Hace unos días, una
querida amiga me escribió desconcertada desde Brasilia. Preguntaba si el
Gustavo Porras de una entrevista acerca del genocidio que ha circulado
profusamente en internet, era el hijo de don Juan Porras a quien ella había conocido años atrás. Su
desconcierto radicaba en que aquel joven que conoció era un revolucionario y el entrevistado ahora tenía opiniones
diametralmente distintas. Le respondí que en efecto se trataba de la misma
persona, un revolucionario radical que se había convertido en vocero de la
derecha neoliberal. Confieso que escribo todo esto con sentimientos mixtos,
porque usualmente mis afectos y mis convicciones tienen autonomía y desde hace
años no hago depender mis amistades y afectividades de mis preferencias
políticas e ideológicas. De Gustavo me quedará siempre mi admiración por su
inteligencia, su conversación aguda, su capacidad para captar el humor y la
picardía del ladino guatemalteco.
Pero no puedo sino
manifestar mi desacuerdo con las ideas que ha expresado en la referida
entrevista que lleva por título “Sholón Porras refuta perversa manipulación del
delito de genocidio”. El antaño joven trotskista convencido solía rebatir hasta
el cansancio la idea de los comunistas de la revolución por etapas y blasonaba
su convencimiento de que la revolución debería ser permanente hasta llegar al
socialismo. Y nos repetía lo que decían sus correligionarios trotskistas de
Nicaragua: “Es como si para ir a Darío al pasar por San Benito y Las Maderas te
quedás allí chupando guaro”. En una
reciente entrevista reiteró tal aserción diciendo que hay gente que sale para
el puerto de San José y se queda bebiendo alcohol en Palín. Y con su ingenio de
siempre recuerda que allí está una cantina que se llama “Ya no fuimos al
puerto”. Antaño convencido de la revolución permanente, el Gustavo Porras de
hoy nunca salió de la ciudad de Guatemala por lo tanto ni siquiera llegó a Palín.
Gustavo Porras deplora
la acción penal contra el genocidio repitiendo el argumento de la derecha
contrainsurgente: aceptar que la matanza en Guatemala fue genocidio
desencadenará de nuevo una guerra interna. Además, agrega Gustavo, enojará al ejército y terminará balcanizando
a Guatemala como sucedió en Yugoeslavia. Terrible es según nos indica, que una idea
que puede sumir a Guatemala en otro baño de sangre, se sustente en dos mitos.
Repitiendo los argumentos de la derecha contrainsurgente, nos indica que el
genocidio nunca existió porque nunca hubo intención de destruir a una etnia y
porque las “atrocidades” no las decidió ningún jefe de Estado. No fue genocidio
el asesinato de 240 mil personas en Hiroshima y Nagasaki porque la intención
estadounidense era rendir al Japón y no destruir a los japoneses y su cultura…
El segundo mito según
Gustavo Porras es el de la etnia. En realidad éstas no existen en Guatemala.
Podrán existir aldeas en las que se
hable un mismo idioma, pero si se piensa que como “todos hablan Quiché, todos
son Quichés, es algo equivocado”. Los Ixiles en realidad no existen porque los
Ixiles de Chajul ni siquiera se entienden con los de San Juan Cotzal. Por ello
las 1, 771 personas asesinadas no fueron necesariamente parte de un mismo
grupo. Olvidando que desde la verdad jurídica genocidio es “la destrucción
parcial o total de un grupo”, Porras nos dice que no hubo genocidio porque no
se asesinó a “todo el pueblo Ixil”. Tampoco hubiera habido genocidio en el caso
de los judíos porque “solamente” fueron asesinados 6 millones…
Refutando la existencia
de genocidio en Guatemala, rebatiendo la existencia de las etnias, se nos
quiere convencer que lo que nos va llevar al abismo, en realidad es una farsa.
¿Dónde escuchamos esto
de la farsa del genocidio?
Porras ahora se pone tambien del lado de los genocidas,seguro tambien el dicto el documento del CACIF.
ResponderEliminarPorras es eso uno mas de los que ahora obstentan el poder,Seguro muchos y muchas sentiran nausea de este malebolo sirviente de los oligarcas,ya le salio el peine!