Fue el cerebro detrás de la estrategia militar que le arrebató al Ejército Guerrillero de los Pobres el control del Altiplano. Durante su gestión se documentaron más de 200 masacres que luego continuaron en el régimen de Ríos Montt. Su memoria de la lucha permanece intacta.
Benedicto Lucas García editó su libro “Memorias” en noviembre pasado, pero solo mandó a imprimir 500 copias. Es una autobiografía para sus hijos y nietos, dice, por eso no está disponible en las librerías, aunque ya circulan varios ejemplares fotocopiados.
Las páginas de la vida del militar retirado están tan ligadas a la vida de este país. Su libro incluye, por ejemplo, la narración del episodio aquel cuando un grupo de estudiantes de la Escuela Politécnica empuñó las armas contra la liberación de 1954: Lucas García, entonces un joven en formación militar, fue parte de esos muchachos que se atrincheraron en los campos vecinos al Hospital Rooselvelt.
Las memorias de Benedicto Lucas recuperan las décadas del pasado y son el testimonio de cómo, desde los cuarteles y las batallas de campo, este soldado vivió desde el levantamiento de guerrillas hasta el histórico golpe que llevó al general José Efraín Ríos Montt al poder.
La sola mención de sus apellidos, Lucas García, evoca recuerdos de la época en que su hermano Fernando Romeo, fallecido hace siete años, presidió el país de 1978 a 1982, y Manuel Benedicto fue jefe del Estado Mayor General del Ejército. Un período identificado por los dos proyectos de recopilación de la historia como una etapa brutal del enfrentamiento armado, pero que para él son los años en los que trazó la guerra de guerrillas para pelear contra el comunismo. En la batalla legal que libra ahora Ríos Montt no falta quién mencione su nombre como el personaje olvidado en este debate.
Fuerte y erguido, Lucas García goza a sus 81 años de una memoria impecable. Y habla como escribe: un tema le lleva a derroteros de otras anécdotas e historias pobladas de personajes, nombres, fechas e incidentes. Pocas veces vuelve a la pregunta medular. Al empezar esta entrevista se le advierte que se le plantearán las preguntas incómodas. Una advertencia a la que él, de la manera más natural responde: “dele”. Como quien las esperaba desde hace mucho.
Hace unos días, un exconstituyente con quien conversábamos sobre el juicio a Efraín Ríos Montt dijo lo siguiente: “Quien debiera enfrentar juicio es Benedicto Lucas”. ¿Qué les responde a quienes piensan de esta manera?
-Que no conocen la historia. Hablan de lo que han escuchado, no cabe duda, no saben que a mí me han querido enjuiciar en múltiples oportunidades y que en el momento que me llaman respondo.
¿Qué piensa cuando ve al General Ríos Montt de cara a un tribunal?
-Yo había neutralizado a la guerrilla y a donde quiera que iba los neutralizaba porque soy un antiguerrillero y los conozco. Pero ¿por qué no se cometieron atrocidades en mi tiempo? porque yo iba al frente, como jefe del Estado Mayor me puse al frente de la tropa. Eso lo reconocen los ideólogos de la guerrilla como el licenciado Gustavo Porras, ellos saben, porque combatieron contra mí.
Cuando la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) hace conteo de masacres, registra 629 que atribuyen a fuerzas estatales. Y por lo menos 200 se producen antes de la llegada de Efraín Ríos Montt. Entonces usted era Jefe del Estado Mayor de la Defensa.
-¿Masacres? No. Está la de Río Negro, Chixoy, sobre la cual ya respondí, porque fui a declarar al Juzgado de Sentencia de Salamá. Allí me enseñaron un recorte de prensa donde yo estaba hablando frente a una población en la selva, yo les recomendaba que no apoyaran a los guerrilleros pues nos afectaba a nosotros, que trataran de vivir en paz y de no inmiscuirse en problemas porque iban a perder su tierra, sus animales y, finalmente, iban a arriarlos a México.
General, pero ahora vemos los cementerios en los cuales han hallado víctimas: ancianos, niños y mujeres.
-Imagínese que yo vaya a abrir a una embarazada para sacarle al niño...eso es una película ¡cómo pueden creer! Yo cambié completamente la táctica cuando llegué a la Jefatura del Estado Mayor, creamos escuadras de 12 hombres que caminaban en la montaña para buscar a la guerrilla, porque antes solo existían destacamentos fijos que los guerrilleros rodeaban, se burlaban e insultaban a través de megáfonos a los soldados y nosotros no hacíamos nada.
¿Nada?
-No. Ordené fuerzas de tarea y me puse a la cabeza de oficiales y tropa. El objetivo era que yo fuera personalmente, viendo y controlando, que la gente no cometiera abusos.
Pero usted no podía cubrir el cien por ciento de las operaciones.
-Me hice piloto para estar en todas partes y siempre supe dónde estaban las patrullas.
Christian Tomuschat y Otilia Lux de Cotí, miembros de la CEH, conversaron con usted durante la elaboración del informe de la Comisión. ¿Qué le preguntaron?
-Dos o tres veces llegaron a mi casa. Y me mostraron la misma fotografía en la que yo le hablaba a la población.
¿Leyó el informe?
-No. No me interesé. Me enteré de la conclusión, pero no la comparto totalmente.
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