Con todo el cuidado del mundo, me parece que en el debate actual no existe ninguna polarización, como estilan decir voceros de gobierno o del empresariado. Quien crea que se puede de manera salomónica acercar posiciones entre terratenientes, con toda la impunidad en que viven, y campesinos desprotegidos, pues está en otro país.
Dos ejemplos bastan: caballerías y caballerías de caña que contaminan el agua, el ambiente con la quema, y que dejan comunidades campesinas rodeadas sin salida y sin perspectiva, igual que los terratenientes de la palma africana, que mediante mil argucias han despojado de sus tierras a campesinos.
Son los datos duros, fríos, inapelables. En los dos casos, los cultivos extensivos dejan sin opción cualquier intento de seguridad alimentaria. Es algo que se repite sin descanso desde hace varios años.
El colmo es que estas dos actividades preparan, sin despeinarse, la producción de etanol (¡combustible verde!) para proveer de combustible a otras industrias y de manera a especial la automotriz. Y por ello el dilema: ¿alimentos o combustibles?
Ante esto valdría la pena analizar qué es lo que plantea la ley de Desarrollo Rural, y cuál es el planteamiento que se hace desde el Ejecutivo para abordar temas como estos, que con toda la buena voluntad que se pueda tener, no puede dejarse de lado ni sin cambios, si en verdad se pretende abordar el desarrollo rural y no los agro negocios sin límite ni responsabilidad social.
Como buen inicio en la propuesta y acciones para el desarrollo rural, lo mínimo debe ser el pago de salarios de ley en el campo, pues de acuerdo con el Ministro de Trabajo, alrededor de un 70 por ciento de “empresarios” agrarios no lo hacen. Y a continuación se debe emitir una ley agraria que en nuestro país no existe, con sus respectivos tribunales específicos. Hay leyes de tránsito, de salud, de comercio, pero no agraria.
Y por supuesto, el primer paso es la aprobación de la Ley para el Desarrollo Rural 40-84, sin alteraciones y sobre todo, sin hacer caso a los terratenientes cañeros o palmeros. Dicho de otra manera, sin que los honorables diputados cobren otro bono navideño como el que ya recibieron por la Ley de Frecuencias telefónicas y Televisivas. Con eso se estaría dando el primer paso. Lo contrario es el caos. Lo digo yo. Ojalá y me equivoque.
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