Miguel Ángel Albizures
La denuncia del día de ayer, que publicóelPeriódico, sobre la utilización de más de Q10 millones de los fondos públicos para subir el perfil de Alejandro Sinibaldi, ministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, llora sangre al ver que siguen apareciendo las caras desconsoladas de niños y niñas que no tienen nada que comer, y al leer las noticias, una tras otra, de la muerte de inocentes en diversos municipios y aldeas que el Estado tiene en pleno abandono.
Descaradamente, Sinibaldi ha declarado que “El tiempo y espacio dedicado a un ministerio, en pauta publicitaria, lo decide el Presidente”, es decir, él decide invertir los recursos del pueblo en el candidato de su elección y en dar a conocer la “obra” de sus ministros, sin importarle ni un comino que la desnutrición crónica y la muerte sigan rondando a la niñez guatemalteca, pues es más importante gastar en publicidad o en aumentar los efectivos militares y de la Policía Nacional Civil, que salvar la vida de quienes no pidieron venir al mundo.
Ojalá y las instituciones que han recibido la denuncia de Acción Ciudadana, intervengan para penalizar a los responsables del despilfarro y que los nuevos magistrados del Tribunal Supremo Electoral cumplan con su función y frenen la campaña anticipada, que se convierte en una cortina de humo, ocultando la tragedia que sigue viviendo un alto porcentaje de la población que se debate en la miseria que, ciertamente, no es de hoy, sino histórica, estructural y reflejo de la acumulación de la riqueza en unas pocas manos.
Un reportaje de Areli Alonzo sobre la situación en Jalapa, publicado en el diario La Hora del 25 de abril de 2011, es lo que sucede en todo el país: “Sus huesos dan forma a una piel demacrada y avejentada. Sus costillas se pueden contar a simple vista y sus estómagos están inflados. Son cuerpos frágiles de niños y niñas que lucen del tamaño de un bebé. Solo los fuertes se podrán recuperar; a los demás, les espera la muerte. Ese es el cuadro de la desnutrición aguda infantil que se enmarca con una pobreza rural, alejada de posibilidades de desarrollo para las familias de escasos recursos”.
Así como hoy, la vicepresidenta Roxana Baldetti gana espacios en los medios retratándose con los pobres y abrazando niños que esperan la muerte; de plano, en los discursos de los y las candidatas se ofrecerá terminar con este flagelo y el pueblo volverá a confiar en ellos, hasta que rebalse, hasta que decida forjar su propio destino, porque tal como lo señalaban en el reportaje mencionado “Aquí, la ‘solidaridad’ es una palabra sin sentido. La muerte, es parte de la realidad diaria”. Y por supuesto que a la oligarquía y a los políticos que ellos impulsan, poco o nada les importa.
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