Entre Xalapán y Barillas
El resurgir de las tempestades.
Helmer Velásquez
Dentro del correlato: instalación, confrontación y operación convulsa
de las empresas dedicadas a la extracción de bienes públicos, la
cuestión empieza a transitar por límites peligrosos, del juicio
político/penal, hemos arribado al cenagoso terreno del secuestro y el
crimen, es decir, en las puertas del averno. De nuevo tocamos fondo. De
las tinieblas reaparecen los escuadrones de la muerte; tan cerca de los
esbirros y tan lejos de la aurora. El terrorismo ataca a mansalva. Una
manera estúpida de –pretender– silenciar xincas, q’anjob’ales, chortís,
k’iche’s, tz’utujiles, q’eqchi’s, kaqchikeles, mestizos, todos los
pueblos aportan su cuota en sangre y no hablo de los horrores
históricos, baste el recuento de los 78 primeros días del año. El
Gobierno no puede tomar distancia de los hechos, su omisión e
incapacidad es gravosa. El índice acusador tarde o temprano, se volverá
sobre él si la crisis criminal no se detiene.En este contexto de criminalización, persecución, cárcel y muerte de la dirigencia social, bien harían en callar dos de los funcionarios del régimen que equivocan el camino, uno, el afable encargado del sistema nacional de diálogo: llama al diálogo a los normalistas advirtiendo “que nada cambiará en la política educativa” y entonces para qué dialogar. Otro: el ministro de Gobernación este en su intervención sobre los crímenes en Xalapán aseguró “es perverso señalar a la empresa minera”. A qué obedece esta defensa de oficio, su tarea es la investigación objetiva. Si bien la elocuencia y ecuanimidad en el hablar no acompañan de común a este ministro. Su desafortunada declaración sobre los crímenes de Xalapán, parece destinada a prevenir la protesta social que este hecho genera y a desviar la atención del fondo del asunto.
Nuestra sociedad no merece un nuevo martirio, hemos pagado un precio demasiado alto por esta precaria democracia, las organizaciones sociales debemos fortalecer lazos comunes frente a la adversidad, fomentar amplias alianzas, iglesias, campesinos, organizaciones de los pueblos indígenas, intelectuales, Universidades… todos, cerremos filas frente al oscurantismo, el racismo y las reducidas huestes fascistoides, que anhelan volver a la égida de la dictadura militar, el secuestro y la masacre de los seres pensantes de este país. Quiero, además, aprovechar estas cortas líneas para expresar mi abrazo y admiración por Rubén Herrera, hijo entrañable del querido Huehue, ahora preso político en este país del absurdo, en donde algunos delincuentes pululan, legislan y hacen gobierno mientras los demócratas y defensores de la naturaleza, Rubén Herrera, es uno ellos, sufren la prisión de la injusticia.
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