Foto Mauro Calanchina |
Miguel Ángel Albizures
No fue un dossier, fueron varios, algunos otros irán apareciendo poco a poco, pues nada queda oculto, salvo hasta hoy, el lugar en donde fueron arrojados los cuerpos de millares de jóvenes, hombres y mujeres de diversos sectores que anhelaban, como nosotros lo seguimos anhelando, vivir en otro tipo de país donde reine la alegría de vivir en paz y democracia.
El martes vimos pasar una por una las fotos de 183 jóvenes que con nombre, apellido o seudónimo aparecieron en el Diario Militar; a varios de ellos los conocimos, compartimos sus inquietudes, sus alegrías y se nos vinieron a la mente sus gestos, sus ideales, lo que pensaban que sería la Guatemala del futuro: sin niños extendiendo la mano para pedir limosna y muriéndose de hambre; con escuelas y hospitales que hicieran realidad la educación gratuita y obligatoria; con los comedores infantiles que saciaban el hambre, y hospitales y centros de salud con médicos y medicinas. Soñaban con un país sin corrupción en donde todos pudiéramos expresarnos libremente, sin la criminalización de los movimientos sociales y su dirigencia.
Eran sueños, porque el poder sigue en las mismas manos y parafraseando al escritor Augusto Monterroso, podemos afirmar que “Cuando despertamos, el dinosaurio todavía está allí”. Pero a pesar de todo, muchos estudiantes de hoy en día siguen soñando y siguen las huellas de quienes en el mes de la muerte, mayo de 1984 –bajo el gobierno del general Óscar Humberto Mejía Víctores– fueron asesinados o se los tragó la tierra: Carlos Cuevas, Héctor Interiano, Irma Marilú Hichos, Gustavo Castañón y otros como Fernando García, Amílcar Farfán, Rosario de Cuevas, Saúl Linares, Otto Estrada Illescas y Edgar Estrada Illescas, a quienes ayer se les rindió un justo homenaje en el Paraninfo Universitario, para hacer realidad lo que decía la manta en el acto dedicado a los 183 que aparecen en el dossier de la muerte: “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.
Por eso no queremos, como lo quieren los diputados, los de Avemilgua o Cacif, olvidar. Pero sí queremos saber en dónde están los cuerpos de los detenidos desaparecidos, quiénes fueron los responsables y por qué lo hicieron, porque ello nos permite iniciar el camino de la paz que solo se puede recorrer, si hay justicia y dignificación a las víctimas.
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140522/opinion/247885/
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