Murales de la verdad
“Saber lo que pasó, cómo pasó, por qué pasó.”
Anabella Giracca
Dicen por ahí, algunos pensadores, que la historia la escriben los vencedores. Y en Guatemala aplican fácilmente esas palabras. La historia que se enseña es superficial, presidencialista y metropolitana. Los hechos aparecen en una especie de “Ciencias Sociales”, para diluirse entre geografía, personajes destacados y monumentos urbanos. ¿Casualidad? No lo creo. Acá es común escuchar: “¿Para qué la historia?; “mejor que los niños miren al futuro, ¡que sueñen!”. Mucho se ha estudiado sobre la importancia de conocer el pasado. Es más, el derecho que todos tenemos a hacerlo. A saber lo que pasó, cómo pasó, por qué pasó. Es una de las funciones importantes de cualquier sistema educativo: formar personas libres y ciudadanas.
La historia estimula el pensamiento crítico, combate el presentismo y la inmediatez. Fomenta la reflexión, el análisis y la concordancia con la realidad. La historia mueve empatías, edifica solidaridades. Nos vuelve más humanos y nos facilita el trayecto por las terribles problemáticas que vivimos.
Todo país que desea purgar sus culpas y flagelos, lo ha hecho por medio de una legítima enseñanza de su trayectoria. Construye grandes monumentos, levanta corpulentos museos para contar abiertamente lo que vivió, quién lo vivió, por qué lo vivió y cómo lo vivió. No esconde lo que fue, porque una llaga oculta, no se seca jamás.
Pero, a pesar de haber sembrado el silencio, la terrible represión no ha logrado anular la memoria de la gente, y el pasado sigue presente, se cuenta, esperando ser saldado. Mientras haya vida, habrá maneras de expresar.
El muralismo es una particular forma que tienen los pueblos para decir lo que han vivido. Por medio del arte de los colores, han plasmado su más íntima versión. Sobre muros erguidos bajo el sol, bajo la sequía, bajo la lluvia, bajo los vientos, bajo la luna en su cuarto menguante, pintan acontecimientos que no callan. Gritan.
Auténtica muestra de ello son los murales de San Juan Comalapa. Si usted visita ese encantador rincón de Guatemala, puede quedarse inmóvil ante semejante expresión. Después de apreciarlos, uno a uno, ya recibió un curso intensivo de historia. Luego, negar lo ocurrido, está de más. Negar el sufrimiento de las víctimas, está de más. Negar la mano del culpable, está de más. Ahora que disfruta del descanso, ¡vaya! Si la escuela le negó el pasado, los murales se lo van a contar. Abiertamente. (Como anillo al dedo).
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