sábado, 30 de marzo de 2013

Guatemala: el éxtasis del Viernes Santo neolibera

Ollantay Itzamná (crisisdelxxi.blogpost.com)

Las principales ciudades se encuentran revestidas de telas de color morado y blanco. Adornados con carteles gigantes en las que sus representantes políticos les desean bendiciones por Semana Santa. Una marea humana vestida con hábitos de color morado, blanco y negro inundan las calles y plazas de las ciudades alfombradas de flores y aserrín de colores con motivos religiosos. 

Gigantescas estatuas de yeso y madera recorren por las ciudades, en inmensas andas barrocas, sobre los hombros de compungidos penitentes que llevan sobre sus cabezas el capirote (cucuruchos) en señal de penitencia pública. Cada procesión avanza lento al ritmo de melodías de agonía de las bandas de música. Todo el país se concentra en estas festividades dolorosas. La Semana Santa es el feriado nacional más largo del año. Desde la televisión, los periódicos, las radioemisoras y las iglesias se inculcan con ímpetu la mansedumbre, la obediencia, el dolor, la humildad y el despojo como las virtudes sublimes de un cristiano penitente.

Despojo despiadado y aniquilamiento selectivo de dirigentes sociales

Mientras las y los guatemaltecos, católicos o no, viven afligidos su Semana Santa con la cabeza agachada y los ojos cerrados, el Presidente Otto Pérez Molina, en pleno feriado de Miércoles Santo, entregó el Puerto Quetzal (el puerto marítimo más importantes del país) en usufructo para 25 años a la Empresa Portuaria Quetzal, subsidiaria de una empresa española. El sindicato de trabajadores y sectores organizados del país, desde hace varios meses, estuvieron resistiendo a este acto de privatización, pero el despojo se consumó en pleno feriado de Semana Santa.

De esta manera, Guatemala, quien ya cedió tierras, ríos, playas, bosques, minas, servicios públicos, etc. a las corporaciones privadas, quedará enclaustrada y atrapada bajo el dominio marítimo de una empresa extranjera. Igual o peor de lo que le ocurrió con la prepotente y nefasta historia de la empresa bananera norteamericana en en siglo pasado.

Simultánea a la aplicación del neoliberalismo recargado, el Estado implementa una sistemática política de criminalización, persecución, encarcelamiento y/o asesinato selectivo de dirigentes/as de organizaciones sindicales, sociales e indígenas que se resisten al calvario neoliberal.

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