NO MÁS INDÍGENAS ASESINADOS
Declaración de CLACPI en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas
La madrugada del pasado martes 6 de agosto, fue encontrado el cuerpo del dirigente mapuche de 26 años, Rodrigo Melinao, en la comuna de Ercilla, región de la Araucanía, Chile. Rodrigo se encontraba prófugo de la justicia desde que el 24 de julio pasado fuera condenado a 5 años y un día de presidio por el delito de incendio de bosques, y 541 días de presidio por el delito de daños calificados. Se desconoce la identidad del o los que le dieron muerte con una bala de escopeta en el tórax, pero el movimiento indígena sospecha de la policía, no sin razón.
El caso de este hermano se enmarca en la serie de formalizaciones, montajes judiciales y persecuciones que han sufrido los mapuche a lo largo de su lucha de recuperación territorial, frente a un estado monocultural, colonizador y opresor. En este contexto, la muerte de Rodrigo se suma a la de otros como Alex Lemún, de 17 años, Matias Catrilero de 22, y Jaime Mendoza Collio de 24, muertos por un impacto de bala de carabineros; así como José Huenante, de 16 años, desaparecido desde 2005 tras un incidente policial.
Lo más preocupante es que la situación que se vive en Chile se repite en buena parte de los países de la región, como Brasil, en donde 563 indígenas han sido asesinados entre los años 2003 y 2012. En 2012, también, 104 indígenas de distintos pueblos de Colombia fueron asesinados, y hasta mayo de este año ya iban 24, en el marco de las negociaciones por la paz entre el gobierno y las FARC. En marzo pasado Venezuela se conmovió ante el asesinato, a mano de sicarios, del líder del pueblo yukpa, Sabino Romero, quien luchó incansablemente ante la repartición injusta de las tierras de su pueblo por parte del gobierno.
En Ecuador han proceso a 194 indígenas por sabotaje y terrorismo, y en países como Guatemala -que cuenta con una larga y lamentable historia de genocidio indígena-, Honduras, Perú, México,Paraguay o Bolivia, la situación no es más reconfortante. Ni los niños se han salvado del racismo y la discriminación, y ello queda evidencia con las violentas muertes de Juana Emilia Gómez de 15 años, e Imer Flores de 12, del pueblo Qom, en el norte de Argentina. Todo esto en un contexto de impunidad generalizada.
Bajo las nuevas formas de colonización política y mediática, los dirigentes indígenas de América Latina han sido tachados de golpistas, terroristas, y hasta delincuentes, siendo sometidos a constantes procesos de persecución judicial por parte de los Estados, quienes hacen caso omiso de las advertencias de organismos internacionales y de los acuerdos que se han comprometido a cumplir. La Corte Interamericana (CIDH), el Relator Especial para los Asuntos Indígenas de la ONU, James Anaya, y el Relator Especial sobre la promoción y la protección de los derechos humanos y libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo, Ben Emmerson, entre otros, han reafirmado de manera tajante la necesidad de terminar con los mecanismos de opresión y penalización arbitraria que han puesto en marcha los estados, para proteger los intereses de los capitales privados.
Por su lado, los medios de comunicación, de manera generalizada, han sido cómplices de esta masacre a través de la omisión, la desvalorización, y la representación prejuiciosa o estereotipada del movimiento indígena y sus luchas. Como comunicadores y comunicadoras indígenas entendemos la importancia que los discursos e imágenes tienen al momento de avanzar hacia una América Latina más justa. Por eso, tenemos la convicción de que cada vez que un canal de televisión o un diario, dedica diez segundos o media plana al asesinato de un hermano o hermana, frente a los dos minutos o dos planas que le dedica a una película de moda, está haciendo una decisión política que no puede ni debe pasar inadvertida.
En este 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, CLACPI se suma a la indignación y tristeza de las distintas organizaciones indígenas y no indígenas, por la muerte del dirigente mapuche, Rodrigo Melinao, y de todos los otros dirigentes, hermanos y hermanas indígenas que han muerto a manos de desconocidos o uniformados, mandatados por los estados coloniales de América Latina, o víctimas del racismo social. Hacemos un llamado también a los medios indígenas y no indígenas a no colaborar con el montaje mediático y la omisión, y a hacerse cargo del poder que como comunicadores y comunicadoras tienen para posicionar los temas y crear conciencia respecto a este panorama, que sigue manchando de sangre las páginas de la historia latinoamericana, con la constante traición a nuestras raíces.
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