Miguel Ángel Albizures
La disyuntiva para los amantes de la paz, la justicia y la democracia está claramente planteada. O dejamos que avance descaradamente el despotismo y se instaure sin problemas una larga y corrupta dictadura, o sacamos fuerzas de flaqueza y le hacemos frente aun con todos los riesgos que sigue representando el ejercicio de los derechos ciudadanos en Guatemala.
Los hilos los han movido bien los titiriteros y han logrado dar un zarpazo a todo el sistema de justicia. No es para menos, han unido fuerzas los militares, con la oligarquía y el crimen organizado. Los tres carecen de escrúpulos, siempre han actuado bestialmente, tienen armas y dinero y unos cuantos que les besan la mano, les rinden pleitesía, los elogian y les sirven de caja de resonancia para que el pueblo crea que ellos son los salvadores de la patria y no los que se han paseado –por no decir otra palabra– y se siguen paseando en ella.
Si las llamadas izquierdas, especialmente su dirigencia y quienes les siguen ciegamente, no entienden el mensaje que deja la funesta decisión de la Comisión de Postulación, están llamadas a ser sepultadas por los movimientos sociales que, aun a costa de la vida de sus dirigentes, enfrentan a los poderes fácticos. Sabemos que hay diferencias, pero es el momento de superarlas si no queremos sufrir las consecuencias de la instauración de una dictadura tipo Ubico o Estrada Cabrera, y esto también lo debe entender la clase media que ha estado postrada, pero es la hora y el momento que debe despertar y unirse a quienes luchan por liberar al Estado de las manos de quienes lo mantienen secuestrado y llevan a Guatemala hacia al abismo.
El costo político lo deben pagar los miembros de la Comisión de Postulación, que se convirtieron en títeres de quienes se arrogan el derecho de mandar en Guatemala. Ojalá y los militares jóvenes, a quienes aún no les han logrado lavar el cerebro, reflexionen sobre lo que representa que su máximo jefe sea uno de los titiriteros, que pisotee la Constitución, empiece a hablar de reelección, y que poco o nada le ha importado violentar la independencia de los poderes del Estado.
El reto está planteado, la decisión de la Comisión no fue una simple farsa, fue una puñalada al incipiente Estado de derecho. O ponemos el pie en el portón de la democracia y empujamos todos para mantener los mínimos espacios y fortalecerla, o dejamos que se cierre y empezamos a vivir cercados. El derecho de resistencia, es un derecho constitucio al poder nal que debemos ejercer para rescatar al país de las manos de quienes creen que es su finca.
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