Sergio Valdés Pedroni, cineasta.
A Alaide Foppa se la recuerda como amiga, madre, poeta, revolucionaria, crítica de arte, traductora, editora, maestra y heroína del feminismo latinoamericano!
Nacida en Barcelona, vivió su infancia en Argentina y su
adolescencia en Italia. Luego se volvió guatemalteca, pero en los años 70 tuvo
que refugiarse en México para poner a salvo su integridad. Estaba casada con
Alfonso Solórzano, un activista social perseguido por los dictadores que habían
venido gobernando el país desde el derrocamiento del gobierno democrático de
Jacobo Arbenz Guzmán. Después de un tiempo en México, tras el asesinato de uno
de sus hijos y la muerte de su esposo, en un sospechoso accidente en la Avenida
Insurgentes, decidió volver a su país adoptivo y entregarse por completo a la
lucha por una Guatemala que reivindicara las cualidades edificantes del ser
humano –es decir, la preocupación por el dolor ajeno y el bien común-, y no la
injusticia social, la discriminación y la ignorancia, como acontecía por aquel
entonces -y como de algún modo, sigue aconteciendo en nuestros días...
El secuestro, tortura y muerte de Alaide Foppa bajo el
gobierno de Romeo Lucas García la convirtieron en una heroína del feminismo
mexicano –primero-, y de toda la América Latina democrática, después.
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Se ha dicho y
escrito mucho sobre la memoria y el recuerdo. Luis Cardoza y Aragón –un
escritor antigüeño extraordinario, que vivió la mayor parte de su vida en
México– diría que es un invento del porvenir, una promesa alentadora de la
fantasía. Roberto Monzón, en cambio, uno de nuestros poetas urbanos más
queridos y desgarrados, diría que es un atributo confuso pero irrenunciable del
tiempo. Una gota de ácido corrosivo cayendo eternamente sobre la coraza
tormentosa del olvido. Mientras tanto otros, acaso menos complicados que estas
grandes voces de nuestra literatura, dirían que la memoria está hecha de
recuerdos y que cada uno de ellos es un olor o un sonido que una vez que cobra
vida, permanece eternamente con nosotros, para librarnos de la tristeza por
quienes partieron antes.
Por haber vivido
aquí y allá, por haber viajado tanto, como una verdadera gitana del amor y de
la dignidad humana, la vida de Alaide Foppa está llena de adioses y
bienvenidas. Y esto se expresa con bastante claridad y de manera conmovedora en
su poesía. Baste como ejemplo el siguiente poema, titulado precisamente
“Adiós”:
Con los ojos de la despedida
os vi aquel día,
cosas de nuestra vida.
Con los ojos de la despedida,
la vida parecía
una cosa perdida.
La casa estaba vacía
en la hora de la despedida,
y sin embargo quedaban
las cosas de nuestra vida.
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Hoy, mientras a la distancia ella le canta a la vida, nosotros la recordamos para mantener vigente la serenidad de sus gestos cotidianos.
Su sensibilidad, sus aciertos y sus errores, están presentes a nuestro lado.
Su sensibilidad, sus aciertos y sus errores, están presentes a nuestro lado.
Dirigir nuestra
mirada hacia atrás, en busca de sus huellas y de su ejemplo, es una manera de
ver el presente y el porvenir. De buscar dentro de nosotros las razones de
nuestra alegría y nuestra tristeza cotidianas, en una Guatemala que no termina
de encontrarse. Que no renuncia de una vez por todas al sufrimiento de una
desigualdad pavorosa y de la manipulación de las conciencias por los fanatismos
políticos y religiosos, algo que, a no dudarlo, le quitaba el sueño a nuestra
homenajeada.
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Alaide Foppa fue capaz de rehacerse desde
las ruinas y las cenizas, no solamente de su esposo y sus dos hijos asesinados
por el ejército y la policía (que obraban a nombre de los empresarios
nacionales y extranjeros voraces que nos siguen negando el derecho a un modelo
verdaderamente democrático de desarrollo) sino de las cenizas de miles de
hombres y mujeres guatemaltecas y latinoamericanas cuyo pecado ha sido reclamar
en la tierra –no en el cielo, como proclaman los demagogos de la
espiritualidad- el reino de la solidaridad, la justicia y el afecto.
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No es posible
en este homenaje agotar las implicaciones de la vida y la obra de Alaide Foppa.
Y quizás tampoco lo es, en el conjunto de todos los que se le han hecho, aquí,
en México y en el resto del mundo, desde que fue secuestrada por la G-2, el 19
de noviembre de 1980, a plena luz del día, bajo el gobierno criminal de Romeo
Lucas García.
Lo que estamos
intentando es simplemente ejercer nuestro derecho a la memoria, para alejar su
nombre del olvido, y acercar el de todos nosotros hacia el porvenir.
Vayan, hablen
de ella y busquen entre sus poemas nuevas razones para celebrar a la vida, a
pesar de seguir gobernados por los emisarios de la muerte.
Homenaje a Alaide Foppa
Facultad de
Odontología, Universidad de San Carlos de Guatemala,
Marzo
11 de 2014.
6 notas breves sobre Alaide Foppa,
Sergio Valdés Pedroni, cineasta.
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