sábado, 5 de abril de 2014

Acción de justicia feminista contra violador en Huehuetenango: Desvelar a los agresores sexuales para que no puedan seguir violando



Colectiva Si nos tocan a una nos tocan a todas
El pasado martes 1 de abril, un grupo de feministas decidieron hacer justicia ante la violación sexual que sufrió en varias ocasiones una mujer de Huehuetenango, por Héctor Saúl Martinez Palacios, un catedrático de ¡ética y moral! del Colegio en Ciencias Comerciales en Huehuetenango.
Salieron a las calles para denunciar públicamente el aberrante crimen y así proteger a las menores de edad y mujeres que están cerca de él, tanto en las clases que reciben en el Colegio, como sus compañeras en la universidad, puesto que dicho agresor es estudiante de la Licenciatura en Pedagogía y Administración educativa del Centro Universitario de Noroccidente de la Universidad de San Carlos.
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En la mañana, acudieron al Colegio en Ciencias Comerciales donde repartieron volantes entre las y los estudiantes, y empapelaron los alrededores para informar y prevenir del riesgo que están corriendo dichas estudiantes.
Los y las estudiantes presentes tuvieron reacciones de sorpresa y en algunos casos de confirmación de algo que ya habían percibido. Una estudiante le compartía a su compañera:
“… te lo dije, yo ya había avisado a mi madre que él me estaba acosando”.
Pidieron más volantes para distribuir a otras mujeres jóvenes dentro de las instalaciones del Colegio y en sus familias.
Otras reaccionaron con frases como “No puedo creerlo, si él me dio clases”, “No puede ser, si él es amigo de mi familia”, revelando que los agresores siempre esconden sus crímenes detrás de su prestigio social y “buena reputación”
Ante la empapelada los trabajadores del Colegio reaccionaron de forma agresiva, protegiendo al agresor. Gritaban: “Eso no es nuestro problema. ¡Es problema de ustedes con él!” Cerraron las puertas del colegio para impedir que más jóvenes pudieran tener acceso a la información. Sin embargo, el objetivo principal se logró: hacer justicia y romper el silencio ante las agresiones sexuales, especialmente las cometidas por hombres en puestos de autoridad, como lo es el caso de los maestros como Hector Saúl Martinez.
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En la tarde, volantearon y empapelaron las instalaciones donde el agresor cursa la Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa del Centro Universitario de Noroccidente de la Universidad de San Carlos.
Las reacciones entre las y los estudiantes fueron parecidas a las del Colegio. Todas lo conocían.
“Sí, sí lo conozco, es mi compañero de inglés”. ”¡Ah, sí! Es el señor que vive atrás de la base militar! Denme más volantes, es importante que se sepa!”
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Algunos estudiantes hombres se lucieron con reacciones de protección hacia el agresor: “¡Eso, no me lo creo!” Con estas frases sencillas ponían en evidencia los pactos patriarcales que se activan entre hombres cuando su poder, sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, está en riesgo.
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Al igual que en la mañana, las autoridades universitarias, bajo el discurso de la protección de la instalaciones, reaccionaron de forma represiva y “sorda” a la denuncia de las mujeres organizadas. Pero del mismo modo, se logró el objetivo principal que es informar a las mujeres que están cerca de Héctor Saúl Martinez, que es un peligro para ellas, puesto que es un violador sexual en serie.
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Cabe mencionar además que ha sido despedido de varios centros educativos este año y el año pasado, lo cual debería obligar al Ministerio de Educación a investigar de oficio la conducta de este señor.
Esta acción viene a poner sobre el tapete y en discusión qué es la justicia para las mujeres, y las formas que existen de ejercerla.
A lo largo de la historia, muchas mujeres han luchado para que sean reconocidas como sujetas, y para que el Estado les otorgue las mismas garantías para vivir que a los hombres. En el ámbito de la justicia, muchas han batallado para que cada vez haya más posibilidades de que las mujeres tengan acceso a la justicia.
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A pesar de ello, el sistema de justicia estatal carece de mecanismos dignos de atención a las sobrevivientes y de voluntad política para garantizar justicia a las mujeres. Impunidad, culpabilización y estigmatización de las mujeres, protección de los agresores, reinan en el sistema de justicia cuando se trata de la violación sexual. 
Estas acciones son un precedente de justicia. Las mujeres son escuchadas y pueden nombrar su experiencia desde sus propias palabras. Se las cree, y se reconoce el sufrimiento y daño producido por la violación sexual. Se reconoce socialmente y públicamente el crimen. Se desvela a los agresores rompiendo la impunidad que les protege.
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Estas acciones dan así mayor garantía de no repetición de la agresión. En el momento en que un secreto a gritos es nombrado y se rompe el silencio, el cerco que protege al agresor desaparece. La fuerza colectiva de las mujeres permite que las sobrevivientes pierdan el miedo a denunciar y se sientan apoyadas y protegidas.
En la mayoría de ocasiones, y en ésta concretamente, los agresores tienen un gran respaldo social, dado que suelen ocupar puestos de poder en la sociedad que les otorgan autoridad y legitimidad sobre otros y otras.
Ser maestro, padre, licenciado, hermano mayor, etc. es en la mayoría de ocasiones un aval social que impide a la víctima de violencia denunciar que está siendo agredida y tomar acciones, incluso, reaccionar.
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La justicia para las mujeres pasa por ser oída, por que haya lugar y espacio para contar lo que se ha guardado en silencio, en ocasiones durante años, sin ser juzgada. En vez de apoyar a las mujeres, niñas y jóvenes víctimas de crímenes sexuales, la sociedad las culpabiliza y las estigmatiza, condenándolas al silencio y a creer que lo que les pasa es normal. Esta acción de justicia nos recuerda que la responsabilidad y la vergüenza son de los agresores sexuales, nunca de las mujeres.
Por ello es de gran importancia y trascendencia el precedente de justicia que sentó esta acción feminista. El violador Héctor Saúl Martinez fue denunciado públicamente. Ha sido evidenciado ante las mujeres de su alrededor, sus alumnas, su familia, y las autoridades educativas. Se rompió la impunidad de la que ha estado gozando y le permitía seguir agrediendo a jóvenes y mujeres.
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El grupo de feministas que realizó la acción invita a todas las mujeres a que se reúnan con amigas, con vecinas, con hermanas para hablar de los diferentes tipos de violencia sexual que viven cotidianamente, encontrar formas de defenderse y protegerse colectivamente, y desvelar a los agresores para que no puedan volver a agredir.
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Según los grupos feministas y de mujeres promotoras, esta acción de justicia pretende ser repetida, en caso de agresión de cualquier tipo contra cualquiera de las mujeres de la región. Añaden que ya existen otros casos en los cuales se están tomando medidas de forma autónoma, hablando con autoridades comunitarias y denuncian públicamente a los criminales que andan sueltos y en impunidad por la calles Huehuetenango y del país.
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