Violencia contra mujeres
El Estado tiene la plena obligación de proteger la vida de todos.
Miguel Ángel Albizures
Leer cualquiera de los periódicos o escuchar los noticieros de radio y televisión que dan cuenta de los hechos violentos que a diario suceden contra las mujeres, provoca diversas reacciones y opiniones de condena o justificación, pero a quienes tenemos conciencia del callejón, que pareciera sin salida, en que se encuentra el país, y de la gravedad de los hechos que marcan a toda a una generación, nos conmociona y nos hace sentir impotentes ante el sadismo contra las mujeres, niñas, adolecentes y adultas. Los últimos hechos bestiales, no son nuevos, se repiten año con año y día tras días.
El Grupo de Mujeres Guatemaltecas (GMG), una de esas organizaciones que llena el vacío de atención que deja el Estado a mujeres sobrevivientes de la violencia, nos indica que entre el 2008 y 2011, acogieron y apoyaron con acompañamiento legal, social, médico y psicológico, a más de 15 mil mujeres en los 5 centros de atención que tienen en igual número de departamentos y que, con ello, se beneficiaron más de 31 mil niños y niñas que fueron afectados por la cultura de violencia que está impregnada la sociedad guatemalteca.
Pero su última investigación sobre el femicidio en Guatemala es también escalofriante, pues en 2011, 660 mujeres perdieron la vida en manos de criminales que andan sueltos. De ellas, según el informe, el 70 por ciento fue con arma de fuego, “pero lo que más llama la atención, es que muchas veces los victimarios utilizaron más de un mecanismo para provocar la muerte, para infringir daño máximo, humillación desmesurada y dolor extremo: cuerpos cercenados, desmembrados, desfigurados, deformados, quemados, mutilados o torturados”. Y si a ellos agregamos el alto grado de impunidad con el que actúan los victimarios, podemos afirmar que las fuerzas de seguridad y todo el sistema de justicia necesitan una sacudida, pues de 19 mil 463 denuncias, solo se dieron 366 sentencias y de 334 delitos de femicidio, únicamente se dieron 41 sentencias. Si ante esto la sociedad no reacciona y exige investigación, juicio y castigo ejemplar, no sabemos con qué podrá reaccionar.
Este año los hechos están a la vista, los cuerpos desmembrados siguen apareciendo, la violencia y la saña contra las mujeres pareciera imparable, y no basta decir, como en los años ochenta, “saber en qué andaba metida” o que se trata de venganzas o crímenes pasionales, ni que en los crímenes tienen que ver las pandillas o el crimen organizado. El Estado tiene plena obligación de proteger la vida de todos y las mujeres el derecho de que se garantice su seguridad en cualquier rincón del país.
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