de acuerdo con esa medida legal que hace un culto a la forma del proceso en lugar de al fondo y el fondo es darle justicia al pueblo Ixil”.
Para Ixchiu, lo que está pasando es una ofensa no sólo a la dignidad del pueblo Ixil sino a la dignidad del pueblo de Guatemala, “donde lamentablemente estamos acostumbrados a estas maniobras sucias del sistema de justicia que beneficia a los que les deben favores y a los que les dan dinero.”
Ixchiu insiste en la organización y articulación de los distintos pueblos Mayas, Xincas y Garífunas que se manifestaron el pasado viernes y que están trabajando poder dar la lucha tanto en el sistema de justicia que les imponen pero también por el reconocimiento desde su propio sistema de justicia, el derecho Maya y el derecho de los pueblos indígenas.
Solidaridad internacional con un rostro femenino
Mercedes Hernández , presidenta de la Asociación de Mujeres de Guatemala en Madrid (España) cree que el haber escuchado a las víctimas durante el juicio al igual que estar escuchando hoy a los manifestantes y las manifestantes es una prueba de que realmente hay un anhelo de justicia dentro de Guatemala. “Es una buena iniciativa que han tenido países vecinos para solidarizarse con las y los sobrevivientes y demostrar al pueblo de Guatemala que no estamos solos en la lucha por los Derechos Humanos sino que contamos con muchas personas alrededor del mundo que se han tomado en serio el mandato de que los Derechos Humanos y su defensa son una cuestión de todos y todas.”
Para Ixchiu, la marcha del viernes significa recordar, cuidar y defender la memoria histórica de los pueblos de América Latina “quienes desde hace más de 500 años sufrimos y vivimos el genocidio, dictaduras militares y la represión”.
Fueron en su mayoría organizaciones feministas latinoamericanas las que se unieron a estos actos espejo. En Honduras, por ejemplo, contactamos vía telefónica con Helen Ocampo, integrante del círculo de estudio feminista en Honduras y organizadora del plantón en frente de la embajada de Guatemala en Tegucigalpa. “Recurrimos a un llamado feminista de las organizaciones en Guatemala y nos solidarizamos con las mujeres agredidas, violadas y asesinadas, por la violencia que sufrieron y por las sobrevivientes del genocidio que han sido valientes a pesar de la intimidación y el miedo y fueron capaces de testificar en un juicio histórico”. Según Ocampo es una vergüenza que muchas mujeres hayan sido burladas después de esta decisión de la Corte de Constitucionalidad.
Aún así, Ocampo ve el juicio contra Ríos Montt en Guatemala como una luz de esperanza para otros pueblos de América Latina que han sufrido la violencia conservadora a través de golpes de estado o de otro tipo de agresión.
Según Mercedes Hernández , la lucha por los Derechos Humanos tiene un rostro femenino. En Honduras, cuando ocurrió el golpe de estado y el feminicidio incrementó un 160% -una barbaridad numérica- se organizaron las feministas en resistencia y fueron ellas las que empezaron a exportar la realidad de los homicidios y asesinatos que el propio estado hondureño estaba cometiendo contra su población.
Según Hernández, las diferentes comisiones de la verdad y memoria históricas que se han narrado de los conflictos que ha atravesado Latinoamérica y Centroamérica han ocultado la violencia sexual como arma de guerra y tampoco han relatado con justicia que en el caso guatemalteco hubo un momento en el cual la mayoría de las víctimas asesinadas por el ejercito de Guatemala – el 42%- eran mujeres – población civil desarmada no combatiente. Según ella, la historia de los Derechos Humanos en Latinoamérica es una historia de los derechos y las luchas de las mujeres.
En este sentido vale la pena tener en cuenta que en Guatemala las organizaciones de viudas llevan décadas trabajando en la defensa de los derechos humanos, mujeres que asumían el control comunitario cuando se asesinaba a los hombres y se hacían cargo de proteger a sus hijos, de huir con ellos hacia la montaña.
En toda Latinoamérica tenemos ejemplos de ello, las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo han sido el rostro más visible de la defensa de los Derechos Humanos en Argentina.
Según Nelton Rivera, el estado guatemalteco, al igual que muchos estados en Mesoamérica y en América Latina se construyeron a partir del despojo y de la configuración del mismo estado desde la colonia. “Aquí –en Guatemala- se sigue manteniendo las estructuras coloniales con el que fue creado y por lo tanto sigue representando los intereses de los grupos económicos poderosos de este país. Lo que sucedió con la resolución de genocidio es una expresión de que el estado está cooptado por los poderes económicos y militares vinculados con el genocidio”.
José Guadalupe Pérez Rodríguez, de HIJOS México se unió a estas voces de dignidad por Guatemala desde la embajada de este país centroamericano en la Ciudad de México. Tiene 29 años y su papá desapareció en 1990. Según él les une a Guatemala no sólo la cercanía geográfica sino también de historias de desapariciones que en México son más de 20.000 en tiempos en los que se dice que estamos en democracia. Para Pérez, a pesar del fallo de la CC, Guatemala es un ejemplo “porque han caminado 31 años para lograr que fuera enjuiciado uno de los responsables de genocidio y en México estamos muy lejos de conseguir algo parecido”.
Neesa Medina, del Centro de Derechos de Mujeres en Honduras estuvo en el plantón en Tegucigalpa. Según ella, fue una acción de solidaridad entre mujeres que trasciende no sólo a lo que pasa en nuestro país”. Además, puntualizó que la convocatoria vino de un grupo de mujeres de Guatemala y no de organizaciones ni jerarquías ni partidos. Medina recuerda las imágenes del juicio en las que veía el dolor de las mujeres con las que se siente identificada. “No puedo borrar imágenes de mujeres Ixil y sus historias por eso vamos a seguir reivindicando el papel de la mujer en comunidades indígenas no solamente como victimas también como luchadoras”.
Medina comenta que las mujeres no dejaron de organizarse después del golpe de estado y la violencia que se desencadenó: “No dejamos que se nos olvide porque tenemos la presión constante de que vuelva a pasar algo similar”.
A pesar del fallo de la CC el juicio contra Ríos Montt fue un ejemplo a nivel mundial de que los sistemas de justicia nacionales de un país pueden llegar a funcionar si no hay intereses de terceras personas en que esto no suceda. También trajo el debate del genocidio a la calle y se convirtió en un tema cotidiano hasta para los convencidos de que no hubo tal genocidio.
Daniel Pascual, del Comité de Unidad Campesina (CUC) es del sur del departamento del Quiché. Allí, el 50 % de la población fue masacrada. Tiene 41 años, 3 de sus 6 hermanos murieron y asesinaron a varios de sus tíos y tías. Para él, lo que sigue es la continuación de una batalla contra la impunidad y contra la historia establecida, y por la memoria y es internacional es una cuestión de dignidad.
Esta es la lucha ahora por parte de los organizadores de la marcha del viernes pasado, el pueblo Ixil y todos los pueblos maya, hacer valer la sentencia y que se les devuelva su dignidad. Como recuerda Bridget Brehen de NISGUA -Network in Solidarity with the People of Guatemala- al finalizar el juicio muchos dijeron “¡Lo hicimos! Pero ahora toca el próximo reto y hay que estar atentos porque con cualquier victoria viene otra fase de lucha”.
Como dice Hernández, los militares y la oligarquía guatemalteca son una bestia que se sabe herida y que esta dando coletazos de bestia herida porque detrás suyo siente los pasos de un animal mucho más grande, los de una población maya -la gran mayoria de Guatemala- que ya nunca más volverán a ser reducidos a rango de objetos.
Hoy, la voz de dignidad del pueblo maya resuena a nivel internacional y no están dispuestos a ser callados ni aislados de nuevo. El juicio abrió una puerta para profundizar en la investigación no sólo en el caso del genocidio contra el pueblo Ixil de 1982 a 1983 sino también por todo lo cometido durante 36 años de guerra.
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