martes, 2 de abril de 2013

El derecho a la verdad. No se trata de venganzas ni de cacerías de brujas.

Opinión: elPeriódico, 2 de abril del 2013
El derecho a la verdad
No se trata de venganzas ni de cacerías de brujas.

A pesar del actuar espurio de algunos abogados que se desgañitan por impedir que el pueblo conozca de viva voz unos fragmentos de la verdad, de la tragedia que vivió el país en los años recientes, poco a poco se va desmoronando el muro de la impunidad que lo ha impedido y los medios de comunicación recogen parte de esa historia que el pueblo debe enfrentar con hidalguía y las nuevas generaciones conocer, para que en el futuro eviten que se llenen de luto aldeas, comunidades, ciudades, calles y hasta barrancos y pozos en donde seres humanos fueron exterminados o arrojados como cualquier bulto.

Muchos años han pasado de aquellos momentos de persecución, dolor y muerte, pero la memoria de los y las mujeres sobrevivientes que fueron vejadas, se niega a olvidar, porque les sigue golpeando y no quieren sepultar en el olvido ese trozo de la historia que militares y civiles, ricos y pobres, debemos conocer. Si después de todo, el veredicto de los jueces favorece a la defensa de los acusados que, a gritos quieren imponer su verdad, no tenemos más que aceptarlo, pues por lo menos ya han sido sentados en el banquillo quienes hoy piden clemencia, cuando nunca se compadecieron de niños y ancianos cruelmente asesinados o de las mujeres violadas y torturadas. 

Una cosa queda clara en este proceso. Los defensores han arrastrado por los suelos y pisoteado la ética repetidamente, no solo en su comportamiento prepotente y abusivo, sino según el recuento de la Asociación Impunity Watch y que consta en los expedientes, “en 76 ocasiones un órgano jurisdiccional guatemalteco ha tenido que pronunciarse sobre los incidentes provocados por la defensa”, lo cual amerita la intervención del Tribunal de Honor del Colegio de Abogados. 

Hace pocos días un tribunal, también de alto impacto, condenó a 50 años a un comisionado militar, ya con anterioridad otros jueces habían dado su veredicto contra otros cuantos acusados de desapariciones forzadas, y este caso que tendrá que llegar a su fin, más temprano que tarde, sentará un precedente histórico que posiblemente evite ver a otros criminales sentados frente a los jueces, pues no se trata de venganzas ni de cacería de brujas, sino del derecho a la verdad y a la justicia, sepultadas por décadas en Guatemala. Esperamos que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, le brinden todo el respaldo al tribunal y la protección necesaria, porque los Dinos andan sueltos y enojados por la objetividad e imparcialidad de los jueces.

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