lunes, 10 de marzo de 2014

Giselle Rubilar no era una Miss Venezolana.



Siempre surge la duda; ¿una vida vale más que otra?, ¿es importante una etiqueta? En el caso específico de Venezuela, ¿se tiene que ser Miss camisa blanca para que la vida  valga algo? Algo así como la noticia internacional.  En el artículo de Venezuela no es una Miss, comentaba la extraordinaria cobertura que se le dio a la muerte de una Miss en una manifestación de las últimas semanas, ¿Por ser Miss o por camisa blanca? ¿Usted qué cree?

En esos días decían los medios internacionales volcados a defender a la oligarquía venezolana que, la vida de todo ser humano debe ser respetada. En lo que estoy absolutamente de acuerdo. ¿Qué ha sucedido que hoy no dicen lo mismo con la muerte de la chilena Giselle Rubilar? Extraña coincidencia con una balazo en la sien. ¿Será aquello de ojo por ojo y diente por diente? 

Qué pasa que las cadenas internacionales de noticieros no hacen enlaces para una cobertura gigantesca que denuncie el fascismo de la oligarquía venezolana que ha cobrado la vida de una mujer que apoyaba la Revolución Bolivariana. Porque con la Miss camisa blanca lanzaban pestes contra la ciudadanía socialista, contra ese pueblo honesto que ha levantado la cara y ha salido de las alcantarillas gracias a una revolución incluyente. Un país que no tiene que pedirle nada a nadie porque ha sido capaz de lanzar fuera de sus fronteras a cuanto buitre extranjero estuvo sangrándole las costados con apoyo de venezolanos oligarcas.  En dónde están los columnistas y periodistas que tecleaban a favor de la imposición estadounidense y que proclamaban paz para el arrodillado pueblo venezolano en manos de comunistas asesinos.  Porque para ellos cualquiera que defienda la libertad de la patria es un terrorista y asesino, violador, torturador y genocida.  Es decir: cualquier persona honesta y leal, es de temer.



Ni una sola mención de su muerte en los medios en Estados Unidos.  En dónde está el gremio  de artistas  camisas blancas que hace unos días decía: Paz para Venezuela. Venezuela estamos contigo. Los ojos del mundo están contigo Venezuela. No estás sola.  Lamentamos la muerte de una insigne Miss. ¿Y Giselle, qué es Giselle?

Claro, Giselle no pertenecía a ninguna oligarquía, a ninguna burguesía de clase alta. Giselle era una ciudadana chilena estudiando en Venezuela, madre, hija, hermana, amiga, revolucionaria.  ¿Qué pasó que no hablan en los medios oficiales  de su biografía?
¿En dónde están los comunicados de entidades internacionales enviando sus condolencias a Chile por el fallecimiento de una ciudadana de esa nacionalidad? ¿Condolencias  a sus familiares? ¿En dónde están aquellos artistas de “ideología independiente” expresando condolencias de la misma forma cuando murió la Miss?

Cuando expulsaron de Venezuela a las lacras de periodistas amarillistas los medios internacionales oficiales brincaron, bueno pues Giselle era de nacionalidad chilena, ¿por qué no brincan?  ¿por qué mantienen esta muerte al margen de la noticia? Por qué el mundo  debe saber que  fascistas encapuchados armados con pistolas dispararon   y de esas armas salió el  disparó que le dio en  la cabeza. No era  ni siquiera  una manifestación en esas en que ambos grupos de encuentran y se forma una batalla campal.  Le dispararon cuando se acercaba a un lugar donde estaban las barricadas puestas por los camisas blancas, territorio obligatoriamente transitable para quienes viven en el barrio.  Murió en Merida, Venezuela.

La hoja de vida de Giselle es extensa, ferviente defensora de los derechos humanos, socialista -¿qué más se puede ser en la vida si no de izquierda? Defensora de la lucha de los pueblos marginados, de las mujeres en resistencia que acompañan la revolución.

Veamos pues en donde está aquel pueblo de doble moral, de camisas blancas, denunciando la muerte de esta chilena de 47 años de edad,  estudiante de la Universidad de los Andes de Mérida. Por si van a decir que era una bochinchera, vaga,  desempleada, huele pega, cocainera, prostituta y el sinfín de adjetivos calificativos para desestimar su vida, su visión revolucionaria y su actuar en pro del progreso venezolano, ahí está su biografía una ferviente hembra en resistencia de la opresión y del abuso, de la burla y de la charlatanería de la oligarquía venezolana apoyada por este imperio estadounidense.

Nosotras mujeres de pueblo no esperamos para nada una migaja de los medios de comunicación oficiales, vendidos y sobornados, solapadores  de una imposición y deslealtad de propios y extraños . Por esta razón nuestro grito es de independencia en los medios alternativos, clandestinos, un eco sonoro que sale del corazón rojo, rojo, rojo.

Descanse en paz Giselle  y todas las víctimas  - de izquierda y de derecha- de esta guerra fascista que trata de desestabilizar a un gobierno socialista y revolucionario, de esta sed capitalista del monstruo mundial desde donde escribo. Este opresor que pone a pelear hermanos contra hermanos: unos manipulados y otros en la defensa de la  lealtad a la patria. Unos acomodados y otros en la lucha por la equidad. Unos aburguesados y otros desde el suelo desnudo donde respira la entraña y fidelidad.

Qué la sangre derramada no se seque en el olvido, que la Revolución Bolivariana siga tan viva  y la hermosa Venezuela tan lozana como el jardín en flor que Chávez tanto abonó.
Para  y por las Giselle habidas y por haber en este mundo de injusticias y podredumbre.
¡Viva el socialismo! ¡Viva Venezuela! ¡Viva Chávez! ¡Vivan por siempre las rebeldes hembras que luchan por la equidad!  ¡Viva la Patria Grande!


Ilka Oliva Corado.
Marzo 10 de 2014.
Estados Unidos.


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