Saltaron las liebres
Prohibido olvidar.
Miguel Ángel Albizures
Con el hígado en una mano y la daga en la otra, como es su costumbre, reaccionaron los que siempre saltan en defensa de los militares para que se dé una amnistía general en los casos que se ventilan en los tribunales por las atrocidades cometidas durante el conflicto armado interno, lo que representa un espaldarazo a la impunidad.
Muy magistrados de la Corte de Constitucionalidad pueden ser, pero no tienen el derecho de pisotear el ordenamiento legal, nacional e internacional, con el objetivo de congraciarse con los militares o beneficiar a unos cuantos de sus amigos que planificaron, dieron órdenes o participaron directamente en crímenes de lesa humanidad, arrasando aldeas y llenando el campo de cementerios clandestinos, como el de la base militar de Cobán, donde se llevan exhumadas 457 osamentas.
Prohibido olvidar, dice una pancarta que se ha levantado en varias manifestaciones de familiares de víctimas y víctimas sobrevivientes. Y es cierto, no hay que olvidar los hechos del pasado, ni hay que intimidarse por aquellos que siguen blandiendo la espada y amenazando con derramar sangre si continúan las investigaciones y se aplica la ley. Sus rabietas y amenazas no son más que un fracasado intento de callarnos.
Que algunos magistrados están cocinando algo parecido a las leyes de punto final y obediencia debida, que ya fracasaron en Argentina y Chile, es tan cierto como la existencia del Sol y de la Luna. Como lo es también, que en cualquier momento, si los magistrados actúan apegados a derecho, los diputados podrían jugar el nefasto papel de aprobar decretos que busquen el mismo fin de fomentar la impunidad y beneficiar a los acusados de los crímines del pasado.
Tal como lo señala Edwin Sutuc en un comentario al artículo del martes “Los guatemaltecos esperamos transparencia e imparcialidad con este fallo y en todos, porque solo así podremos decir que hay un Estado de derecho, que debe fortalecer la sociedad civil a través del ejercicio de sus derechos y la exigencia de las víctimas, pero ese solo es un eslabón, también tiene gran responsabilidad el máximo tribunal de Guatemala, y estaremos a la expectativa de ver de qué están hechos nuestros magistrados y si aún sueñan con un país distinto donde impere la justicia y no la impunidad”.
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