Misha Prince (1970), de nacionalidad inglesa, llegó a América con solo 19 años. Vivió en Nicaragua y dos años más tarde, en 1993, se trasladó a Guatemala para trabajar dos años con las Comunidades de Población en Resistencia (GPR), de la región ixil
El documental de Mischa Prince inaugurará la muestra de cine
internacional Memoria Verdad y Justicia 2014.
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Luego
colaboró con Minugua como fotógrafo documentalista durante cuatro años, en
Huehuetenango. En el 2000 integró uno de los equipos del Instituto Nacional de
Ciencias Forenses de Guatemala (Inacif). Cuatro años más tarde contribuyó al registro
de las exhumaciones efectuadas por el Centro de Análisis Forense y Ciencias
Aplicadas (Cafca) en la región ixil, tiempo durante el cual nació
su interés por grabar documentales que contaran las historias que había
escuchado.
Ha filmado
varios cortometrajes y documentales sobre distintos aspectos de la vida
indígena y otros tópicos, entre ellos Majbal Qa Be.
Sus documentales —Seis años y Velemos juntos— han sido distinguidos con
premios nacionales en el Festival Ícaro e internacionales como el Fondo
de Fomento al Audiovisual (Cinergia).
Luego de la
convivencia con distintas comunidades, el director y productor habla un español
coloquial, es de fácil conversación, y su profunda mirada parece tener licencia
para ver más allá a la sociedad guatemalteca.
¿Cómo llegó
a Guatemala?
A los
19 años llegué a Nicaragua, pero a los 21, unos amigos que estaban trabajando
en el área ixil, al norte de Nebaj, me invitaron a visitarlos. Caminamos dos
días a pie para llegar hasta este lugar que parecía olvidado por el tiempo y la
industrialización. La gente tenía muchas historias y quería contarlas. La
naturaleza me impactó, —revisa viejas fotografías y sonríe antes de
explicar quiénes aparecen en ellas—.
¿Qué
encontró en esta comunidad?
Cada
persona allí tenía una historia, porque todos habían perdido un familiar. Debía
tomar testimonios de lo sucedido. Ellos dibujaban mapas en la tierra para
explicarme las muchas masacres sagrado. Gracias a la convivencia,
empezaron a invitarme a sus ceremonias. Yo no sabía en qué consistían, porque
lo que suponía era un ritual, algo aburrido, pero descubrí que eran
la puerta a un mundo mágico.
Cuénteme
sobre las ceremonias
Sin
importar si era un nacimiento o un cumpleaños, a medianoche empezaba el baile;
los abuelos primero y luego las abuelas; después los demás, hasta ver el
amanecer. Al salir el sol, ellos decían: Estamos pobres, pero no tanto, tenemos
el Sol.
Las mujeres
cocinaban, el guía espiritual rezaba, pero eran los ancianos quienes lo pasaban
mejor, y además había mucho respeto. Pensé que era allí donde yo quería ser
viejo. Esa época marcó mi vida.
¿De qué
trata Velemos juntos?
Tiene
mucho que ver con la muerte y cómo la viven los ixiles. Ilustra mi
experiencia un hecho que sucedió durante un Año Nuevo. Hubo un velorio,
caminamos bajo la luna como una hora. En la mañana llegamos al cementerio. La
gente se sentaba en las tumbas, reía, lloraba, platicaba, bebía. En mi cultura
la muerte es algo malo, ni si quiera se pregunta la edad; es un tema del que no
se habla.
En general
mis documentales se enfocan en las vivencias, no sobre un tema donde muchas
personas hablan y te enseñan que no hay luz al final del túnel.
¿El
documental es una forma de conexión social?
La función
de la Historia en una sociedad es muy importante. Contar historias es compartir
lo que tenemos en común. Es una necesidad que a veces se limita por miedo, pero
no solo por haber sufrido, sino también por conocer y expresar interés por
quienes sufrieron más. En todo el mundo hay desencuentro. Los
documentales pretenden ser un puente para que a través del conocimiento la
gente pueda entenderse.
¿Puede
evitarse el involucramiento emocional durante la filmación de un documental?
No. El
seguimiento a los protagonistas implica una gran cantidad de trabajo y tiempo,
incluso por años, pero luego, en hora y media es posible transmitir la
experiencia y conocer la vida de otros. El documentalista inicia obsesionado
por su filme, pero al dejar que las cosas fluyan no puede quedar al margen. El
solo hecho de estar allí con una cámara implica una influencia. Para mí, Velemos
juntos es el cierre del círculo de los años que he pasado en Guatemala.
¿También
documentó el juicio de Ríos Montt?
Considero
que el juicio sirvió para entender el mundo ixil. Ellos fueron representantes
de lo que pasó en otros pueblos, y me daría pena que solo los vieran en función
de un caso judicial. Los testimonios de ambos lados fueron fascinantes y
permitieron al auditorio hacer sus propias apreciaciones. Sin embargo, debido
al mecanismo de justicia y los distintos agentes que mueven los intereses, los
ixiles resultan ser una pieza en el mecanismo político. La gente debería sentir
ahora que tiene mayor conocimiento de su historia, y el mundo tiene la
posibilidad de conocer lo que en realidad sucedió en el país.
¿Alguien
podría decir que evocar esos tiempos es vivir en el pasado?
Tomemos como
ejemplo el proceso de exhumación. Cuando se habla del pasado no hay una sola
postura, y muchos quieren olvidarlo, y lo entiendo, pero los ixiles
no quieren vivir en el pasado, sus muertos están muertos en el presente y
encontrar sus restos y enterrarlos es parte de cerrar ese ciclo. Cuando
documentaba ese proceso, los ixiles tomaban en sus manos los cráneos, les
acercaban ropa y las cosas que les gustaban cuando estaban vivos. “Éramos
refugiados —decían—, pero ahora nos reunimos con nuestros parientes vivos,
ellos —los huesos— también estaban refugiados, este es un verdadero reencuentro”.
¿Y la
justicia?
El concepto
de justicia indígena habla sobre restaurar el equilibrio. Cuando algo
transgrede una norma, no ven solo al individuo, sino a toda la comunidad. Hay
una frase de Dalai Lama que lo resume: “Enojarse es como tomar veneno y esperar
que la otra persona muera”. Me gusta citar el ejemplo de un señor en Chinique
que llegaba caminando a su trabajo, pero un día llo hizo en bicicleta. Al
preguntarle dijo que alguien se la había regalado. A los pocos días llegó de
nuevo a pie. Más tarde, al momento de los rezos, tenía dos grupos de candelas.
Al preguntarle comentó que uno era para pedir por él y el otro para el ladrón
de la bicicleta. Esto no significa que no deba haber justicia. La
comunidad quiere una reparación y un reconocimiento de lo que ha
sucedido.
¿Quién es
Diego?
Diego
es el protagonista de Velemos juntos, es de Cocop, Nebaj, donde tuvo
lugar una de las primeras masacres en 1981. El documental lo presenta de forma
muy íntima, al igual que a su familia. Tiene dos balas en su cuerpo. En
su relato dice: “Me morí”. Luego cuenta cómo se acostó junto a los cadáveres de
sus hermanos para evadir a los soldados. También muestra cómo, gracias a las
exhumaciones se reencuentra con los restos de sus familiares para enterrarlos.
¿Fue un reto
traducir el documental?
La
experiencia de traducir el filme fue extraordinaria. Mi amigo Fredy me ayudó,
pero yo aprendí mucho al entender la construcción del idioma, que revela la
construcción de una consciencia del mundo.
¿Dónde puede
verse?
Será la
película que abra la muestra de cine internacional Memoria Verdad y Justicia
2014, el 27 de mayo, y se repetirá el 6 de junio en una de las salas del
antiguo cine Lux, y en esa ocasión se llevará a cabo un foro en el que
participaré junto a representantes de la comunidad ixil y la audiencia.
POR
ISABEL DíAZ SABáN / D FRENTE
TRABAJOS
Majbal Qa Be (2004) es un largometraje filmado en Chinique,
Quiché, muestra la travesía de vida de una comadrona que busca ser guía
espiritual de su pueblo. Proyecto en conjunto con la Asociación Médicos
Descalzos de Chinique, que tiene como objetivo rescatar las prácticas de
medicina tradicional.
Seguimos vivos (2004) documenta las vidas de Fu,
Fredy y sus compañeros mientras atraviesan la experiencia de abandonar una
pandilla e integrarse a un colectivo de arte local denominado Caja Lúdica.
Seis años (2006) trata el polémico tema del derecho
consuetudinario. Se ha exhibido en el extranjero y pronto será parte de las
carteleras del país.
Velemos juntos (2014)
relata 10 años en la vida de Diego, un sobreviviente de la masacre de Cocop,
región ixil, y presenta la cotidianidad de este pueblo y su lucha por
seguir adelante
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