La construcción del nuevo país debe hacerse desde las lecciones aprendidas.
Por: Miguel Ángel Albizures
Yo recuerdo los años setenta, cuando en la Central Nacional de Trabajadores (CNT), teníamos que ingeniárnosla para hacer presencia pública, pues con Arana Osorio vivimos bajo estado de sitio y toques de queda, que se iniciaban desde las nueve de la noche, y que restringían nuestros derechos constitucionales. El movimiento social, sindical o estudiantil sufría la prohibición de manifestarse públicamente y los allanamiento a las centrales obreras y asociaciones, así como las constantes amenazas contra la dirigencia, eran comunes y no pocos fueron los detenidos, desaparecidos o asesinados, pero aún bajo esa situación se dieron las huelgas, las manifestaciones o protestas en exigencia del respeto a los derechos fundamentales.
Si no tenemos memoria, volveremos a sufrir los mismos problemas, actualmente estamos al borde del abismo, donde ya los gobiernos militares hundieron a Guatemala con sus políticas y acciones represivas, pero frente a eso nunca dejó de existir una respuesta constante del pueblo en las calles exigiendo sus derechos, lo cual hoy no vemos porque la gran mayoría del pueblo sigue recibiendo atol con el dedo y con ello se conforma, mientras los espacios se cierran aceleradamente y se impone el terror para disuadir a los que no están de acuerdo con este nuevo clima de represión, recorte de libertades y corrupción generalizada, una estrategia que fue usada por las dictaduras militares, y que continúa practicándose no solo en la ciudad, sino también en los departamentos, como vemos con los ataques a defensores, periodistas y funcionarios públicos comprometidos con la lucha anticorrupción. Y mientras el presidente Giammattei se muestra como una mansa paloma, pero que sigue bailando al son que toquen los que de verdad manejan los hilos del poder, los mismos que antes conformaron organizaciones criminales y que se apropiaron del Estado para su beneficio y solo saben gobernar a golpe de represión y terror.
A la par de ello, se promulgan leyes que les permitan actuar “legalmente” contra las oenegés, fiscalizar su trabajo y sus ingresos, y no sería raro el allanamiento a sus sedes, con cualquier pretexto, la detención de sus dirigentes o su cancelación porque no les convienen a los intereses de quienes detentan el poder, fortalecidos y respaldados con una Corte de Constitucionalidad a su medida y un Congreso donde la mayoría responde a los intereses de este Pacto de Corruptos, del que no nos libraremos a menos que el pueblo despierte y vuelva a manifestarse en su contra, como en el 2015, pues el próximo año será demasiado tarde, pues ya cuentan con instrumentos legales, con las armas y con la demagogia para silenciar a amplios sectores que antes estuvieron en la plaza. Ya se empezó a retorcer la ley y han procedido a capturas. Fiscales como Curruchiche hay varios preparándose para actuar y no faltan jueces que se plieguen a esos intereses.
Lo que hace falta, es recordar nuestro pasado y aprender de la historia, recordar el papel que ha tenido el pueblo cuando está comprometido con su país y la defensa de sus derechos, como la insurrección de 1920 contra la dictadura cabrerista, la revolución del cuarenta y cuatro contra el ubiquismo, las grandes gestas de marzo y abril del sesenta y dos, la fuerza del movimiento social en los años setenta, aún con la existencia de organizaciones criminales que circulaban listas de amenazados a muerte y un ejército siempre fiel a los poderes ocultos, y protegiendo los intereses de la oligarquía que aún nos gobierna. Por ello, la construcción del nuevo país debe hacerse desde las lecciones aprendidas, y retomando el papel que como ciudadanos nos corresponde para evitar un fatal retroceso a las épocas oscuras que vivió el país.
https://elperiodico.com.gt/opinion/opiniones-de-hoy/2021/05/27/recordado-el-pasado-enfrentemos-el-presente/
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