La rebeldía, como la ostenta la
juventud de hoy, la llevamos en la sangre.
Miguel Ángel Albizures
¡Viven de recuerdos! dicen los de la derecha conservadora y
los de la ultraderecha de matones, pero no es así, vivimos de ilusiones y
esperanzas, mantenemos la utopía a flor de piel, porque amamos al país, porque
queremos seguir aportando para que se transforme, porque somos antisistema,
ante un Estado represor e injusto. La rebeldía, como la que ostenta la juventud
de hoy, la llevamos en la sangre, porque vimos derrumbarse un proceso que
tendía a construir otro país y una sociedad más justa y solidaria en donde los
niños de hoy no estuvieran muriendo de hambre, desnutrición y enfermedades
curables.
Sí, a pesar de los pesares,
queremos hacer realidad lo que soñaron Arévalo y Árbenz, quienes con todos los
defectos que quieran achacarles, acertaron en devolverle al pueblo la
democracia dotando al país de leyes avanzadas en una república bananera que hoy
no termina de salir del atraso. Contribuyeron a que el pueblo recuperara su
dignidad y los seres humanos su valor y sus derechos, porque antes eran
crucificados por el sable de la dictadura.
Les duele, y qué bueno que así sea,
que cien años después de su nacimiento y 69 después de haber hecho posible el
inicio de los diez años de primavera, se rinda homenaje a Jacobo Árbenz Guzmán
y se recuerde a Manuel Galich, el verbo de la Revolución, como también a Juan
José Arévalo, y eso será este año y el otro y los años futuros, porque siempre
estará presente la juventud pujando por la transformación del país, porque en
aquella época fue la juventud y la clase trabajadora quienes empujaron hacia
los cambios revolucionarios y las transformaciones sociales.
El próximo 20 de Octubre verán
marchar a los obreros, a los estudiantes, a los campesinos, a los jóvenes, a la
mujeres y hasta a los ancianos que recuerdan la Revolución y sus gobernantes, y
que no olvidan a quienes traicionaron a su propio país y se pusieron al
servicio del imperio y de las transnacionales como la United Fruit
Company.
Porque tampoco se puede olvidar a
quienes se regocijaron persiguiendo y asesinando a sindicalistas, profesionales
o estudiantes que apoyaron la Revolución. Fueron los que hicieron fogatas con
las montañas de libros que hablaban de justicia o de la historia patria, porque
consideraban que eran lecturas comunistas. Sí, son los mismos, los terroristas
del 54, que hoy se cobijan en asociaciones antiterroristas, amenazando con una
vuelta al pasado cavernario, porque le tienen miedo a la justicia, detestan la
democracia y recuerdan con nostalgia a Jorge Ubico y Manuel Estrada Cabrera.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20131017/opinion/236276/
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